LOS CONOCIDOS DE SIEMPRE
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Por Miguel Bonasso La diputada bonaerense del Frepaso Graciela Podestá denunció ante el juez José Luis Macchi que Carlos "el Indio" Castillo, un pistolero que viene del grupo nazi CNU y la banda de Aníbal Gordon, al que se vincula con el ex diputado del Modín Emilio Morello y la causa AMIA, sería uno de los hombres que participaron en el secuestro y asesinato de José Luis Cabezas. La legisladora Podestá, conocida por sus enfrentamientos con el actual intendente de San Miguel Aldo Rico, preside la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires e integra la Comisión Bicameral que investiga el caso Cabezas. Si esta denuncia, que se ha mantenido en reserva hasta este momento, llegara a comprobarse, se produciría un vuelco en la causa por el crimen del fotógrafo, porque se reforzarían las presunciones sobre la autoría intelectual de Alfredo Yabrán y su aparato de seguridad e inteligencia, integrado por antiguos represores. La diputada Podestá conjetura que el Indio Castillo, a quien el sobreviviente Pablo Díaz acusa de haber participado en "la Noche de los Lápices", sería uno de los cuatro sospechosos que fueron vistos merodeando en torno de la casa del empresario telepostal Oscar Andreani la noche del 25 de enero de 1997, horas antes de que Cabezas fuera asesinado con una metodología que trajo a la memoria colectiva los crímenes de la Triple A y la quema de cadáveres en varios campos de concentración, como el del Pozo de Banfield, donde habría actuado el Indio. Y basa esta presunción en tres datos que el juez Macchi deberá investigar: la escucha clandestina de un servicio de inteligencia que involucra en el episodio a este personaje de frondoso prontuario; el asombroso parecido entre Castillo y el identikit de un sospechoso que la Policía Bonaerense estima fiel en un 95 por ciento y la similitud entre la camioneta 4X4 que se le conoce a Castillo y un vehículo que, según denuncia del propio fotógrafo asesinado, lo siguió varias veces en Pinamar. La escucha clandestina de inteligencia, revelada a Podestá por un denunciante que teme por su vida, dice textualmente: "El Indio estuvo en Pinamar haciendo un trabajo con dos soldados dinamarqueses, los hermanos Nacha y Dando Tugel". Y agrega: "Situando cronológicamente el 'trabajo' se realizó en el mes de enero de 1997". El mensaje interceptado por una estructura de inteligencia emplea una clave burda donde no cuesta asociar al Indio con Castillo y descubrir que los "soldados dinamarqueses" no proceden del Hamlet sino de la organización de seguridad Bridees (perteneciente al grupo Yabrán), que conducía el ex oficial del Servicio Penitenciario y ex torturador del "Vesubio" Víctor Hugo Dinamarca (alias Chango o Pollo). Tampoco es difícil asociar "Nacha" con Roberto Naya (alias Beto o Paco) otro oficial del Servicio Penitenciario que actuó en la represión clandestina en la Escuela de Mecánica de la Armada. Y es evidente que el "Dando Tugel" de la escucha puede ser la deformación deliberada de Donda Tigel (Adolfo Miguel), el capitán de corbeta retirado que con los alias de "Palito" o "Jerónimo" llegó a ser jefe de operaciones del Grupo de Tareas 3.3/2 de la ESMA y también figura en los directorios de empresas de seguridad e inteligencia de Yabrán como Zapram, Quality Control y Tecnipol, además de comprar tierras en ese tétrico sur de Entre Ríos donde el cartero perdió la vida. Tanto Dinamarca, como sus presuntos "soldados", habían sido destapados por los periodistas Edi Zunino y Joe Goldman en una investigación que el semanario Noticias publicó en diciembre de 1996, un mes antes de que un fotógrafo de la revista fuera secuestrado, torturado, asesinado y quemado, presuntamente por otros hombres también vinculados a "Papimafi", como el suboficial del Ejército Gregorio Ríos o el policía Gustavo Prellezo. ¿Qué nexos ligarían al Indio con estos personajes? Según una fuente de inteligencia consultada por Página/12, cuando se produce el golpe del '76, Castillo --que estaba preso por un delito común-- habría pasado a convertirse en "buchón" del Servicio Penitenciario Federal, marcando gente y participando en operativos represivos, a cambio de múltiples salidas de la cárcel. Según esta misma fuente, en el Pozo de Banfield quemaba cuerpos de detenidos-desaparecidos. En la denuncia recibida por la diputada Graciela Podestá también se consigna que operó en el centro clandestino de reclusión conocido como "La Cava" (tétrica coincidencia con el terreno elegido para asesinar a José Luis e incendiarlo en su auto). El dato del identikit puede ser evaluado en estas páginas, comparando esa reconstrucción dibujada de la cara de un sospechoso (que la policía considera correcta en un 95 por ciento), con la foto que alguien le tuvo que "robar" (desgraciadamente a distancia) a Carlos Castillo. La instantánea fue tomada hace un par de años y entregada en forma exclusiva a este diario por otra fuente reservada. En ella se puede apreciar el notable parecido entre el hombre que alguna vez integró la banda de Aníbal Gordon y uno de los sospechosos detectados en Pinamar la noche del crimen. La foto original es en color y aunque la cara de Castillo se ve de lejos y algo fuera de foco, el cotejo con el dibujo impresiona. El identikit, correspondiente a una persona "del sexo masculino", de 45 a 50 años, con una altura de entre 1,75 y 1,80 metro, con un peso de 85 a 90 kilos, fue realizado por los policías al mando del comisario Víctor Fogelman el 2 de febrero de 1997, de acuerdo con los datos fisonómicos proporcionados por Celsio Miguel Bogado, uno de los custodios de Andreani que, en la noche de la fiesta en la casa del empresario postal, interrogó a tres sospechosos que montaban guardia en un Fiat Duna blanco y le fueron señalados por una vecina, de nombre Diana, a la que le mintieron, asegurándole que trabajaban para el empresario postal. Con los datos proporcionados por Diana, Bogado y otro custodio de Andreani se hizo un primer identikit de sospechosos, que luego fue perfeccionado hasta lograr el resultado que se muestra en estas páginas. El tercer elemento a investigar es la similitud entre uno de los vehículos que probadamente utilizaba hace dos años Carlos Castillo (cuya patente es AYJ 195) y la 4X4 blanca que Cabezas vio muchas veces por el espejo retrovisor, como una presencia ominosa e inquietante. Según lo relató un policía de apellido Ferreyra, que se presentó espontáneamente a declarar, Cabezas irrumpió un día en la comisaría de Pinamar gritando: "Muchachos, me quieren matar" y reveló que lo venía siguiendo un vehículo exactamente igual al del Indio. Que es un fanático de las 4X4 y un habitué de Pinamar, en donde, según el denunciante, habría estado en enero del '97 y adonde solía ir a "practicar juegos de guerra" en los médanos desde los años '80, alojándose durante su estadía "en la casa de su amigo Eduardo Bertoti". Hay más indicios que no figuran en la denuncia: cuando el pistolero estaba detenido en Olmos, su "protector" en el Servicio Penitenciario Federal era el oficial Tránsito Leguizamón (alias "Tribilín"), el mismo que se presentó en el juzgado de Macchi para denunciar que el comisario Catinari había participado en el asesinato de Cabezas. Un dato falso, destinado según la gente de Fogelman, a "embarrar la cancha". Tribilín habría sido enviado, con ese cometido, por el comisario de Quilmes Juan Remigio Soto. La coincidencia entre el penitenciario del '76 y su buchón en el caso Cabezas no deja de resultar sugestiva. La denuncia también sostiene que "entre sus amigos podemos contar a Emilio Morello, Jorge Pacífico y Miguel Angel Calvete, todos vinculados a la causa AMIA". El mismo ha sido vinculado directamente al atentado más brutal de la era Menem por Graciela Podestá, que no tiene una vida muy tranquila. En noviembre pasado la legisladora frepasista, de 41 años, recibió un llamado inquietante por su movicom: "Se le va a morir el perro". Pocas horas después, mientras participaba junto con Juan Pablo Cafiero en el programa de César Marchetti, sus hijos la llamaron para decirle que Otto "estaba mal". Luego, un segundo llamado confirmó que Otto acababa de morir, envenenado. Una noche iba conduciendo su auto por San Miguel cuando recibió otra noticia inquietante por el celular: "Mirá a tu izquierda", le propuso una voz sardónica. Lo hizo y comprobó que un auto con cuatro inconfundibles pesados se le había apareado. Uno de los tipos le mostró el movicom y se rió. Después aceleraron y se perdieron en la noche, pero Graciela --que militó en los setenta y es familiar de desaparecidos-- no pudo manejar más. "Estaba descompuesta --confesó a este cronista-- y tuve que tirar el auto junto al cordón y llamar por mi movicom para que me vinieron a llevar a casa". El pasado, que a algunos suele parecerles lejano, regresaba con los mismos protagonistas.
En su pedido de todas las actuaciones realizadas por la jueza hasta el momento en que reciba la solicitud --que llegaría entre las últimas horas de hoy y las primeras de mañana--, Macchi invoca un convenio de colaboración entre las provincias de Buenos aires y Entre Ríos. Además, el juez solicitará "la remisión del o de los aparatos de telefonía celular y/o satelital que fueran secuestrados en la causa que tramita", así como "las especificaciones técnicas de los mismos y la empresa de telefonía a la que corresponden". Macchi apunta fundamentalmente a un aparato al que la jueza se refirió el jueves como "teléfono satelital", aunque un día después la fiscal Lilian de las Mercedes Munizaga explicó que en realidad se trataba de un simple celular marca Sony. Página/12 informó anteayer que Yabrán tuvo un teléfono satelital --adquirido a través de la firma Yabito-- mientras lo buscaba la Justicia, y que la empresa prestadora del servicio es Inmarsat. Macchi consideró que la remisión del teléfono puede resultar "de interés y utilidad para la investigación de los ilícitos que generaron la causa" por el homicidio de Cabezas. El juez hizo la solicitud "a título de muy especial colaboración", una fórmula de cortesía que habla del conflicto entablado con Pross Laporte. Aunque los investigadores entrerrianos aseguraron que la intención de la jueza es prestar toda la colaboración posible en cuanto al rastreo de llamadas, fuentes del tribunal dolorense afirmaron que hay rispideces entre los dos magistrados. Mientras tanto, Pross Laporte dijo ayer que citará a declarar a Héctor Colella --a quien Yabrán encomendó el cuidado de su familia en una de sus cartas póstumas--, aunque todavía no fijó la fecha. Según fuentes de los tribunales de Gualeguaychú, la jueza interrogará al empresario sobre la charla telefónica que Colella reconoció haber mantenido con Yabrán en vísperas de su muerte. Pross Laporte dio marcha atrás en su decisión inicial de citar también a la viuda del empresario, María Cristina Pérez, porque no lo considera necesario. Una voz cercana al juzgado aseguró que la jueza tampoco ve la necesidad de exhumar el cadáver de Yabrán para confirmar su identidad. Eso es lo que le pedirá el abogado de la familia Cabezas, Alejandro Vecchi, en los próximos días. El mismo pedido fue rechazado anteayer por Macchi. Para la jueza, una segunda autopsia es innecesaria porque ya existen suficientes pruebas que acreditan la identidad del empresario, a diferencia de lo que piensa Macchi. Pross Laporte tiene en su poder filmaciones del cadáver y pericias dactilares y grafológicas, y espera dos evidencias más: para el miércoles, los resultados de las pericias criminalísticas realizadas al cuerpo del cartero, a la escopeta que usó para suicidarse, y al lugar donde fue hallado el cadáver; después, sólo faltarán las pruebas de ADN, que estarán listas en tres semanas.
LAS ULTIMAS CONVERSACIONES DE ALFREDO YABRAN LLAMADAS POR EL TELÉFONO "AZUL"
Por Ariel Garbarz Yabrán dejó de emplear celulares y comenzó a usar su teléfono satelital en forma exclusiva desde fines de mayo de 1997, luego de que el Excalibur revelase los orígenes y destinos de 4516 llamadas realizadas desde y hacia sus teléfonos de Yabito S.A. Por eso, desde entonces los técnicos del comisario Víctor Fogelman ya no pudieron cruzar las llamadas más significativas que el desaparecido empresario realizara en este último año. El servicio de telefonía satelital fue contratado por Yabrán a la empresa Inmarsat, a través de una subsidiaria local, y el modelo del aparato que compró se denomina mobilfone. El equipo completo con todos sus accesorios, que sirve para comunicación simultánea de telefonía, fax y datos, se vende en Buenos Aires a menos de $ 10.000 cada uno. Bondades de la telefonía satelital respecto de la celular y a la común o de base, para evitar rastreos, Excalibur y escuchas: 1) La señal transmitida sube directamente al satélite de baja altura de la compañía Inmarsat, sin pasar por ninguna antena intermedia ni por ninguna central de conmutación, como ocurre con la telefonía común de base o con la celular. Como esta cadena de satélites iluminan (abarcan) toda la superficie de la Tierra, es posible comunicarse con cualquier persona que tenga otro teléfono satelital en cualquier punto del planeta. La señal viaja entre los satélites y baja directamente al teléfono del destinatario del llamado. De este modo no quedan registrados el origen y el destino de las llamadas en ninguna central de conmutación, y por lo tanto no pueden emitirse los listados con los datos que alimenten al Excalibur, para hacer los cruces y diagramas de las comunicaciones establecidas. Esa información sólo la pueden tener la empresa Inmarsat en su sede central de Estados Unidos, el Pentágono o la CIA con su tecnología de satélites espías. Yabrán usaba teléfono satelital. También el teléfono satelital puede comunicarse con teléfonos comunes o con celulares, entrando en las redes públicas correspondientes desde el satélite. En este caso, puede rastrearse la llamada si el destinatario tiene el teléfono intervenido, desde su central pública y si la empresa satelital del originador de la llamada informa los datos de su cliente y su localización. 2) La elevada frecuencia de las señales de teléfonos satelitales, de 1500 a 1600 Mhz contra 800 a 900 Mhz de los celulares, produce una radiación electromagnética muy direccional, que puede asimilarse a una línea recta que une teléfono con satélite. Si no se coloca una antena espía que corte esa trayectoria es imposible interceptar la comunicación teléfono-satélite, ya sea para escuchar la conversación o para detectar su origen y su destino. Por ello no puede "pincharse" una línea satelital como se hace con una línea celular, ya sea con un receptor cercano, ya sea con un equipo interceptor conectado a la central telefónica como los que emplea la SIDE. La jueza interviniente acaba de manifestar que no investigará las llamadas que Yabrán realizó antes de su aparente suicidio. Si cambiara de opinión, tiene dos caminos para hacerlo, que podrían aportar datos complementarios: a) Requerir los datos a la representante de Inmarsat en la Argentina, lo que frente a la inexistencia de registración de los mismos en el país, la conduciría a librar un exhorto a la justicia norteamericana para que ésta los solicite a la casa matriz. b) Ordenar un peritaje sobre el teléfono satelital de Yabrán secuestrado en la estancia y en poder de su juzgado. Al igual que los celulares más modernos, los satelitales también memorizan los números telefónicos de los últimos llamados realizados, aunque se queden sin baterías. La investigación de las últimas comunicaciones de Yabrán aportaría también a la que aún conduce el juez Macchi. El teléfono "rojo" de Yabrán 394-2528, común y de base, se comunicó más veces con el Poder Ejecutivo que con sus propias empresas y representantes, y fue usado para conectarse tanto con Elías Jassan como con Gustavo Prellezo, hasta que el Excalibur lo descubrió, volteó al ministro y reveló casi todas las redes locales del Papimafi. Pero el teléfono "azul", el satelital, podría revelar la conexión internacional de la organización que Yabrán gerenciaba. O quizá descubriría la más importante de sus conexiones locales. Sean cuales hayan sido sus últimas comunicaciones desde el teléfono satelital, posiblemente registradas en el aparato o en la compañía, allí debería estar el número telefónico de quien decidió y/o indujo y/o compartió la decisión de su increíble desaparición. Pero sobre todo estaría el número de quien podría terminar de aclarar si fue Yabrán el que mandó a matar a José Luis Cabezas.
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