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Barrabravas contra hooligans, en carpeta

Los hinchas ingleses ya son los protagonistas vergonzantes de este Mundial, y la policía prevé un choque con los barras argentinos.

Los ingleses ya ensombrecieron la Copa del Mundo.
Ayer fueron deportados cinco hooligans y un tunecino.

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t.gif (67 bytes)  Los tiempos cambian pero las costumbres se mantienen y el miedo se conserva. Hace doce años, en el Mundial de México, barrabravas argentinos y hooligans ingleses se trenzaron en una batalla histórica. Raúl Gámez era “Pistola”, barrabrava de Vélez y protagonista destacado del intercambio de mamporros con los hijos de la Corona. Gámez está en L’Etrat como presidente de la delegación de la AFA y no intervendrá en la posible nueva guerra de argentinos e ingleses que previenen los servicios franceses si las selecciones de ambos países se enfrentan en los octavos de final de la Copa del Mundo.
El destino del fixture indica que Argentina debe enfrentarse en octavos a uno de los clasificados del Grupo G. Si los de Passarella son primeros, al segundo de la otra zona el día 30 en Saint Etienne. Si son segundos entonces el rival será el primero del G, en la misma jornada, pero en Burdeos.
Hasta el hipotético partido Argentina-Inglaterra faltan 13 días pero aunque los 146 barrabravas criollos que viajaron sostienen un inteligente bajo perfil, existe otro factor de riesgo para el día 30: que los árabes se sumen a los argentinos buscando alianza con los sudamericanos y revancha con los ingleses. Si ese partido se juega en Saint Etienne, el peligro aumenta. Los islámicos y los franceses de origen árabe son segregados y viven como viven las minorías étnicas en las grandes ciudades, pero en los suburbios de Saint Etienne y Lyon, separadas por apenas 60 kilómetros, la frontera social es mucho más pronunciada que en todo el país. El Mundial y la batalla de Marsella pueden ser el escenario y la excusa ideales para un segundo combate.
El desastre que provocaron los hooligans en Marsella movilizó los resortes represivos franceses. Ahora la policía escolta a los hooligans hasta cuando van al baño y el gobierno anunció medidas excepcionales ante un próximo brote de violencia de los vecinos del Canal de la Mancha. Los argentinos son “controlables” para las autoridades locales porque no se advierten actividades de barrabravas y el grupo de compatriotas que llegó aquí es peligroso, pero en otros aspectos. Hacen papelones continuamente, son el terror de los shoppings y espantan a los dueños de casa con sus modos arrogantes y poco gentiles.
Los argentinos en el Mundial no son peligrosos, son molestos aunque a alguno haya que reconocerle la habilidad para herir con sutileza. Un compatriota le preguntó a un gerente de hotel: “¿Cómo, ustedes todavía no hablan en inglés?”. Quien haya hojeado algún manual de historia sabrá que la única buena relación entre los países vecinos es “La Franco Inglesa”.
El próximo partido de Inglaterra es el lunes, con Rumania, en Toulouse. Decenas de buses con hinchas ingleses fueron escoltados desde Marsella a la ciudad de Gardel por un cuerpo especial de la policía local, de 1600 efectivos, donde las autoridades comunales dispusieron una serie de recomendaciones a los comerciantes. Una contradicción abraza a los tolosanos. La ciudad es un bastión histórico del socialismo y como gente progre, comprende las causas del fenómeno del hooliganismo pero temen por la propiedad privada y su seguridad personal como cualquier hijo de vecino. Se pidió que no se venda alcohol después de las 20 y que se refuerce la seguridad privada en los lugares nocturnos, pero el Mundial es una magnífica oportunidad de recaudar dinero y los empresarios se debaten entre exponer sus locales y la clientela o sacrificar una ganancia segura. Además, como ciudad universitaria, Toulouse es una ciudad donde los jóvenes son mayoría y ellos reclaman al Estado que no les recorten los derechos individuales por una situación que les es ajena.

 

Uno más rico que otro

t.gif (67 bytes) Tras soportar por más de una semana los comentarios varoniles sobre el juego, me toca exponer mi condición femenina y abandonar los frígidos sistemas 4-4-2 ó 3-4-3 que, a esta altura, me resultan intrascendentes para graduar la emoción de un partido. No puedo evitar observar constantemente al lateral izquierdo de Italia, Paolo Maldini. Esa camiseta número tres envuelve a un morocho de ojos azules, que, si mal no recuerdo, revolucionó el mercado femenino en 1994. Sube, baja y ordena la defensa; transpira y todo, y así mojadito como queda después de 90 minutos de acción, me lo llevaría a la mesita de luz para darle una ojeadita todas las noches; ojeadita nada más, no sea cosa que el morocho sin ojos azules que tengo en casa me haga una escena de celos y empiece con el “qué tiene ése que no tenga yo” y esa sarta de pavadas domésticas.
Continúo sumergida en la fiebre de Mundial, el turno ahora es de Arabia Saudita-Dinamarca, partido que no ofrecía ningún atractivo particular -ninguno– hasta que apareció en pantalla ese once danés, ese tal Brian Laudrup, rubio, alto y con pinta de modelo publicitario de autos deportivos, ¡mamita, qué hombre! En estos tiempos, para ver un tipo así tengo que recurrir a la Para Ti, propuesta que no termina de convencer y que, si se me permite, sugiero descartar.
Ayer al mediodía me descubrí con un hilo de baba mental suscitado por un chiquito, que se suponía suplente y que entró de titular para enfrentar a Escocia. Un sonriente noruego identificado como Harvard Flo y que además de ser promotor de semejante ratoneo, convirtió un golazo de cabeza y ¡tirándose en palomita! Una volada espectacular que enardecería hasta a la más conservadora de las aristócratas bebedoras del “five o’clock tea”.
Pregunto: ¿en qué estaría pensando Graciela Alfano cuándo, en la conexión en vivo con América, opinó que el hombre más lindo del Mundial es Ronaldo? ¿Tan poco tiempo de observación tuvo o se dedicó a mirar sólo los planteles candidatos? Y si así fuera, ¿no vio a Cañizares, el arquero suplente de España, o a Leonardo, ese defensor brasileño del Milan que suplantó a Giovanni? No llamaría la atención que en una próxima salida declarara como los nuevos sex-symbols a los impresentables y desdentados jugadores escoceses.
Aunque cada vez que digo, “mirá qué bueno está ese tipo”, mis compañeros retrucan: “¿Ese? Ese se la come, muñeca”.

 

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