JOAO HAVELANGE LOGRO CONSAGRAR A SU DELFIN PARA SUCEDERLO

BLATTER PRESIDENTE,
GRONDONA AL PODER DE FIFA

Fue más sencillo de lo que se esperaba. El suizo ganó por 111 votos a 80 y señaló al titular de la AFA como uno de los hombres fuertes de la nueva conducción del fútbol.

Joseph Blatter, suizo, de 62 años, secretario general de la entidad y mano derecha del presidente saliente Joao Havelange, fue consagrado ayer nuevo titular de la FIFA por los próximos cuatro años en una reñida elección en la que se impuso al sueco Lennart Johansson, presidente de la poderosa UEFA, por 111 votos a 80. En el nuevo Comité Ejecutivo que se dio a conocer, de 24 integrantes (presidente, siete vicepresidencias y 16 miembros), y que tendrá mandato hasta el año 2000, el titular de AFA, Julio Grondona, figura como "senior vice-president", primero en el orden sucesorio de Blatter. El influyente cargo de la Secretaría General, que ostentaba Blatter hasta ayer, no ha sido asignado aún. El triunfo de Blatter es, evidentemente, el triunfo de Havelange, y de la continuidad de una política de "globalización" de la que el electo fue ideólogo e impulsor vehemente.

Y finalmente, tras más de veinte años de aclamación, unanimidad y manos levantadas con el resorte de la espontaneidad, la confianza y la costumbre, hubo que votar. Y tal como se esperaba, fue una carnicería. Una pelea sucia en las instancias previas, con desafíos, bravuconadas, mojadas de oreja y descalificaciones, denuncias de irregularidad reglamentaria: la suma de las bajezas de la política más las pasiones autorizadas por el juego del fútbol, con el ingrediente feroz del dinero mediante y creciente. Sin embargo, cuando se aplacaron las aguas, con los resultados sobre las mesas y los rostros compuestos, el sueco levantó el brazo del suizo coherentemente, como después de un match de box, y más tarde, ambos fueron a la conferencia de prensa después de haber dejado las espadas detrás de la puerta y vaciarse los bolsillos de piedras. Se cruzaron en el estrado, se alargaron mutuamente la diestra para estrechar y posaron empuñando a cuatro manos la Copa del Mundo: el sueco, muy grandote y abatido, parecía un Obélix con cara de perro San Bernardo; el pequeño Blatter, Astérix arratonado, movedizo y de voz pequeña, hacía morisquetas. Después se sentó y comenzó, serenamente ante los periodistas, a hacerse cargo moderado de todas sus promesas preelectorales.

La sesión de ayer, que incluía la votación clave que definiría el destino del fútbol universal en el comienzo del nuevo milenio, comenzó a las nueve y media de la mañana y terminó, en sus instancias fundamentales, a las tres y media de la tarde. Atrás quedaron las pujas por los modos de emitir el voto, las deserciones y las especulaciones. El resultado estaba en el aire en los últimos días --al menos en Francia-- y no sorprendió la elección del Blatter ni el estrecho margen. Era evidente que ninguno de los dos podría obtener los dos tercios en la primera vuelta y que la elección se definiría por simple mayoría. Pero el clima no parecía el de una elección sino un proceso sucesorio, el reparto de un herencia, más precisamente, con los pretendidos herederos esperando en persona, ahí, junto al cajón, la apertura del sobre con la suerte o la desgracia.

No venían parejos en estrategia --Johansson se postuló y comenzó a hacer oposición desde fines del 95, Blatter se dedicó a ejercer el poder y recién se lanzó al ruedo en marzo de este año...-- y la elección de patrocinantes famosos resultaba desconcertante: el sueco mostraba a Pelé colgado de su brazo cuando los brasileños estaban, como toda América, detrás del Blatter-Havelange; Blatter se abrazaba con Platini mientras Europa parecía unida detrás de su titular de UEFA.

Y sus expectativas se apoyaban en apreciaciones genuinas. Para Johansson, el apoyo de sus pares de Europa y de la Confederación Africana (el presidente lo acompañó en los últimos actos) parecían definitivos; Blatter, que sentía que había abierto brechas en ese bloque, las cuentas eran otras; y tenía razón: "Soy optimista --decía en la conferencia de prensa del viernes pasado, cuando vino a abrochar los últimos votos a París--. Con Africa dividida y una Europa que duda... Con toda América detrás de nosotros y tres cuartas partes de Asia también... No podemos perder".

Y no perdió. Ahora sólo cabe esperar que la FIFA que viene se parezca a la que Blatter prometió. Ha puesto el énfasis en la participación: "Fútbol para todos y todos para el fútbol". Lo original, y de ahí la presencia ostensible de Platini tras el proyecto, es el énfasis en el protagonismo de los actores: futbolistas, entrenadores, árbitros tendrán representación orgánica en la FIFA, no mera consulta formal sino acceso a las esferas dirigentes. La promoción del fútbol femenino, de las competencias juveniles y el contacto más fluido con las confederaciones y federaciones nacionales son otras tantas prioridades del dinámico Blatter.

JULIO CANTÓ BINGO EN PARÍS Siempre al abrigo del poder, Julio Grondona acaba de obtener en París uno de sus más agudos triunfos políticos. Ya no es un vicepresidente cualquiera entre los seis que anidan en la FIFA, sino el primero de ellos, por su antigüedad, y como si no tuviera trabajo --desde atender anecdóticamente el mostrador de su ferretería en Sarandí hasta reunirse con el juez Víctor Perrotta para destrabar la suspensión del fútbol-- acaba de ser nominado como presidente de las comisiones de Finanzas y de Juveniles de la FIFA, lugares destacados que la multinacional del fútbol guarda para sus integrantes más íntimos. Y sin saber hablar inglés... "Es el resultado que esperaba --dijo ayer Grondona, que llegó una hora tarde a la votación, por culpa del tránsito parisino-- siempre estuve confiado. Johansson se ha portado en todo momento con corrección, pero la gente que lo rodeaba no siempre jugó limpio." Satisfecho porque la continuidad asegura su permanencia en el círculo del mando, el presidente de la AFA subrayó que "lo mejor para el fútbol es continuar con este trabajo. Valoro la continuidad porque las que mandan en el fútbol son las federaciones y hay que seguir con la imparcialidad con la que se ha actuado en los últimos 24 años".

--¿Cuáles son los problemas que quiere usted resolver de forma prioritaria como presidente de la FIFA?

--Voy a establecer con el Comité Ejecutivo de la FIFA un calendario de urgencias, para atacar los problemas inherentes al fútbol del futuro: las ligas profesionales, los propietarios de clubes, los traspasos de jugadores. Debemos evitar toda injerencia de la televisión, con el fin de ser socios, pero no tributarios. Nos ocuparemos también de las relaciones con las organizaciones políticas, para que haya un verdadero diálogo antes de las decisiones importantes, y evitar situaciones como la que fue creada con la ley Bosman.

--¿Cómo va a administrar la FIFA junto a Michel Platini?

--Debemos cambiar las estructuras de decisión de la FIFA, para tomar decisiones más rápidas. Hablaré de ello primero con el Comité Ejecutivo, pero mis planes van hacia la creación de un comité reducido de seis miembros que se reuniría cada mes con la dirección de la FIFA. Michel Platini jugó un papel preponderante en mi campaña. He previsto confiarle, puede que sea este otoño, un puesto de director deportivo y ejecutivo, para encargarse de los contactos con los futbolistas, los entrenadores, los árbitros. Pelé montó el caballo equivocado, pero volverá. Los futbolistas son todos bienvenidos a la FIFA.

--¿Cómo puede la FIFA favorecer la calidad del espectáculo?

--La calidad del espectáculo está ligada al arbitraje. Ese es el punto débil, ya que alrededor de ellos todo el mundo es profesional y busca ganar a cualquier precio. Hay que tener la valentía de considerar a los árbitros como profesionales, eso es lo que hemos hecho en el Mundial: cada árbitro recibirá unos 20.000 dólares por un mes. En cuanto a las leyes del juego, deben seguir siendo simples. El papel del International Board está inscrito en los estatutos de la FIFA desde 1946. Para cambiar esto, habría que cambiar los estatutos de la FIFA.

L'AMOUR FOOT Gente acreditada

Por J. S.
Desde París

Pese a que el Metro renquea por las huelgas, el cronista llega temprano, holgado, con un colchón para la urgencia que dan las cinco horas de diferencia horaria; pero además llega temprano porque se siente cómodo en el vientre de la Ballena Tecnológica. Es raro que se sienta cómodo en lugares tan amplios y complejos. Pero incluso su fobia cabe allí. Porque el centro de prensa en la Porte de Versailles, en los espacios de la antigua, clásica, Feria de Exposiciones de París (ahí están las torres, las mismas de las antiguas fotografías en sepia de lo nuevo viejo de principios de siglo) es un lugar tan grande que cabe todo. Incluso cabe el Mundial, que no cabe en París, que no tiene lugar en París porque pareciera que, cuando llegó, el fútbol encontró todo ocupado. Las calles, las paredes, los espacios de tevé, pero sobre todo las almas y los corazones. Entonces, conscientes de lo que no pueden dar, los prolijos y formales franceses le habilitaron a la pasión futbolera una serie de espacios para su acotada y libre expansión: un estadio nuevo, lujoso, bello y caro, y el centro de prensa para que los que traen la pasión consigo tengan algún rebote en otros apasionados.

El cronista se instala en la zona de la prensa escrita, que es sólo un fragmento menor y no demasiado calificado del inmenso predio. Se instala y coloca sus modestas tecnologías sobre una de las treinta largas mesas en las que se alinea una docena de sillas plásticas negras de cada lado. Hace la cuenta: casi setecientos lugares. Están los teléfonos, las tarjetas especiales, Internet, todos los chiches funcionando más diez televisores simultáneos y una pantalla gigante, llena de bellas y evocativas imágenes futboleras, y sabiamente silenciosa. Se quedará allí por horas y podrá comprobar cómo se alternan los contingentes según las urgencias del huso horario de cada uno (los del Este trabajan más apurados, corren de atrás desde la mañana y se van antes; los africanos andan casi a la hora, los americanos trotan sin dejarse alcanzar, llegan al atardecer y se quedan hasta avanzada la noche). También, siguiendo los pasos y las oscilaciones de una maravillosa muchacha camerunesa acreditada para todo, el cronista descubrirá que la distribución poblacional en la sala no es homogénea y que el grado de acceso a tecnologías más complejas o elementales determina la ubicación de los sufridos escribas. Mientras algunos picotean con soltura en Internet, la grey africana transpira con el fax al fondo del salón. El cronista no tiene muchas ganas de reflexionar al respecto, mientras Romario define como los dioses (petisos) en USA 94 en la pantalla gigante.

Aparece un colega mexicano y casi le tapa la pantalla. Por el tamaño y la traza, Paco podría haber servido de modelo al monstruoso muñeco con patines, encarnación de América, que desfilará y actuará junto a otros gigantes y cabezudos en la fiesta de presentación de los Champs Elysées. La credencial parece un minúsculo escapulario perdido en el amplio campo de su pecho:

--Hermano, hay un tipo afuera que lo busca. Quiere entrar pero no lo dejan --dice Paco.

--¿Quién es?

--Un argentino, claro. Pero no parece.

En la salvedad el cronista puede reconocer todo el amistoso prejuicio del colega.

--Gracias.

Mientras termina de escribir y sale a buscar al sorpresivo visitante, el cronista no se permite suponer de quién se trata pero al reconocer, lidiando con los controles, la figura de Arnaldo Bostelli --el cura que quiere armar la selección del Vaticano-- acelera el paso: no siempre las noticias, aunque sean las catástrofes, vienen hacia donde uno está.

PRINCIPAL