DE LA RÚA DESPUÉS DE LAS ESCUCHAS FAMILIARES

CUANDO NO SE PIERDE IMAGEN SINO VIRGINIDAD

  En los peores momentos de la semana, cuando calculaba cuánto afectarían sus hijos un futuro político bordado con tanta prolijidad, Fernando de la Rúa se aferró a dos conclusiones de una encuesta de Analogías, la consultora de Analía del Franco. Una, la gente se horroriza por las escuchas familiares; otra, el precandidato está primero en intención de voto contra Graciela Fernández Meijide. Pero nada --ni siquiera los buenos pronósticos-- podrá quitar a De la Rúa, de ahora en adelante, una experiencia clave de la vida política: la de quien perdió la virginidad.

La encuesta de Analía del Franco fue telefónica, rápida e incluyó 350 casos. No es un sondeo de los grandes, de los previos a una campaña electoral, pero con una muestra bien elegida puede representar una tendencia. En este caso, marca que De la Rúa supera a Fernández Meijide en intención de voto tanto para la interna como para una elección general contra candidatos peronistas. Realizada en caliente, en medio de la publicación de las notas de Daniel Capalbo y María José Grillo en Perfil, también informa que para ocho de cada diez personas está mal ventilar la vida privada. Para De la Rúa, la encuesta significa una sola cosa: no quedó cortada su carrera para encabezar la fórmula de la Alianza ni las sospechas consiguieron equipararlo a los políticos más cuestionados de la Argentina.

"De la Rúa tiene una suerte especial", reflexionaba, buscando distanciarse a pesar de la cercanía con De la Rúa, un allegado a la jefatura de Gobierno. "Es como si la gente quisiera protegerlo. Cree en él, y no quiere dejar de creer. Lo mismo que sucede con Graciela, sea o no más presidenciable que De la Rúa en este momento."

Para cualquier dirigente de la Alianza, la autora del estudio tiene un nombre con saudades. Analía del Franco fue la primera encuestadora que, un mes y medio antes de las elecciones bonaerenses del '97, dio a Graciela una diferencia mínima de siete puntos por sobre Chiche Duhalde.

Pero un dato aparece por primera vez en la historia política de De la Rúa: ya tiene un porcentaje de gente que puede dudar de él, que puede sospechar sobre su integridad. No es que antes De la Rúa combinara la popularidad de Juan Perón y la imagen pura de Martin Luther King. Ocurre que, antes, los cuestionamientos eran sólo políticos, y ahora apareció un sector que puede cuestionarlo en términos personales, o sea, muy pronto, políticos.

Aunque esa franja sea mínima --si crecerá o no, es todavía un misterio-- su aparición marca la pérdida de virginidad de Fernando de la Rúa y fisura el único punto que De la Rúa jamás hubiera deseado que se discutiera. Un debate del que están al margen --si les alcanzará o no para ganar las primarias a la UCR es otro misterio-- sus socios y competidores del Frepaso, Fernández Meijide y Carlos Chacho Alvarez.

A De la Rúa le espera una discusión cada vez más agria con ellos (ver páginas 4 y 5) pero también una sensación de vulnerabilidad difícil de manejar. Puede consultar, por ejemplo, a Eduardo Duhalde, un político convencido de que Carlos Menem es capaz de todo y de que las operaciones de acción psicológica en su contra responden al Presidente. Todas: las que son y las que no son.

Tal vez por esa sensación, aunque también por su estilo moderado, que busca evitar el conflicto, no quiso atacar en ningún momento a la Secretaría de Informaciones del Estado como autora presunta de las grabaciones ilegales en su casa. Evitó hacerlo aunque el experto Ariel Garbarz probó que los teléfonos de su despacho estaban intervenidos y le explicó en detalle que la tecnología de pinchadura es la misma que la que utiliza la SIDE. Ni siquiera en el programa de Mariano Grondona, el jueves por la noche, dijo que los teléfonos de su despacho estaban comprobadamente intervenidos. Como si quisiera evitar una escalada de confrontación con Hugo Anzorreguy, Carlos Corach y el propio Menem.

Dos legisladores porteños que tuvieron contacto con De la Rúa dijeron a Página/12 que el jefe de Gobierno habló varias veces con Anzorreguy. Incluso en una de las conversaciones el jefe de los espías locales sugirió que sabía quiénes eran los pinchadores y De la Rúa le propuso presentarse juntos ante el juez para denunciarlos.

Entretanto, los expertos en pinchazos juegan. Alternativamente pinchan y despinchan los teléfonos de De la Rúa. Intervienen los del despacho y quitan la vigilancia sobre los particulares. O intervienen todos. O invierten las pinchaduras. Lo hicieron el jueves, cuando De la Rúa viajaba al programa de Grondona, y este diario supo que lo hicieron otra vez anoche.

A cinco meses de las primarias de la Alianza, la guerra de la oposición será cada vez más abierta. Pero mientras se agreden en público, los dirigentes máximos de la Alianza aseguran en privado que la coalición no tiene ninguna posibilidad de fracturarse, y ya imaginan el festejo con la fórmula que se elegirá a fines de noviembre, o con Graciela o con Fernando a la cabeza. El 9 de diciembre comienza en Buenos Aires la reunión de la Internacional Socialista, con Felipe González, Tony Blair y Lionel Jospin como invitados. Y nadie, calculan, querrá llegar a ese día con más cicatrices de las aconsejables.

La campaña se llama "Jubileo 2000" y figura en el site de Internet del diario The Guardian, uno de los mejores de Europa, como una forma de incitar a cierta forma de participación política. Se trata de una petición que dice: "Creo que el comienzo de un nuevo milenio debería marcar el momento de dar esperanzas a la gente empobrecida del mundo. Me parece correcto olvidar los errores cometidos por acreedores y deudores, y cancelar las deudas impagables de las naciones más empobrecidas". En otro tramo agrega: "Necesitamos un nuevo comienzo para celebrar el milenio". El site llama a los cibernautas a firmar el petitorio, mandarlo por correo electrónico a los contactos de cada uno alrededor del mundo, sacar una copia en printer y recolectar firmas, insertar una copia en diarios y revistas y mandarlo por correo a lugares clave para su difusión. Informa que ya se han recolectado "más de dos millones de firmas". Todas las que se reúnan serán enviadas a la cumbre de los países más industrializados, el G-8, en Alemania en 1999. La Argentina no es de los más pobres, pero podría prender una vela.

"Isaiah Berlin dijo alguna vez que lo que le atraía de Inglaterra, su país de adopción, era la baja propensión a cometer enormidades. En la Argentina de posguerra, la inclinación a las enormidades se convirtió en el rasgo sobresaliente de un sistema político que finalmente se autodestruyó y que, mucho más gravemente, destruyó las vidas de toda una generación." Esta es una de las definiciones de Celia Szusterman, la autora de Frondizi, la política del desconcierto, que acaba de aparecer por Emecé. Alude al fundamentalismo tecnocrático de los desarrollistas, que buscaba reemplazar el debate político por "la verdad", que era por supuesto la suya. Es una de las aproximaciones de Szusterman, argentina e investigadora en el Saint Antony's College de Oxford, a un presidente que provoca más investigaciones y biografías a medida que Carlos Menem lleva más años en el poder. Además de la investigación sobre el gobierno desarrollista, el libro abarca un análisis detallado de los antecedentes inmediatos de la aparición de Frondizi e incluye un utilísimo racconto de las fracturas en la Unión Cívica Radical.

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