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GRACIELA FERNANDEZ MEIJIDE QUIERE REGLAS DE JUEGO CON LA UCR PARA ENCAUZAR LA INTERNA
"UN ACUERDO ESCRITO, PÚBLICO Y CONCRETO"

"Me alegré cuando Fernando de la Rúa dijo que había que investigar a Yabrán", aseguró Graciela Fernández Meijide en plena campaña por la candidatura de la Alianza a la Presidencia. La fuerza opositora se dispone a discutir las reglas de juego para la interna.

Reglas: "Discutamos qué hacer cuando un funcionario, sea de la fuerza que sea, comete un acto de corrupción o es sospechado de ese delito".

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Graciela Fernández Meijide dice que se puso contenta cuando De la Rúa pidió investigar a Yabrán.
Además, dijo ignorar "qué propone De la Rúa", porque "retrocedió" en "dos o tres medidas".


Por Luis Bruschtein

t.gif (67 bytes) Después de los roces con Fernando de la Rúa por el manejo de la publicidad institucional de la comuna porteña, Graciela Fernández Meijide continuó su intensa campaña proselitista en una interna que podría herir a la Alianza. La precandidata del Frepaso reclama reglas de juego éticas para que esa interna no debilite a la fuerza opositora. Tiene que ver con el manejo de la publicidad y de los recursos. "Yo creo que lo que más me diferencia de De la Rúa es el estilo para definir objetivos y el temperamento" afirma.

--Ya hace varios meses que usted y de Fernando de la Rúa aparecen como los precandidatos presidenciales de la Alianza. ¿Cuál es el balance que hace de esta interna?

--Creo que ha sido una interna delicada. Si tomamos la de Duhalde y Menem como paroxismo de lo que es la violencia de una interna, las formas de instalar los sucesivos candidatos, aun con desprecio, con un Menem que dice: "Alguien al gobierno y yo al poder", bueno, está todo dicho. Mientras que del lado de la UCR y el Frepaso, ha habido mucho cuidado para no lastimar a los candidatos. Esto nos lo propusimos desde un principio y tomamos el ejemplo de Chile, donde si bien es cierto que gobernaron unos años hasta que hubo por primera vez una interna, cuando lo hicieron fue con sumo cuidado. Yo espero que siga igual, no se me escapa que más allá de las intenciones que tengamos muchos y, en especial, Fernando y yo, va a haber por abajo quien pise algún callo de uno u otro partido. Va a ser casi inevitable.

--¿Esta competencia en términos tan caballerescos tiene un costo político al dificultar que los candidatos se diferencien?

--A mí me parece que por ahora no, porque cuando veo en las encuestas cualitativas qué diferencias marca la gente, veo que nos tiene bien diferenciados, más allá del sexo, por obvias razones.

--Por ahora parece una competencia sólo de encuestas...

--Puede ser, pero creo que también hay otras cosas. Donde más se nota la diferencia entre De la Rúa y yo, creo, es en el estilo de definición, los temperamentos y también por la forma de construcción de la fuerza.

--¿Una de las formas de preservar a los candidatos es, por ejemplo, que Chacho Alvarez  sea el encargado de hacer las críticas al radicalismo?

--Como jefe de la fuerza es algo que le corresponde...

--¿Pero es algo que ustedes tienen arreglado como parte de ese sistema?

--En nuestro caso sí, me parece que en el de la UCR también, ya que por lo general salen a contestar Alfonsín o Storani. Es lógico.

--¿De parte del radicalismo ha habido algún planteo crítico formal?

--No. Nosotros tuvimos una charla oficial el lunes, Chacho y yo con De la Rúa y Alfonsín, sobre el manejo de la publicidad institucional de la comuna y fue muy, muy concreta. Se fijó lo que se tenía que decir, se señaló lo que nosotros pensábamos que tenía que cambiar o suspender y además, por sobre todas las cosas, propusimos acordar reglas de juego. Nos dijeron que en temas de ética no hay ni siquiera una cuestión para la discusión porque es una convicción en común. Y nosotros insistimos: "parece que hay que ajustar". No puede ser la ética de la UCR y la ética del Frepaso, tiene que ser la ética de la Alianza. Discutamos en común, por ejemplo, cómo definimos cuánto tiempo van a durar las campañas y además cómo serán usados los medios electrónicos, para que el gasto sea parejo y medido y no exista la sensación de aprovechamiento de una situación de ventaja. O también qué hacemos cuando un funcionario, sea de la fuerza que sea, comete un acto de corrupción o es sospechado de ese delito. Porque tenemos dos formas diferentes de reacción. Cuando nos pasó, en dos horas los tuvimos afuera del partido. En la UCR dicen: "Bueno, nosotros tenemos un tribunal de disciplina". A veces estos juicios tardan tanto que no pasa nada...

--Más allá del concepto ético de ambas fuerzas, la actitud del Frepaso parece más un mensaje hacia afuera, hacia la gente...

--Es que si nosotros no hacemos eso, no tenemos razón de existir, si no, hubiera seguido el bipartidismo. Por alguna razón la gente se escurrió del bipartidismo y buscó otra fuerza. Esa fuerza está marcada por hechos muy fuertes como es la salida de los 8 del menemismo con el libro La carpa de Alí Babá, donde denunciaban todo lo que iba a pasar después. Eso fue como un acto fundacional. Estoy yo que vengo de los derechos humanos. Y Auyero que se fue de la democracia cristiana por la alianza con Menem. Para nosotros, eso no es un detalle y no estamos seguros de que todos compartan esto en la política general. Si no la gente no se hubiera dirigido para este lado, hubiera seguido donde estaba.

--¿Al código ético de reglas de juego lo conciben como algo escrito, firmado por las dos fuerzas?

--Es un acuerdo escrito y público con cosas bien concretas. Por ejemplo, estamos hablando de una forma nueva de financiamiento de los partidos políticos, para que sea transparente. Hay varios proyectos, cuando yo empecé hicimos uno con Chacho, se cayó porque no lo trataron, pero hay uno último que hicieron Elisa Carrió y Darío Alessandro. Lo hemos rescatado, vamos a ver si hay algo que retocar o si alguien piensa que hay algo que agregar, pero lo vamos a impulsar y lo vamos a disputar, porque Corach habla mucho del financiamiento de los partidos políticos, pero hasta ahora nunca se metieron a hacerlo. Esto es básico y debería ser uno de los temas fuertes de la Alianza. Yo me puse contenta cuando De la Rúa dijo que hay que investigar a Yabrán. Estas cosas se van instalando, las vamos instalando.

--¿Parte de ese acuerdo implicaría que las finanzas de la campaña de la Alianza serían únicas, sea el candidato que sea?

--Como se hizo en el interior en las elecciones anteriores. En los lugares donde fuimos como Alianza, tuvimos un fondo común. Storani y yo en la provincia de Buenos Aires usábamos un fondo común. En este caso, al principio tendría que ser primero en las internas. Hay una situación real. El Partido Radical, es un partido grande, con mucha más capacidad de dinero, etcétera, pero además con una intendencia en el distrito más grande y más rico del país, entonces nosotros tenemos todo el derecho de decir que no se use lo institucional para hacer campaña política. Es lo que se le pide también a Menem. No seamos nosotros los primeros en infringir lo que le hemos criticado a los demás. Hacia adelante, la Alianza puede proponer ese compromiso a los demás partidos. Acordar, por ejemplo: un mes sólo de campaña, tantas apariciones de televisión, un límite y demás. Significaría mucha transparencia.

--¿Cuáles serían los pro y los contra de una fórmula de consenso o de una elección interna en la Alianza? ¿Qué sería mejor para la Alianza?

--Una fórmula de consenso nos introduciría ya en la otra campaña, pero ¿quién convence a cualquiera de los dos partidos que el otro resigne el candidato a presidente? Pienso que ninguno de los dos va a convencer al otro. Por lo tanto, lo bueno a veces está alejado de lo mejor. Vamos a ir a una interna, estoy segura, y trataremos de que sea lo menos dañina para nosotros, más bien que sea constructiva. En ese momento el código, las reglas de juego, serán muy importantes. Además nosotros habíamos hecho algunas advertencias antes del sábado, no es que el discurso de Chacho fuera una sorpresa. De distintas maneras se les había ido diciendo cosas que no nos gustaban mucho...

--La experiencia en la Legislatura porteña es como una especie de laboratorio de convivencia en el gobierno...

--En condiciones diferentes a lo que fue cuando estaba el clásico bipartidismo. Eran dos partidos que se conocían mucho. Había sistemas creados y por ahí se filtraban algunas costumbres. La realidad que plantea el Frepaso ya con un peso específico propio, apela a la reconstrucción de reglas de juego.

--Pero desde el radicalismo también han habido quejas en cuanto a que, cuando hay problemas, encuentran al Frepaso siempre del otro lado, por ejemplo con la huelga docente.

--En la huelga de los maestros fue mentira que estuviera el Frepaso, eso me lo reconoció De la Rúa y, es más, nosotros tuvimos problemas, Chacho y yo, con alguna gente nuestra, con Delia Bisutti. Nosotros y Abel Fatala planteamos muy claramente que, más allá de que alguno tenga militancia sindical, un partido político no es una organización sindical ni está al servicio de ningún sindicato. Como partido no respaldamos ni estimulamos la huelga, caminó por los carriles del sindicato. Como partido no intervenimos en ese asunto. Apoyamos como personas, pero no estábamos allí fogoneando.

--¿Qué es lo que propone Graciela Fernández Meijide diferente a Fernando de la Rúa dentro de la Alianza?

--Diferente no sé porque hubo dos o tres medidas que intentó llevar adelante y después retrocedió, no tengo demasiado claro qué es lo que propone. Yo sí sé qué es lo que quiero. Lo primero que hay que preguntarse, si uno quiere un país para todos, es si en verdad tenemos una nación. Yo creo que no porque, para tener una Nación, mínimamente hay que tener una sociedad aceptablemente integrada, tanto en el cuerpo de la sociedad, como geográficamente. Hay pocos con mucho y muchos cada vez con menos. Un país donde uno ve varias Argentinas, no es una nación. No tenemos un sistema educacional que hayamos aceptado todos como columna vertebral, no tenemos un sistema jurídico que impere sobre los demás poderes, porque no hay una división real de poderes y, por lo tanto, no hay República. Técnicamente sí, pero en la práctica no. No tenemos una política que reconozca el desempleo como problema, que se haga cargo de la misma manera que de la educación como problemas base de la política a diez años. Hay que buscar grandes acuerdos. Eso está hablando de nación, de instituciones respetables, desde la escuela hasta la Justicia y el Parlamento. Quiero ese país aun cuando nos va a llevar tiempo construirlo, pero hay que empezar ayer. Quiero, por lo tanto, dentro de esa nación políticas que determinen que las ganancias que tiene y va a seguir teniendo la Argentina, sean distribuidas con más equidad.

--¿Cómo ve un gobierno de la Alianza con Carlos Menem a la cabeza de la oposición?

--Va a ser difícil, pero también es cierto que hay que preguntarse cómo lo veríamos a Menem derrotado por segunda vez. Porque esta vez no va a poder decir como el 26 que no fue el derrotado. Creo que va a ser difícil, pero como yo veo siempre la mitad del vaso lleno, digo que primero hay que ganarle y ponerlo en situación de haberle ganado y después hablamos.

 


 

NO ESCONDER LA CABEZA
Por Arnaldo Bocco *

t.gif (67 bytes) Página/12 reflejó esta semana la discusión entre los economistas de la Alianza. ¿Primero crecer o primero repartir? José Luis Machinea ponía énfasis en lo primero. Arnaldo Bocco o Enrique Martínez, en lo segundo. A continuación, una opinión de Bocco. No nombra a Machinea, pero ni falta que hace. El debate, también en las páginas de este diario, queda abierto. Hace unos años Chacho Alvarez convocó a un grupo de economistas y nos estimuló a sumarnos a una epopeya: pensar cómo construir una fuerza política capaz de traducir en hechos el sentimiento colectivo de que otro país es posible. Nació otro sistema político, creció una fuerza política contundente y precisa; con propuestas de moralización de las instituciones y de justicia y equidad social. Sobrevivimos a derrotas y crecimos con las victorias. La formación de la Alianza y el triunfo de Graciela en la provincia de Buenos Aires nos alentó a dar pasos más ambiciosos: ganar el gobierno en 1999.

Pero obtener ese respaldo requiere tener algunos planteos claros. El Frepaso llegó a la Alianza convencido de ceder para crecer. Muchos de nosotros fuimos partícipes de ese movimiento. Pero ahora y sobre todo, después del aprendizaje que realizamos durante la campaña presidencial de 1995, no podemos tener la soberbia de no escuchar ese murmullo que, generalizado, se convertirá en creciente demanda social. A la Alianza se la escogerá para gobernar. Por eso, para ganar, la plataforma económica debe considerar algunos temas que hoy se soslayan. Eso es esconder la cabeza debajo de la tierra, que es lo peor que nos puede ocurrir en la Alianza. La sociedad no nos dará un cheque en blanco. Muchos querrán ver si somos diferentes y en qué políticas manifestamos nuestras diferencias con Menem, Duhalde u Ortega. Hemos sido maduros al señalar que aceptamos los avances en materia económica como logros colectivos. Hemos sido enfáticos en proponer cambios institucionales para minimizar los riesgos del programa. Pero aceptar la estabilidad -–convertibilidad mediante--, el equilibrio macroeconómico y las reformas del Estado y dejar la política económica en piloto automático no son un atractivo suficiente.

Ese electorado, sufrido, inseguro, excluido, sobreviviente o próspero, quiere más detalles sobre cómo pensamos ofrecerlo. Frente al darwinismo de mercado que estamos viviendo, no alterar componentes del actual esquema económico sería una fuerte contradicción de nuestra fuerza de cara a la sociedad. En otros términos, defendemos la redistribución de ingresos, pero no queremos pagar ningún costo para hacer de los pobres un sector menos pobre; queremos más educación y mejor asignación de recursos, pero no queremos discutir cómo vamos a generar empleo.

Por lo anterior, me parece relevante aclarar algunos temas que son inevitables. El primero es de corto plazo. Yo creo, como muchos economistas, que la estabilidad aún no está asegurada. El déficit externo y la fragilidad fiscal son un problema difícil de superar. A más largo plazo, están los desafíos de aumentar el ahorro interno, la sustentabilidad del crecimiento y la mejora de la calidad y cantidad de los bienes públicos (salud, educación y previsión social). Una parte puede provenir de una mejor asignación del gasto presente, pero el resto debe materializarse con una profunda reforma impositiva y fiscal cuyo centro esté en impuestos al Patrimonio, Ganancias y Consumo no esencial, de rasgo progresivos. También se deben reformar los organismos de recaudación para disponer de instrumentos eficientes para bajar la evasión y la elusión tributaria.

Por otro lado, para distribuir geográficamente los frutos del crecimiento, es necesario proponer seriamente una reprogramación de las inversiones en las regiones más atrasadas del país. De no mediar una asignación de las inversiones más descentralizada, se multiplicarán las diferencias regionales entre las ciudades más ricas, que sobreviven a la competencia externa, y aquellas que no pueden ni tienen recursos (humanos, físicos ni capitales) para soportar un ajuste como el que se aplicó desde 1990.

Finalmente, no hay desarrollo sostenido sin políticas que permitan reconstruir la trama productiva en aquellos sectores con capacidad para colocar su producción en el mercado interno e internacional. Sostener el crecimiento con una economía primarizada en sus exportaciones, y con unas pocas industrias básicas dinámicas, es un modelo frágil. Es un modelo que no da garantías a los agentes económicos. Con alta vulnerabilidad financiera internacional. Son necesarias políticas transparentes que permitan la formación de cadenas productivas para la reinserción de las pymes en el modelo como agentes dinámicos y no subordinados. De otro modo, el empleo creado seguirá siendo precario e inestable porque la base del modelo económico seguirá siendo frágil.

* Economista del Frepaso-Alianza.

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