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ENTRE LA DUDA Y LA ILUSIÓN Por Eduardo Febbro desde Lyon Francia debuta esta tarde con Sudáfrica. El país que organiza el último mundial de fútbol del siglo XX no cree en su selección. Una encuesta hecha ayer por la radio Europa 1 entre los periodistas deportivos más destacados de Francia dio resultados desconcertantes. Una gran mayoría de los interrogados confesó su claro escepticismo por una selección en la que todos reconocen el talento individual de varios jugadores, pero ponen en tela de juicio las elecciones tácticas del entrenador Aimé Jacquet. El clima que reina en el seno de la selección es por demás particular. Un detalle sirve de ejemplo. El seleccionador francés no les permitió a sus jugadores mirar en directo el partido inaugural entre Brasil y Escocia. La hora del partido coincidía con los entrenamientos y Aimé Jacquet prefirió que sus hombres lo viesen más tarde en un video. La falta de fe colectiva en la selección nacional se explica también por el realismo de sus jugadores. El capitán del equipo francés, Didier Deschamps, definió así el método francés: "Una defensa sólidamente armada, una presión sin descanso sobre el adversario que lleva la pelota y un realismo ofensivo para convertir en gol la primera ocasión que se presenta. A los reproches que le hacen los especialistas, Aimé Jacquet responde diciendo que hoy "no tengo un Michel Platini al alcance de la mano". Desde hace unos diez días, Jacquet y sus hombres declaran ante quien quiera escucharlos que el "método" del realismo ofensivo es la espina dorsal de cualquier triunfo. La prensa francesa habla de "campaña preparada" para, como lo escribe Le Monde, "sacarse de encima la responsabilidad del Mundial antes de tiempo". Epítetos como "inanidad del juego colectivo francés" o "represión de las ambiciones" son moneda corriente en la prensa local. Las "confesiones" de los jugadores no autorizan el entusiasmo ni el sueño desmedido. Laurent Blanc dijo antes de ayer: "Vamos a tratar de jugar bien, pero no podremos ofrecer un gran espectáculo sistemáticamente". La lluvia de críticas que cae encima del entrenador francés es hoy una tormenta. Si alguien le pregunta a un hincha francés qué espera de su lección, éste levanta los hombros y dice: "Casi nada, se van a conformar con empates... me parece que va a ser una selección aburrida". Esta opinión pertenece a lo que en francés se llama "la mayoría aplastante". Todos reconocen la calidad de jugadores como Deschamps, Zidane o Djorkaeff pero ese reconocimiento no es extensivo al juego colectivo de los 11 azules. El recuerdo de la Eurocopa del '96, disputada en Inglaterra, condiciona los entusiasmos de una hinchada que sueña con una formación en perpetuo movimiento en busca del gol. Pero ser pesimista es también una especialidad nacional. Tal vez la verdad la tengan los apostadores que ponen a Brasil como primero y a Francia en segundo lugar.
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