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EL MANIFIESTO COMUNISTA 150 AÑOS DESPUES
MAYO EN PARÍS, RESCATANDO A MARX Y ENGELS

A un siglo y medio de la publicación del Manifiesto Comunista, especialistas de todo el mundo se reunieron en París para discutirlo.

Para Alain Bergounieux, una teoría justa no es coherente con una práctica injusta.
Henri Weber, senador socialista, rechaza "la dimensión mesiánica que nos anuncia el paraíso terrestre".

Acuerdo: Pese a las diferencias, todos parecieron coincidir en un punto: el marxismo sobrevivirá al terror que se ejerció invocando su nombre.

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  PAGINA/12 EN FRANCIA

Por Eduardo Febbro  desde París

t.gif (67 bytes) El barbudo más célebre del siglo XIX sigue movilizando a sus adeptos y enemigos en torno a una misma pregunta: menos de diez años después del hundimiento del bloque comunista y al cumplirse 150 años de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista --enero de 1848-- ¿qué pertinencia conservan el Manifiesto de Karl Marx y Friedrich Engels y la obra de Marx en su conjunto?. Políticos, filósofos, economistas y testigos buscaron la respuesta a ambos interrogantes en el curso de un masivo coloquio que se celebró en París entre el 13 y el 16 de mayo con la presencia de personalidades oriundas de todo el mundo. Marx, como lo había adelantado en un libro publicado hace unos años el filósofo francés Jacques Derrida --Espectros de Marx--, continúa siendo un "espectro" en plena salud. Derrida comentaba que Marx sobrevive, como el padre de Hamlet, en el universo de lo "espectral". Es una "presencia fantasmática" cuya huella está tanto en los cenáculos comunistas como en las plazas bursátiles del mundo.

Cinco años antes de su muerte --1997-- el dirigente chino Deng Xiaoping consideraba que el Manifiesto Comunista era la mejor iniciación al marxismo-leninismo. Con ese texto de referencia y la historia como incómodo testigo, el coloquio internacional organizado por Espaces Marx en París abordó cuatro temas que, desde la Biblioteca Nacional de Francia hasta el anfiteatro de la Universidad de la Sorbona, movilizaron a 1500 personas. Todos los actores de la oposición al "pensamiento único" acudieron a la capital francesa. Investigadores, filósofos, líderes de movimientos sociales, trotskistas, comunistas, socialistas, teólogos de la liberación, obreros y economistas debatieron temas de discusión que iban desde la actualidad del Manifiesto hasta la realidad social de la época de su publicación. El coloquio recibió además 300 contribuciones teóricas cuyo contenido puede ser consultado en el siguiente site internet: http: //www.internatif.org/EspMarx. Pero incluso entre marxistas el consenso es ilusorio. En esos cuatro días rojos, las decenas de intervenciones mostraron la persistencia de una división: Marx pasado de moda, Marx indispensable.  El aniversario del Manifiesto fue sobre todo una excusa para tratar de frente el tema esencial. Cuál es, hoy, la actualidad del marxismo, cuál sigue siendo aún el alcance del pensamiento de Marx. Ambos temas dieron lugar a muchos encontronazos, y en primer lugar entre franceses. La izquierda francesa, socialista y comunista, se construyó a través de una enemistad histórica: el Partido Socialista forjó su identidad contra la izquierda comunista y el comunismo francés actual está en una fase de "mutación" profunda. En el seno del PC hasta el lenguaje ha cambiado. Desde 1996 el término "marxismo" ha desaparecido --por orden suprema-- del lenguaje del partido. Por eso muchos comunistas duros le reprocharon al secretario general del PC francés, Robert Hue, estar "fuera del pensamiento y del espacio Marx". Georges Castaud, miembro del PC, dice que "el marxismo es un útil que permite ofrecer palancas para la acción. No se trata de una cuestión de look". Por encima de esta polémica precisa, la reunión mostró muy bien las dificultades que encuentra la izquierda para definir una identidad: cualquiera sea su país de origen --había más de 60 naciones representadas en el coloquio--, cualquiera sea la nostalgia de sus amores pasados o la exactitud de sus críticas contra el neoliberalismo, la izquierda se mueve en un espacio de diagnóstico crítico al que le falta su brazo de acción. En este contexto, el ensayista y profesor francés Pierre Rosanvallon, presidente de la influyente Fundación Saint Simon, cuyo último libro publicado se llama El pueblo inencontrable, dijo a Página/12 que en esta conmemoración había un "aspecto nostálgico en la medida en que la celebración del Manifiesto permitía, al inscribirse en la continuidad, hacer como si el mensaje comunista hubiese conservado toda su actualidad. Hay también una segunda función, más política: la izquierda y la extrema izquierda están en busca de una redefinición intelectual. Pero la elección del Manifiesto como emblema de esa refundación me parece cuestionable".

El escollo central del coloquio fue la barrera entre los escritos de Marx y lo que hicieron después los regímenes comunistas. La relación entre el Manifiesto, la obra de Marx y el socialismo real no fue planteada con la suficiente coherencia y rigor por quienes se reclaman herederos de Marx. El historiador y dirigente socialista Alain Bergounieux afirmó que "hacer del marxismo una teoría justa cuando la práctica fue falsa es incoherente. La práctica arruinó la teoría". Esta posición radical contrasta con la expresada por Henri Weber, actual senador socialista y ex fundador de la Liga Comunista Revolucionaria, LCR, para quien "debe rechazarse la dimensión mesiánica que nos anuncia el paraíso terrestre". Weber rescata de Marx el "formidable útil de comprensión" que son sus escritos. Louis Janover, autor de un brillante panfleto titulado "La idea anticomunista en el siglo XIX", pone de relieve ese "silencio de lo ocurrido" cuando afirma que "luego de haber enterrado a Marx una vez al cubrir con su nombre y con el manto del comunismo un sistema de opresión que fue la negación radical de todos los principios expuestos en el manifiesto, muchos de los organizadores y participantes del coloquio lo matan una segunda vez: utilizan los 150 años del Manifiesto para disociarse de esa siniestra experiencia, sin dar ninguna explicación, como si esa experiencia hubiese sido apenas un paréntesis, un detalle de su compromiso que no compromete en nada el presente".

Aunque divididos en la evaluación histórica del marxismo, todos parecieron coincidir en un punto: el marxismo sobrevivirá al terror que se ejerció invocando su nombre. El historiador británico Eric Hobsbawm juzgó  ncluso que muchas de las "visiones" contenidas en el Manifiesto eran más actuales hoy que en 1848. Sin lugar a dudas, esa capacidad de"anticipación" del marxismo fue uno de los aspectos más profundos de los debates. El filósofo Daniel Bensaïd --fundador de la LCR y siempre fiel-- no tiene dudas sobre la actualidad del marxismo: "Marx anticipó completamente la mundialización y la fantasmagoría mercantil de hoy. Marx y Engels tuvieron la intuición de los grandes temas del siglo". Con bastante humor y claridad el dirigente sindical brasileño dijo que "a veces, el Manifiesto da la impresión de haber sido escrito la víspera". Libre de la burocracia que lo tenía encerrado, salvado de la caída del Muro de Berlín, presente en todos los espacios como un "espectro" invencible, Marx no ha muerto. Las izquierdas reunidas en París seguirán sus conceptos a través de una "relectura" de sus obras. Todos están también un poco más libres del pasado. Y el pasado es siempre un lugar inhabitable.



UN TROTSKISTA Y UN COMUNISTA HABLAN DEL MANIFIESTO
"SON LOS TEMAS DE HOY"

Por E.F.  desde París

t.gif (67 bytes) Filósofo, trotskista, fundador de la Liga Comunista Revolucionaria, Daniel Bensaïd no niega al marxismo ni su herencia. Su credo es: pensar con Marx, contra Marx pero no sin él. En esta entrevista con Página/12 el autor de El partido melancólico resume su visión de un pensador al que considera "más allá de lo actual".

--Usted considera que el Manifiesto del Partido Comunista no ha envejecido, que aún sigue siendo válido gracias a las profecías que contiene.

--El texto tiene la edad de sus autores y el tono de una época. El Manifiesto fue publicado en 1848 y se inscribe en la inminencia de un acontecimiento que va a romper en dos la historia del mundo moderno. Sin embargo, cuando se lee hoy el Manifiesto, se percibe, en su estado naciente, el vértigo moderno que produce la evaporación de lo que era estable y sólido, el vértigo de la desacralización de los valores que se esfuman. En esas páginas se forma el cuerpo de la lucha de clases, se esboza la dinámica de la mundialización mercantil y se anuncia ya la estrechez fatal de las naciones. No pretendemos hoy volver al Manifiesto. Se trata sólo de pasar a través de ese texto para abordar los grandes temas de la época: la mundialización, las metáforas del mundo del trabajo, las incertidumbres de progreso, los desafíos ecológicos, la importancia revolucionaria de la democracia. El mundo se globaliza y, al mismo tiempo, se fragmenta y se divide.

--El coloquio dejó al desnudo una suerte de divorcio entre Marx y la llamada izquierda plural. Hay como un lazo roto entre la acción política, la izquierda plural que gobierna hoy en Francia, y el pensamiento de Marx. --Sí, es así. Entre la izquierda plural y Marx no hay relación alguna. Es obvio que el compromiso de Marx para cambiar el mundo es inconciliable con las políticas económicas de hoy, es decir, con la sumisión al despotismo de los mercados financieros. Si usted observa bien, el Manifiesto está atravesado por un tema central: el de la propiedad. La ley del mercado y del provecho, la explotación y la alienación del trabajo, el control privado de los medios de producción forman hoy un sistema.

--La responsabilidad histórica del marxismo fue el segundo eje polémico del coloquio. Marx, ¿culpable o inocente?

--Usted quiere decir, la idea que mata, que es responsable de todo.

Buscar en la filosofía un origen del terror burocrático equivale a abandonar la historia por el mito.



"FUENTE DE MODERNIDAD"

Hermosa: Hago mía la frase más hermosa del Manifiesto: "El desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos"

t.gif (67 bytes)  A diferencia de los líderes históricos del comunismo francés, el actual secretario general del PCF no se viste ni habla como un comunista. Más aún, como encarna lo que él mismo definió en un libro de nombre similar, La mutación, Robert Hue ha excluido del lenguaje del PCF muchas de las expresiones de estampilla comunista: "marxismo", "pueblo" y "lucha de clases" figuran en el catálogo de frases a evitar. Sin embargo, el coloquio internacional sobre el Manifiesto del PC fue coorganizado por el Partido Comunista francés. Al mismo tiempo, el ala dura del PCF fustiga al secretario general por su línea política cada vez más alejada de la ortodoxia histórica. Robert Hue empujó a tal extremo la "transformación" que su partido forma hoy gobierno con los socialistas y éstos aplican a la letra la política que los comunistas más detestan.

--¿Adónde está Marx en todo esto?

--Lo primero que viene a la cabeza de un extranjero que visita Francia es saber si el Partido Comunista francés sigue siendo marxista. A diferencia de otros partidos comunistas de Europa, el italiano por ejemplo, que cambiaron de nombre y de sigla, en Francia el PC sigue siendo PC. Desconfío de los "ismos" en general y del marxismo en particular. Si  se encierra al marxismo en una visión dogmática, en un pensamiento cerrado y doctrinario, entonces no soy marxista. Si se mira en cambio al marxismo con ojos actuales, como una fuente de frescura y modernidad, entonces sí soy marxista. La realidad cambió. Por ejemplo, la concepción del papel de la violencia en la historia, concepción que tanto marcó al movimiento obrero, es hoy algo obsoleto para nosotros. Desde el Manifiesto hasta ahora, la idea comunista atravesó muchas vicisitudes. Los regímenes de Europa del Este que se hundieron y que se decían comunistas no lo eran. Para mí, el comunismo es algo totalmente nuevo, incluso luego de la caída del Muro de Berlín.

--¿Y cuál es ese significado nuevo al que usted adhiere?

--Lo nuevo es conservar intacta la voluntad de protagonizar una rebelión ante la injusticia, la violencia, los sufrimientos de la sociedad. No hay que renunciar a la idea de cambiar el mundo y la sociedad. Lo peor que podría ocurrirnos es que pensáramos que estamos en una sociedad sin salida, tapada por un horizonte que la humanidad no puede superar, es decir, el capitalismo.

--¿Ese marxismo del que usted habla es una salida?

--Pretender encontrar en Marx las respuestas a las preguntas que nos planteamos hoy es una iniciativa loable pero no podemos calcar sobre la realidad de hoy lo que dijo Marx. Sería dramático. Lo peor que pudo ocurrirnos es haber hecho una interpretación dogmática de Marx. Desde el principio del comunismo esta interpretación condujo a encerrar en una caja la protesta contra el orden establecido. Pero hago mía la frase más hermosa del Manifiesto: "El desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos".


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