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Un solo hombre fue capaz de lograr cien mil coitos exitosos en un solo día. El milagro se produjo en Estados Unidos y, milagro americano, fue producto del dinero: se trata de un magnate que donó un millón de dólares para suministrar gratuitamente el medicamento Viagra a hombres que no estén en condiciones de pagarlo. Como cada pastilla cuesta 10 dólares, los coitos así garantizados ascenderán exactamente a la mencionada cantidad. La generosidad del excéntrico millonario pone sobre el tapete el hecho de que muchos seguros de enfermedad norteamericanos no cubren el tratamiento de las disfunciones sexuales. Alan C. Greenberg tiene 70 años y es un hombre exitoso: presidente de la firma bursátil Bears, Stearns Companies, recibió una bonificación de veinte millones de dólares el año pasado. Anteayer, donó un millón de dólares a un hospital, con el destino específico de solventar las prescripciones del medicamento Viagra, contra la impotencia sexual, a hombres de su edad que no puedan pagarlo: "Yo pienso que esto dará mucho placer a mucha gente", razonó. Greenberg dijo que tomó esa decisión a raíz de que diversos programas norteamericanos de seguro de salud, estatales o privados, limitan o niegan a sus afiliados el Viagra, cuyo costo es de 8 a 10 dólares cada píldora. De todos modos las autoridades del centro médico que recibió la donación --el Hospital de Cirugías Especiales de Manhattan-- manifestaron su sorpresa: "Es rarísimo que alguien haga una donación para financiar un determinado medicamento contra una enfermedad específica, y nunca sucedió con una droga contra la impotencia sexual". A lo largo de su vida, el ahora filántropo adquirió cierta notoriedad como lo que los norteamericanos llaman un "financista agresivo", poco convencional, y acumuló anécdotas, algunas de las cuales merecen ser citadas. Como presidente de Bears..., ordenó a sus empleados ahorrar en el gasto de sobres para correspondencia interna mediante el recurso de pasar la lengua sólo por una parte de la banda engomada del sobre, dejando así otra parte libre para que otro empleado lo reutilizara. Otro episodio en la historia filantrópica de Greenberg fue una donación al Museo Israel, de Jerusalén, con el propósito específico de mejorar sus retretes. La donación estaba condicionada a que en los cuartos de baño se instalara una placa en honor a su propio hermano, el así inmortalizado Maynard Greenberg. Recuerda Alan: "Mucha gente vino a decirme: 'No podemos darnos cuenta de si usted quiere a su hermano o lo odia...'. Yo les dije que lo quiero", dijo, por decir, el financista. Llamó la atención que Greenberg hiciera su donación precisamente al Hospital de Cirugías Especiales, dedicado a la ortopedia, pero él supo explicarlo: "Mi esposa está en el consejo de administración del hospital". Y, en tono de broma, agregó: "Yo soy accionista de Pfizer (la empresa que elabora el Viagra): lo mío no es altruismo". Así, de comentario en comentario, el millonario tuvo que enfrentarse con la pregunta del millón: "Usted, ¿toma Viagra?". --No voy a contestar a eso --contestó.
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