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Por Cecilia Hopkins ![]() El empresario Carlos Rottemberg afirma que el fenómeno responde a "un recurso válido para movilizar al público" pero que imagina de corta duración. "Nadie va a aplaudir a un director porque sea extranjero: si Nine o Art andan bien de público es porque están bien hechas", puntualiza a Página/12. De todos modos, el productor asegura que, a su entender, "todo lo que tenga que ver con el espectáculo nacional se nutre del espectáculo nacional", aunque reconoce que él también, cuando encaró la producción de Equus en 1976, resolvió comprar los planos de la misma planta escenográfica utilizada en Londres. En cuanto a la relación de los actores argentinos con los directores extranjeros, Rottemberg cree que "ciertos actores-figuras, y hablo de ésos que son capaces de convocar en los teatros grandes de la calle Corrientes, demuestran un respeto hacia los directores de afuera, diferente al que tienen por los directores locales". Según su punto de vista, cuando trabajan con aquéllos, los actores cumplen puntualmente con los períodos de ensayo, logrando en pocos meses lo que les insumiría mucho más tiempo con realizadores locales. "Tal vez el director argentino está de algún modo fagocitado por las figuras", arriesga Rottemberg, "aparte de que muchos de estos actores sólo hacen teatro cuando no tienen un buen contrato televisivo, algo que me da mucha bronca", concluye. María Julia Bertotto fue responsable de la recreación del diseño
escenográfico original de Art, para lo cual debió lograr la misma proporción y
armonía de la escenografía que conoció en detalle en Broadway, adaptándola a una
escala mucho menor, teniendo en cuenta la diferencia de tamaño de la sala porteña
respecto de la original. "Fue un ejercicio geométrico-matemático muy complejo pero
no puedo decir que puse en juego mi propia creatividad", señaló a Página/12.
Bertotto no está a favor de la "clonación" de espectáculos como método
sistemático porque cree que "la globalización del espectáculo va en contra de la
misma esencia del hecho teatral". Y afirma que "la visión particular que cada
director impone a cada obra es lo que hace del teatro un fenómeno vivo". Se pregunta
cuál sería el nivel de creatividad de los grandes escenógrafos de Broadway si
trabajaran en teatros con presupuestos mínimos. "Su enorme talento se vería sin
dudas restringido si tuvieran, como nosotros, la necesidad de pensar en escenografías
baratas, que puedan ser armadas y desarmadas en poco tiempo porque las salas tienen otras
actividades, que puedan, además, ser guardadas en pequeños espacios", razona, sin
dejar de señalar que por lo general los realizadores locales trabajan contra reloj, con
procesos de búsqueda muy limitados. "Es muy injusto hablar de falta de creatividad
en un medio que, como éste, ofrece condiciones tan adversas, yo creo que trabajamos
sacando conejos de la galera, haciendo malabares", razona. |