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Por Ariel Garbarz Setenta y ocho líneas telefónicas de una muestra de 100 pertenecientes a periodistas, políticos y empresarios están intervenidas con equipos ajenos a la empresa telefónica y sin conocimiento de sus dueños. El chequeo surge de un relevamiento a cargo de tres ingenieros en electrónica de la Universidad Tecnológica Nacional, especialistas en seguridad telefónica y teleinformática. La muestra incluyó 50 teléfonos de base, 35 celulares y 15 líneas dedicadas a fax. Las 78 líneas sufren la grabación de las conversaciones o la duplicación de los textos enviados por fax. Los afectados fueron informados por el equipo de la UTN, pero sus nombres se mantienen en reserva para no trabar las investigaciones judiciales que puedan identificar a los espías sin permiso. Algunos abogados que fueron consultados por sus clientes en caso de espionaje telefónico utilizaron también este tipo de chequeos dentro de investigaciones en búsqueda de indicios sobre delitos de amenazas, espionaje industrial e intimidaciones. También pidieron la apertura de causas para que los jueces investiguen de oficio la privacidad de las comunicaciones telefónicas de sus clientes. Los equipos de espionaje utilizan los números electrónicos de identificación de los teléfonos de las víctimas para engañar a las centrales telefónicas. Actúan como si fuesen los legítimos usuarios. Los espías usan tres métodos: * Habilitan el modo de conferencia de las líneas de base, que posibilitan una comunicación simultánea entre tres personas. * Clonan los teléfonos celulares de sus blancos. * Capturan las transmisiones. Cada vez que un juez fue requerido por los abogados sobre si la Justicia había emitido una orden judicial para intervenir la línea, contestó que no. En la Argentina, sólo pueden grabarse comunicaciones ajenas por orden del juez. Cualquier otra grabación, inclusive del Estado a través de la Secretaría de Inteligencia, es ilegal. Los ingenieros, sin embargo, no pudieron detectar el origen de las pinchaduras. Sus analizadores miden parámetros electrónicos que delatan la presencia del aparato intruso, sus características técnicas y su modalidad de operación. Pero los equipos espías de última generación permiten intervenir líneas telefónicas hackeando a la computadora de la central de la compañía telefónica desde otras líneas conectadas a la misma central. Las compañías telefónicas están obligadas a prestar los recursos técnicos necesarios para que pueda actuar la Dirección de Observaciones Judiciales de la Side, conocida en la jerga de inteligencia como Ojota, en una utilización parcial de sus siglas. La obligación figura en el decreto 333 del 18 de abril de 1997. Es interesante cómo se repite el tipo de aparatos usados por los espías: las señales electrónicas que se pudieron detectar en la mayoría de los casos de espionaje a periodistas o políticos se originan en equipos similares. Esto podría indicar que no se trata de distintas bandas de delincuentes sueltos, como suele decir el jefe de la inteligencia local, Hugo Anzorreguy, sino de una organización única y muy fuerte en recursos humanos, materiales y económicos. Al menos en los Estados Unidos, no cualquier extranjero puede comprar un equipo de intercepción. Legalmente se venden sólo a agencias de inteligencia de países amigos y exclusivamente con autorización del gobierno norteamericano.
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