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RODOLFO MEDEROS EXPLICA SU RETORNO A LAS FUENTES DEL 2X4
"YA NO SE PUEDE AVANZAR MÁS"

Volverá a grabar con una orquesta típica después de muchos años de militancia en la vanguardia tanguera y asegura que los caminos de la renovación se cerraron con Astor Piazzolla.

Rodolfo Mederos quiere encontrar un nuevo lenguaje tanguero buceando en las raíces, y sostiene que el sistema convirtió al tango en un género para pocos.

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Por Fernando D'Addario

t.gif (67 bytes) En la casona vieja y elegante del barrio de Constitución, Rodolfo Mederos intuye los guiños equívocos que sugiere la inexorabilidad del tiempo. Lejos de los arquetipos arrabaleros o vanguardistas, superadas las antinomias generacionales, siente que a los 58 años está por empezar de nuevo, y se descubre buceando contra la marea de aquellos arrebatos juveniles. "Entre mis planes está el de sacar un disco con orquesta típica", dice en la entrevista con Página/12, y su mueca deja entrever

que comparte la sorpresa de su interlocutor. Mederos, uno de los músicos más lúcidos de la generación post-Piazzolla, asume el carácter cíclico de las manifestaciones artísticas, y decide volver a las fuentes del tango para encontrar un nuevo lenguaje musical. "Abandoné la orquesta de Pugliese hace 25 años, pensando que ese tipo de formaciones estaba perimida. Estaba convencido de que eso pertenecía al pasado. Eran tiempos de rebeldía, me era más fácil relacionarme con Spinetta que con un tanguero. Ahora siento que me estoy reencontrando con el tango. Estoy entendiendo aquella frase de Troilo: 'el tango sabe esperar'. Por suerte, me esperó. La orquesta típica es nuestra orquesta sinfónica".

--¿Este retorno a las fuentes le hizo replantear el camino seguido durante todos estos años bajo la influencia de Piazzolla?

--Creo que Piazzolla buscaba salidas, pero aquellas salidas no eran potables si pretendía una continuidad. Los caminos se cerraban en él. Piazzolla no produjo escuela. Produjo imitadores. En cambio, Pugliese, Troilo, De Caro sí generaron una escuela. Siento que Astor llegó a un punto de donde no se puede avanzar más.

--Pero usted pretendió seguir ese camino. Su obra tiene una influencia clara de Piazzolla...

--Es que mi generación sufrió una especie de pegoteo, de enchastre piazzolliano. Si hoy naciera yo de nuevo, no se cómo me impactaría la música de Piazzolla. Tal vez sería un músico más para mí.

--En los años 60 usted tenía una agrupación llamada Guardia Nueva. ¿El hecho de que treinta años después siga siendo un referente de la llamada renovación no es un mal síntoma para el tango?

--Es eso del "¿y después de ustedes, quién?" El fenómeno Piazzolla ocurrió en un momento en el que el tango estaba en un callejón sin salida. Era un período de homogeneidad absoluta. Y él extendió los límites más allá, casi forzadamente. Algo se rebalsó. Hay que esperar que ese estado de saturación se descomprima, y quizás luego surjan nuevas tendencias.

--¿Por qué los jóvenes no tomaron esa posta?

--Porque en el medio estuvo la dictadura. Los jóvenes quedaron desconectados de su propia historia. Me doy cuenta dando clases. Por más empeño y talento que pongan en el asunto, es imposible que ellos vivan lo que viví yo. Ellos viven el tango como un aula. Entonces el eslabón que pretendemos establecer entre el tango de antes y el de hoy es artificioso.

--Quizás también porque el tango no encontró un nuevo lenguaje...

--Hay épocas de oscurantismo, de retroceso, de balbuceos. Y el contexto. Lo que se fecunda hoy es la cultura shopping, y ¿cuánto hay allí de pertenencia como para aferrarse? Y si no encuentra un nuevo lenguaje, el tango corre el riesgo de convertirse en una caricatura.

--El hibridaje del tango era entendible en sus comienzos por la mixtura cultural de la que se nutrió. Pero su generación también "globalizó" el tango, al mixturarlo con expresiones de distinto origen...

--Sí, pero con una diferencia: la de nosotros fue una elección. Ahora, en cambio, parece que no queda más remedio que adecuarse a una globalización impuesta. Y ya se sabe que esta globalización apunta sus beneficios para un solo lado, y no es precisamente Sudamérica.

 

--El tango en los comienzos era auténticamente popular. La ciudad cambió, se volvió más dura, violenta. El tango también expresó esos cambios en su evolución musical. ¿Por qué perdió en el camino ese sustento popular?

--Es que en realidad, el pueblo se despopularizó. Lo dejaron desprovisto de elementos autónomos con los cuales identificarse, y con una capacidad de elección disminuida se sustituyó lo popular por una mentalidad servil que nos han impuesto. El tango, entonces, se volvió elitista, lo admito, y quedó limitado a ambientes refinados, pudientes.

--Y las bailantas se han convertido en un auténtico fenómeno popular...

--Bueno, pero yo respeto mucho lo que está pasando con la bailanta. Yo no sé si llamarlo arte. Pero aun con sus limitaciones, lo veo como una manifestación sensible de la gente, que empieza a tener personalidad. Ojo, yo me pregunto: ¿no habrá pasado eso mismo con el tango en sus comienzos? De cualquier modo, me parece más genuino que los Guns 'N' Roses. Al menos no me parece una cultura impuesta desde el pentágono.

--¿Cree que el tango pueda volver a convertirse en una música de masas?

--Pienso que estamos en una etapa previa a un renacimiento. Lo que vaya a pasar con el tango ya no depende ni de mí, ni de mi generación, sino de los jóvenes. Los fenómenos no avanzan en línea recta. A veces hay que volver hacia atrás, como estoy haciendo yo, para encontrar una síntesis. La evolución depende de un Quijote, evidentemente, pero yo aún creo en utopías.

 

ALLÁ LEJOS Y HACE TIEMPO

Rodolfo Mederos es porteño, pero se formó musicalmente en Córdoba. Allí, mientras tocaba en orquestas típicas y husmeaba lo que pasaba con el jazz, cursó estudios de biología ("el músico no maneja aminoácidos, pero maneja una combinación de elementos para encontrar una síntesis. La música también tiene bastante de laboratorio"). Para Mederos, quien tiene editados 12 discos y compuestas unas 18 bandas de sonido para películas, quedan irreversiblemente lejos los tiempos del coqueteo con el rock, en el grupo Generación Cero, los acercamientos al jazz e inclusive el vínculo efímero con la música clásica, cuando realizó un trabajo conjunto con Daniel Barenboim. Hoy cree que esta última no fue una aleación tan extraña, porque "la filiación del tango es estrictamente europea. Y tiene más elementos en común con la música llamada clásica que, por ejemplo, con la música coya". Por último, no se queja de la falta de trabajo: "Podría trabajar con el tango, si ingresara en el circuito for export, pero no es mi camino, así que no me quejo y sigo haciendo la mía, escribiendo música y dando clases".

 

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