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El gobierno japonés admitió ayer oficialmente una recesión declarada, luego de dar a conocer que en el primer trimestre de este año el producto bruto interno cayó un 1,3 por ciento respecto del período anterior y 5,3 por ciento con relación a un año atrás. La crisis en los mercados financieros volvió a reflejarse en un nuevo debilitamiento del yen, que cotizó a 144,5 unidades por dólar. El continuado derrumbe de la divisa nipona y el ingreso declarado en fase de recesión de su economía reaviva la posibilidad de nuevas devaluaciones monetarias en Asia, a las que podrían verse arrastradas China y Rusia, poniendo en riesgo al conjunto de la economía mundial. "Rusia puede ser el puente de contagio a Brasil, y de allí la crisis se extendería a toda Latinoamérica", había advertido a Página/12 un especialista en una entrevista publicada ayer. El cuadro es francamente desolador. El producto bruto interno en el primer trimestre del año resultó un 5,3 por ciento inferior al de un año atrás, constituyendo además el tercer período trimestral consecutivo de baja anualizada. Las exportaciones retrocedieron en un 3,8 por ciento respecto del trimestre anterior, fundamentalmente por efecto de las menores compras de otros países de la región. Las empresas redujeron un 5,1 por ciento sus inversiones de capital. Sólo en mayo, 1791 empresas japonesas se declararon insolventes, un 37,5 por ciento más que en el mismo mes de 1997 y en el nivel más alto para ese mes desde la Segunda Guerra Mundial. El número de quiebras atribuibles directamente a la crisis, según los expertos, se incrementó a 1267. Luego del colapso de varias entidades, el clima de inseguridad sobre la estabilidad del sistema financiero japonés se fue enrareciendo. El vicedirector de la Agencia de Planeamiento, Shimpei Nukaya, admitió que la crisis asiática tuvo más efectos negativos de lo que se esperaba. Ayer afirmó que los datos de la caída del PBI "subrayan la sombría situación en la que se encuentra la economía real de Japón". El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin, colaboró ayer a enviar el yen a su nivel más bajo de los últimos ocho años. "Su economía está en recesión --dijo el influyente funcionario respecto de Japón--, su moneda es cada vez más débil y estamos muy preocupados por esa debilidad", dijo en una nueva vuelta de tuerca a sus ya pesimistas comentarios del miércoles. Rubin explicó que Estados Unidos no intervendrá para detener la caída del yen, con lo cual aceleró la depreciación de la divisa japonesa en una caída libre sin red. La fuerte caída del yen ha desatado un círculo vicioso de pesimismo en Asia, en la medida en la que su caída ha llevado a la baja a las monedas regionales, socavó los mercados de acciones y aumentó la posibilidad de nuevas devaluaciones monetarias, que por ahora no alcanzaron a China pero que podrían terminar arrastrándola. Hasta ahora, la muralla ha sido un dique frente a la tormenta económica de Asia. Mientras los expertos pronostican que el yen seguirá cayendo, los industriales estadounidenses manifiestan una creciente preocupación porque sus exportaciones al Asia se encuentran en neto retroceso. Para las tres fábricas de autos de Detroit --General Motors, Ford y Chrysler--, sus exportaciones a Japón "se han hundido, y la baja del yen es responsable en un 90 por ciento", según apuntó Steve Collins, representante en Washington de la Asociación Automotriz de América. "La caída de la moneda japonesa realmente destruyó las posibilidades de venta de nuestras fábricas en el archipiélago y de las inversiones de centenas de millones de dólares realizadas tras el acuerdo de apertura del mercado japonés de 1995", se lamentó Collins. En el sector de tecnología de punta, Motorola --fabricante de material electrónico y de telefonía-- atribuyó parcialmente a la situación económica de Asia la eliminación de 15 mil empleos anunciada este mes. Boeing, el primer fabricante mundial de aviones, anunció esta semana que reducirá en un 30 por ciento la producción de sus cargueros B747 y B777 en 1999 en respuesta a una disminución de la demanda de las compañías aéreas asiáticas, ante la persistente caída del tráfico aéreo provocado por la crisis. Globalmente, las exportaciones de Estados Unidos a los cinco "tigres asiáticos" afectados por la tormenta financiera disminuyeron entre 17 mil y 21 mil millones de dólares, de los cuales más de dos tercios se explican por la baja en la demanda de Corea. Adicionalmente, se calcula que la crisis en Japón significará una pérdida en la corriente comercial hacia ese país de entre 6 mil y 8 mil millones de dólares. El costo para la economía estadounidense, según estimó el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, será de 1,25 puntos de crecimiento en el PBI.
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