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Por Julio Nudler "Derrotar al Banco Central en una corrida contra el peso es imposible. Esa la pierden. Lo reconocen todos los especuladores", aseguró Roque Fernández en un diálogo con Reuters. Y dijo aún más: "En lo que se refiere a la robustez del sistema financiero, les puedo asegurar que caerán muchos sistemas en el mundo antes de que el nuestro realmente sufra alguna mella". Es obvio que el solo hecho de que el ministro de Economía hable de estas cosas indica el temor a un ataque especulativo contra el peso, como coletazo de la ampliación de la crisis asiática a Japón y eventualmente China, y del peligro que corre la Convertibilidad en Hong Kong. En cualquier caso, no es sencillo determinar hasta dónde Roque acierta en su diagnóstico, y a partir de qué punto no hay que creerle porque sólo exagera para amedrentar a la bestia acechante. Hoy (dato al 3 de junio) las reservas de oro y divisas en poder del BCRA suman 22.646 millones de dólares. Con ellas responde frente a pasivos monetarios por 22.593 millones, por lo que está dos décimas encima del cien por ciento de respaldo. Esa relación era a fines de 1995 del 92 por ciento. Esto indica una gran solidez, superior incluso a la exigida por la ley de Convertibilidad, pero además un nivel de respaldo inhallable en el resto del mundo. ¿No hay nada que temer, entonces? Lamentablemente, los mencionados pasivos --compuestos por la circulación monetaria y los pases pasivos (que son una deuda del Central con los bancos por una parte del encaje)-- no representan toda la masa de liquidez en pesos con que los argentinos pueden demandar dólares de las reservas. Si se incluyen todas las clases de depósitos --magnitud conocida como M3--, la masa de liquidez trepa a más de 85 mil millones, cerca de cuatro veces las reservas del BCRA. Hay sin embargo algunas aclaraciones que hacer. En primer lugar, que los depósitos a plazo fijo, incluidos en el M3, no están disponibles de inmediato. Los tenedores de los certificados tienen que esperar hasta el vencimiento. En segundo término, que el sistema bancario tiene encajes en dólares, colocados fuera del país en el Deutsche Bank, por más de 8300 millones, con los que también puede responder a la demanda del público en una corrida. Y, por encima de estos respaldos, también se cuenta con una línea de crédito exterior contingente, llamada Repo, por 7300 millones, para enfrentar emergencias de iliquidez. En todo caso, una corrida contra el peso no es un hecho instantáneo, sino un proceso que se extiende durante días o semanas, y que genera reacciones del sistema. La respuesta obvia sería un aumento de la tasa de interés --como ocurrió durante el Tequila-- para intentar retener a los depositantes. Lo que no puede saberse de antemano es cuánto debería ascender la tasa, y si algún nivel sería suficiente para disuadir a los desconfiados. Roque Fernández resaltó también la robustez del sistema financiero porque éste conforma un colchón situado entre el público y el BCRA. Si la fuga del peso se limitara a la conversión de depósitos nominados en esta moneda a otros nominados en dólares, dentro del mismo sistema, no habría nada que temer. Sólo podría ocurrir que algunos bancos quedasen descalzados respecto de la composición de sus activos y pasivos en una y otra moneda. El verdadero problema se presentaría si el público quisiera llevarse su dinero fuera del sistema, ya sea al colchón o al extranjero. Aun en este caso, antes de que el Central sienta el impacto, la corrida la sufrirían algunos o todos los bancos. Estos apelarán a elevar las tasas y a reclamarles a los deudores la devolución de los créditos, y lo mismo al Central respecto de redescuentos y encajes. Eventualmente, los bancos podrían quebrar, enfrentando al BCRA con la disyuntiva política de dejar que se fundan o de acudir a rescatarlos, aun a costa de vulnerar la Convertibilidad. Este escenario de catástrofe suena remoto porque el sistema bancario argentino tiene una liquidez cercana al 40 por ciento (vale decir que, por cada 10 pesos que puedan querer llevarse los depositantes, tiene a mano 4). Este nivel de liquidez, que al lego puede parecerle escaso, es altísimo en términos internacionales. La conclusión es que la verdadera vulnerabilidad de esta economía está en su sector real, falto de competitividad, y no en el sistema financiero ni en el respaldo del Central a la moneda.
JOSE LUIS MACHINEA APOYO LAS MEDIDAS DE ROQUE José Luis Machinea, referente en temas económicos de la Alianza UCR-Frepaso, respaldó la marcha atrás del Gobierno en el promocionado Plan Laura y en la intención de aplicar nuevos impuestos para financiar la educación. "Pero son las mismas cosas que nos anunciaron hace tres meses, que tenían que ver con la re-reelección y que en una situación internacional muy delicada pusieron al país al borde del precipicio", advirtió. "Yo dije hace dos meses que se acabó la fiesta con estas medidas", recordó, y calificó como "un disparate" el plan para la construcción de 10 mil kilómetros de autopistas. El economista radical interpretó que dichas propuestas contaron con el apoyo "a regañadientes" del equipo económico. "Quizás Roque Fernández cedió espacios de poder y ahora está pagando la cuenta", puntualizó, tras opinar que "al equipo económico lo veo con debilidades, porque más allá de las diferencias que uno pueda tener con alguna gente, ellos tienden a decir cosas sensatas; lo que pasa es que no tienen suficiente poder político." "Es un equipo --agregó-- que ha perdido capacidad no solamente de decir sino de hacer cosas dentro del Gobierno, y éste es un problema." Cuidándose de no atacar frontalmente al ministro de Economía ni rozar con sus críticas al plan económico, Machinea apuntó a los condicionamientos políticos que rodearon aquellos anuncios, a las disputas internas entre sectores del oficialismo y a los condicionamientos impuestos a la conducción económica por las aspiraciones de Carlos Menem a un nuevo mandato presidencial. "Me parece fantástico que se hayan dado cuenta ahora" de la inviabilidad de los proyectos anunciados, señaló Machinea, "lo dramático es que no vieran hace tres meses que estaban ante un proyecto faraónico como el Plan Laura". Calificó como una incoherencia "absoluta" que hayan impuesto el proyecto, incluso con "un enfrentamiento fuerte con sectores importantes de la sociedad", para dejarla de lado tres meses más tarde. El proyecto de autopistas había sido rechazado por los constructores locales y las entidades que agrupan a arquitectos e ingenieros. El referente opositor también criticó el proyecto de reforma laboral enviado por el Ejecutivo al Congreso. "Es claro el intento de aliarse con la cúpula sindical por la (disputa) interna con Duhalde, dándole al sindicalismo una centralización de la negociación que es inédita", opinó. Machinea dijo que "las críticas del Fondo Monetario en este caso han sido, a mi modo de ver, excesivas, creo que quiere una flexibilidad excesivamente grande, pero lo que me parece otra vez un despropósito es que salga una legislación laboral que es todo lo contrario a lo que el Gobierno le prometió al Fondo seis meses antes".
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