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Por A.G.B. Nacido en 1944, Guennadi Ziuganov es un producto de la nomenklatura soviética que luego de la disolución de la URSS reorganizó el Partido Comunista dentro de la Federación Rusa. Ahora no sólo es su presidente sino que es el jefe de la oposición en la Duma (parlamento ruso), una figura que reúne a todas las fuerzas no oficialistas, entre las cuales están los nacionalistas. De hecho, su lema es "Rusia, Patria, Pueblo" y llegó a manifestar respeto por Stalin porque, según él, estuvo a punto de conciliar el ideal comunista con los valores tradicionales rusos. Ziuganov lideró un fracasado pedido de destitución contra el presidente Boris Yeltsin, frente al cual perdió hace dos meses la posibilidad de rechazar su nuevo gabinete y forzar así unas elecciones en las cuales el comunismo aparecía como favorito. El dirigente estuvo ayer en Buenos Aires y dialogó con Página/12 en la sede del Partido Comunista Argentino, que cumple sus 80 años. Se refirió a la explosiva situación política de su país y al aún más explosivo peligro nuclear, que incluye a Rusia y al conflicto entre India y Pakistán. Sobre la Rusia actual dijo que no era capitalista, y que no había manera científica de definirla, pero que él se inclinaba por "feudalismo mafioso". --¿Es posible la transferencia de tecnología termonuclear rusa a sus aliados? --La Federación Rusa ha cancelado las exportaciones de material nuclear, e incluso lo ha retirado de las repúblicas ex soviéticas. No se transferiría de ninguna manera la tecnología necesaria para la fabricación de armas nucleares. --¿Cree en el peligro de la primera guerra atómica entre India y Pakistán? --Hasta ahora, existían solamente cinco naciones con potencial nuclear reconocido. Con las explosiones de las semanas pasadas, se han agregado India y Pakistán. Es el ingreso irrestricto de nuevas potencias nucleares al "club" nuclear lo que hace que las chances de un conflicto aumenten. --¿Pero qué ocurriría si el partido del general retirado Alexander Lebed llegara al poder? --A mi entender existen cuatro variantes de un posible o eventual desarrollo de los acontecimientos en Rusia. Si se conservan las actuales condiciones políticas, el desarrollo llevará a un caos casi inevitable. Hasta hace relativamente poco no teníamos personas sin domicilio que vagaran por las calles, y actualmente tenemos tres millones. Hasta hace poco no teníamos refugiados, y ahora alcanzan cifras aterradoras. Hasta hace poco todos tenían una vida digna, y ahora hay 15 millones que arrastran una vida lamentable, debajo de los estándares, de todo parámetro aceptable. Antes a todos les estaba asegurado el trabajo, y ahora hay 20 millones de desocupados o desempleados. Y llenándose la boca con el derecho sagrado a la propiedad individual, el Gobierno saqueó sin asco los ahorros de millones de personas. La población es desde luego consciente de que hay que hacer correcciones urgentes en la política si no se quiere colapsar. Y como esto ocurre en un país donde se tienen guardadas 30.000 cargas nucleares, es una amenaza a la paz mundial. Existe otra posibilidad, una dictadura del partido gobernante, una dictadura del señor Yeltsin y de su equipo, para decirlo de manera más brutal. A mi entender, esto es técnicamente imposible porque dos tercios del país odian a la política de Yeltsin. Este intento se disolvería a su vez en la primera variante, es decir: en un caos. Hay una tercera variante, más democrática. Formar un gobierno de coalición, que dé confianza al pueblo, y permita rearmar una política económica popular. Al agudizarse casi inevitablemente la crisis en el otoño, tal variante será sin duda demandada por la sociedad. Yo creo que la opción es la más factible, porque nuestro partido está abierto al diálogo. Y la cuarta variante, la variante final, es la dictadura de una junta, de una junta en verdad criminal. --¿De las mafias con el ejército? --A veces es difícil distinguir dónde terminan las mafias, y dónde empieza el Ejecutivo. Existen fuerzas que empujan al general Alexandr Lebed a un gesto de jefatura de un movimiento así. Ya se han presentado circunstancias similares, y no creo que ésa sea una salida de la situación. No existen actualmente soluciones fáciles. Las cosas son fáciles solamente para el líder nacionalista Zhirinovsky: para él es como comprar una píldora que nos va conseguir una botella de vodka, y una novia para completar el combo. Detrás del señor Lebed hay también círculos financieros y extranjeros que lo apoyaron. Y en su momento, muchos autoproclamados demócratas apoyaron a Lebed. Habrá que ver qué es lo que hace Lebed, si intenta cumplir con sus promesas de mejorar la vida en la región de Krasnayarsk, en Siberia, donde fue elegido, o si, por el contrario, no se dedica más bien a obedecer a sus sponsors. El peligro es la desintegración de Rusia, como lo hizo Yeltsin con la Unión Soviética. La manera de obrar de Lebed puede verse en que gastó para su propaganda electoral en una sola imprenta dos veces y medio más de lo que autoriza la ley para el total de la campaña. --Si usted quiere a Yeltsin fuera ya, ¿por qué los diputados comunistas votaron finalmente la aprobación del nuevo gabinete de Yeltsin? ¿No debería usted renunciar después de esa medida? --Es cierto que algunos diputados comunistas votaron en la Duma para aprobar al nuevo gabinete presentado por el presidente Yeltsin, y encabezado por el primer ministro Serguei Kyrienko. Pero esto es algo normal, que en definitiva ocurre en todas las organizaciones, es propio de la naturaleza de las organizaciones. Hay un momento en el que se toman en conjunto las decisiones, pero después cada uno de los integrantes de la organización, individualmente, toma una segunda decisión, personal. No se los puede perseguir para que voten como el Partido. El problema es Yeltsin. Con Yeltsin llegó una humillación masiva, y él es el que tiene que arrepentirse de lo que hizo, que lo hizo de una manera más loca y bárbara que Gorbachov. Por una ironía del destino, Yeltsin es el garante de la Constitución rusa. El, que no puede garantizar su propia persona. Lenin tuvo oportunidad de cambiar cuatro veces la orientación de la política económica; Yeltsin nunca sintió la necesidad de modificar el rumbo. --¿Cómo son las relaciones con Cuba? --En todas mis reuniones con líderes políticos del mundo, intenté persuadirlos de que el bloqueo es, como medida, un anacronismo. Hace tres años colaboré en Cuba en la organización de un congreso contra el bloqueo, en el que participaron todas las naciones de la tierra. Y quiero expresar mi agradecimiento a todos los países latinoamericanos que colaboran con Cuba y coadyuvan a frustrar, a hacer menos efectivo ese bloqueo.
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