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Por Mariana Carbajal Un ejército de doscientos cincuenta visitadores médicos se encargará de difundir entre urólogos y andrólogos de todo el país las bondades de la pastilla contra la impotencia, que ya puede venderse en la Argentina: ayer la Administración Nacional de Alimentos, Medicamentos y Tecnología (Anmat) aprobó la importación de Viagra que aquí se denominará Sildefil. Sin embargo, los ansiosos deberán esperar algunas semanas más para probar la droga que bate records de ventas en todo el mundo. Recién en el trascurso del mes próximo la famosa píldora llegará a las farmacias argentinas. Sólo podrá adquirirse con receta archivada y su costo será similar al de Estados Unidos: entre 10 y 12 pesos por unidad. Pero Pfizer no será el único laboratorio que traerá la milagrosa droga al país. También lo comercializará Bagó al mismo precio pero con otro nombre de fantasía (Lumix). Teniendo en cuenta que el nuevo fármaco está contraindicado para quienes toman determinadas drogas contra enfermedades cardíacas, tanto Pfizer como la Anmat brindarán pormenorizadas recomendaciones a especialistas en impotencia y profesionales de los servicios de urgencias y cardiología del país para prevenir cualquier accidente con Sildefil. "La aprobación es un hecho", anunció a Página/12 el vocero de la Anmat, Roberto Lede. El mismo se encargó de comunicar en forma telefónica al laboratorio Pfizer la novedad, poco después del mediodía. La notificación oficial podría llegar hoy cuando se completen en el organismo algunos trámites administrativos que faltaban ayer. "El Sildefil será importado directamente desde Brooklyn (EE.UU.) en frascos de 2 y 4 comprimidos de 25 y 50 miligramos y de 4 unidades en el caso de 100 miligramos", informó Enrique Comesaña, asesor médico del laboratorio Pfizer Argentina. El tipo de dosis lo debe determinar el médico. La resolución de la Anmat estableció que la droga sólo podrá venderse bajo receta archivada, es decir, una deberá quedar guardada en la farmacia. "Es para que haya un mejor registro y control de su expendio", indicó Lede. Sin embargo, no descartó que más adelante se modifique esta obligación y pase a venderse con receta simple, como en Estados Unidos. La Anmat dio vía libre a la importación y comercialización del nuevo fármaco luego de revisar la autorización de la Food and Drug Administration (FDA) para su venta en el mercado norteamericano. Y tuvo en cuenta el informe de ese organismo sobre la muerte 16 hombres, que fallecieron después de haber ingerido la pastilla. Según el FDA, Viagra es seguro y no fue la causa directa de las muertes: en su mayoría las mismas se produjeron por ingerir conjuntamente la píldora y medicamentos para enfermedades cardíacas, como nitratos y nitroglicerina, cuya combinación es letal y está expresamente contraindicada. Por esa razón, tanto la Anmat como Pfizer encararán una campaña de prevención para alertar sobre este aspecto: mientras el organismo oficial está terminando un dossier con las características de la droga para distribuir entre los especialistas en impotencia, el laboratorio realizará un trabajo de prevención y concientización en todos los servicios de urgencias y unidades coronarias para evitar que se suministre la medicación cardiovascular contraindicada (nitritos, nitratos y otros dadores de óxido nítrico) en pacientes que hayan ingerido Sildefil. El urólogo Amado Bechara, del Hospital Durand, recordó ayer que no se trata de un afrodisíaco. La píldora no despierta el deseo ni mejora el rendimiento sexual. "La gente no debe olvidar que éste es un producto de venta bajo receta, que merece una consulta y una prescripción médica previa y que sólo es efectivo en aquellos pacientes que experimentan algún tipo de disfunción eréctil", insistió Bechara. Para el diagnóstico --agregó-- se debe realizar un interrogatorio exhaustivo al paciente en busca de antecedentes (hipertensión, diabetes, el consumo de ciertos medicamentos) que pudieran ser causa de la disfunción, y un examen médico completo. "La droga actúa bloqueando temporalmente una enzima (conocida como PDE 5) que el hombre produce naturalmente y que provoca la disminución de la erección o la impotencia", precisó. Aunque el fármaco fue en general bien tolerado, tiene algunos efectos secundarios como cefaleas, enrojecimiento, congestión nasal y cambios ocasionales en la percepción del color. Debe tomarse una hora antes de la relación sexual. Pero a no entusiasmarse: no se puede ingerir más de una por día.
La aprobación para el ingreso al país de la pastillita azul abre un nuevo frente de discusión: su cobertura o no por parte de las obras sociales y la medicina prepaga. Las consultas realizadas ayer por este diario indican que unas y otras no decidieron al respecto y que primero quieren saber quién y cómo comercializará el Sildefil (nombre que tendrá el Viagra en el país). El nudo de la cuestión radica en que, si se cubre, podría actuar como disparador para el reclamo de otras prestaciones no incluidas en la mayoría de los servicios de salud, como los anticonceptivos o la fertilización asistida. El debate ya comenzó en Estados Unidos: el Colegio de Ginecólogos consideró "discriminatorio" que los servicios de salud cubran el Viagra y no los anticonceptivos. El problema adquiere mayor dimensión si se tiene en cuenta que no existe un vademecum (o formulario terapéutico) oficial, a pesar de las recomendaciones de los expertos partícipes del proceso que derivó en la aprobación del Programa Médico Obligatorio (PMO) en noviembre. Las obras sociales toman como punto de referencia los vademecum de la Confederación Médica Argentina y/o de IOMA y agregarán o sacarán medicamentos, acorde a los criterios de sus respectivas auditorías médicas. El otro costado del tema fue graficado por Mauricio D'Alessandro, gerente general de OSPLAD (docentes): "El que cubra Sildefil tiene asegurada la mayoría de los traspasos en el sistema de libre elección de obras sociales. Va a ser más significativo que ofrecer servicios turísticos", sostuvo. "Hace algunas semanas propuse la cobertura --contó-- pero el área médica se opuso porque no estaban terminados los estudios y porque el PMO no incluye el tratamiento de la impotencia; cubrir la pastilla operaría como arrastre de otras prestaciones vinculadas a la sexualidad, como la anticoncepción y la fertilización asistida". Jorge Fainstein, jefe de auditoría médica de la OSTPBA (prensa), consideró probable que se incluya entre los de "uso normatizado": se cubre el costo pero al no figurar en los formularios terapéuticos, el paciente deberá gestionar la aprobación en la sede de la obra social. "Mucha gente cree que puede convertirse en superhombres y el riesgo es que el público la tome sin una necesidad real", explicó. Por parte de las privadas, el cuerpo médico del Swiss Medical Group comenzó a discutir cómo tratarán al Viagra pero no llegó a tomar una decisión. En tanto, voceros de Tim, del grupo Exxel, indicaron que "esperarán alguna información sobre la comercialización en el país, si es de venta libre o no" antes de decidir si lo integran al lote de descuentos o no. En Estados Unidos los servicios de salud reintegran el costo del
Viagra, pero ahora se enfrentan a un nuevo debate: Anita Nelson, del Colegio de
Ginecólogos, consideró que esa incorporación "contrasta con la negativa a cubrir
las píldoras anticonceptivas. Es una clara discriminación contra la mujer". Quienes
no coinciden, argumentan que "la impotencia es una enfermedad" en tanto la
anticoncepción "es una opción", pero en sociedades menos pudientes, el
embarazo no deseado es un problema médico.
ahora lo ingiere antes de cada relación. Ejemplo b): un hombre de 60 años, con moderada hipertensión arterial, creía padecer impotencia sexual pero ni él ni su mujer sabían que lo que necesitaba era mayor tiempo y más estímulo para la erección: cuando lo supieron y se tranquilizaron, él recuperó la potencia perdida. El problema es que el hombre del ejemplo a) puede ser el mismo del ejemplo b), y aquí se ubica el debate sobre el uso de la nueva droga, que tres especialistas dejaron planteado para Página/12. El sildenafil: ¿Recurso para borronear los problemas de relación entre personas que se ligan con la impotencia?; ¿"Bastón" útil, combinable con otros abordajes? En todo caso, entre las estadísticas milagrosas existe una menos conocida: el 99 por ciento de los hombres que empezaron a usar sildenafil necesitaron seguir usándolo, siempre. "Una principal causa de impotencia es el miedo a la relación sexual, y esto el Viagra no lo resuelve", afirmó el médico León Gindin, director del Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (Cetis), y relató "un caso típico" de consulta por impotencia: "Un señor de 55 años, acostumbrado a que, en cuanto se refregaba un poquito con la señora, tenía una erección y copulaba; ella nunca le ofrecía caricias, manuales u orales. Bueno, un día el hombre no tiene su erección y se desespera, y no lo va a resolver con sildenafil porque para que el medicamento funcione tiene que haber un estímulo erótico: a ese hombre no le alcanza el estímulo con el que antes se conformaba, y la mujer nunca antes se animó. Un hombre de edad puede necesitar hasta una hora para llegar a la erección, lo cual no le impide estar excitado desde el principio del juego sexual; excitación no equivale a erección, del mismo modo que algunas mujeres pueden estar excitadas aun sin lubricarse". Prudente es la opinión de José Vázquez, jefe de Andrología y Sexología del Hospital de Clínicas: "El sildenafil está lejos de `solucionar el problema de la impotencia', la cual puede tener muy distintas causas que requieren distintos tratamientos". Para Vázquez, "el sildenafil podría andar mejor en pacientes más o menos sanos, en casos predominantemente psicológicos o arteriosclerosis leves o moderadas". En todo caso, "no es más que un tratamiento sintomático: si la impotencia proviene de un conflicto personal, la pastilla no va a resolver ese conflicto, y quizá llegue el momento en que también deje de actuar sobre el síntoma". Distinta es la opinión de Amado Bechara, titular del sector de disfunción eréctil del servicio de urología del Hospital Durand, quien participa en una investigación sobre el sildenafil encargada por el laboratorio Pfizer: "El sildenafil fue ensayado para una amplia variedad de orígenes de la disfunción eréctil: personas con depresión, diabéticos, hipertensos, lesionados medulares: la eficacia promedio fue del 70 por ciento; para los diabéticos, del 60 por ciento; entre los hipertensos, del 70 al 75 por ciento; en pacientes con depresión llegó al 90 por ciento. --¿La experiencia vale para los factores psíquicos de la impotencia, tanto como para los orgánicos? --preguntó Página/12. --Si un paciente tiene poca confianza, si está más pendiente de que su pene esté erecto que de disfrutar, eso es un factor negativo, también para el tratamiento con sildenafil. Sin embargo, el medicamento puede ser una especie de bastón que le haga ganar tranquilidad, sin perjuicio de otros abordajes desde el punto de vista psicosexual --contestó Bechara. --¿El paciente necesitaría tomar el medicamento mientras dure su vida sexual? --En principio sí, a menos que el componente emotivo sea el más importante y el paciente, sintiéndose más seguro, recupere su erección sin necesitar la pastilla: pero en el ensayo más largo, que duró un año, sólo seis de 600 pacientes lo consiguieron. --¿Se conocen posibles efectos colaterales del sildenafil, más allá de un año de tratamiento? --No están todavía investigados en seres humanos --respondió el doctor Bechara.
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