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Por Daniel Lagares El único italiano feliz es
Sergio Cragnotti, el presidente de la Lazio que pagó más de 17 millones de dólares por
Marcelo Salas. Como una nueva Bestia Negra, el goleador de Temuco entró por la puerta
grande del calcio y en un par de minutos se reconvirtió de Matador en Diavolo. El ex
goleador de River es uno de los grandes candidatos a convertirse en la estrella del
Mundial. Sólo un puñado de elegidos de la nueva generación (Ronaldo, Ortega, Zidane,
Raul, Bierhoff) disputa el reinado pero el chileno tuvo una aparición espectacular.
¿Cuál es la diferencia entre su segundo gol y aquél de Pelé en la final de México
'70? Italia fue la víctima dos veces. Hace un cuarto de siglo cuando el Maestro anunció
lo que después sólo haría Michael Jordan. Saltó y caminó en el aire para recoger el
centro de Rivelinho desde la izquierda, superó en el esfuerzo a Burgnich y clavó el
cabezazo contra el primer palo de Albertosi. Ayer, Salas fue antes y más alto que Fabio
Cannavaro y metió el testazo que aterrizó contra el palo derecho de Pagliuca. Ya había
empatado el partido cuando fue más rápido y más vivo que Cannavaro al recoger el
pase-rebote de Reyes. Salas siempre hizo goles claves y siempre llegó a la red cuando
debía ganarse simpatías. Debutó en la Roja con un tanto, apareció en la U de Chile y
la puso adentro, se puso la banda roja y marcó en la Bombonera contra Boca. Debutó en el
Mundial contra la selección del país que lo acogerá y le hizo dos goles. Los noticieros
deportivos italianos de anoche no encontraban el rumbo. No sabían si criticar la floja
actuación de la Nazionale, en justificar que el paso de la marca en zona al hombre como
pretende Maldini lleva tiempo, o en elogiar, con reparos, a Salas. Ese que los italianos
están felices de tener a una futura estrella pero no se bancan que sean fieles a sus
selecciones cuando deben jugar contra la azurra. De esto, Maradona podría hablarle un
largo rato al Matador traducido en "Asassino".
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