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El terrorista islámico y el Gran Satán viven apasionado romance

Bill Clinton dijo con todas las letras ayer que quiere reconciliarse con Irán, y la TV iraní divulgó la propuesta de EE.UU.

Bill Clinton en conferencia de prensa en la pradera de la Casa Blanca.
La Casa Blanca está dispuesta a escuchar todas las ideas que vengan de Teherán.

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t.gif (67 bytes)  El idilio irano-estadounidense es cada vez más tórrido y ya roza el desenfado. Después de las palabras de su secretaria de Estado Madeleine Albright, quien el miércoles había pedido abrir la discusión hacia un "cronograma que derive en relaciones normales" entre los dos países --enemistados desde la Revolución Islámica de 1979--, ayer fue el presidente Bill Clinton quien manifestó: "Lo que queremos es una reconciliación genuina con Irán, basada en la mutualidad y en la reciprocidad. Creemos que Irán está cambiando y queremos apoyar eso". Irán acogió favorablemente la oferta pero demandó gestos concretos, como el levantamiento de un embargo de 1995 que prohibe a las compañías norteamericanas hacer negocios con la República Islámica. Sin embargo, en un gesto importante, la TV iraní difundió la oferta norteamericana, siendo la primera vez que los iraníes reciben de su propio Gobierno noticias del entibiamiento con quien antes fue estigmatizado como "el Gran Satán".

Kamal Kharrasi, ministro de Relaciones Exteriores iraní, dijo ayer en Madrid que Estados Unidos sigue ejerciendo una política "hostil" hacia Irán, y que mientras esto no cambie, la normalización no será posible. Pero esta vez el Departamento de Estado eligió tomar una actitud comprensiva. "Irán posee un clima político vibrante --dijo el vocero James Rubin--: Podría llevarle algún tiempo absorber nuestras ideas. Yo no tomaría la primera reacción como definitiva". Debe saber lo que dice: Rubin es el esposo de la periodista de origen iraní Christiane Amanpour, quien con su entrevista de enero por CNN al nuevo presidente moderado Mohammad Jatami fue quien abrió la ruta del deshielo entre los dos países. En esa entrevista, Jatami pidió un acercamiento cultural entre ambos pueblos y hasta deslizó sutiles pedidos de disculpa por la toma de la Embajada y 50 rehenes norteamericanos en 1979, calificando el hecho de exceso temprano de la Revolución. Desde entonces, los signos de acercamiento no han hecho más que multiplicarse.

Jatami ganó las elecciones presidenciales de 1997 con el apoyo masivo de los jóvenes y las mujeres y representando una vocación de cambio y apertura cultural --así como de recibir inversiones estadounidenses--. Pero el "ayatola bueno" es resistido por la jerarquía religiosa conservadora, cuyo líder es el Guía Espiritual Alí Jamenei, y que controla la magistratura, el Ejército, las fuerzas de seguridad y las prisiones. Kenneth Katzman, un experto en Irán del Servicio de Investigación del Congreso norteamericano, opinó ayer que "la gente de Jatami siente que está aislada. En tanto Estados Unidos pueda mostrar que va a haber beneficios, eso puede ayudarlos". Gary Sick, un iranólogo de la Universidad de Columbia en Nueva York, sugirió que Albright podría haberse negado a realizar propuestas concretas para evitar parecer dominante. "Hubiera sido un error decir: 'Aquí tenemos algunas propuestas concretas'. Albright dejó la puerta abierta pero no intentó empujar a Irán debido a su situación interna." De hecho, la Casa Blanca afirmó que estaría observando a Irán y lista para responder a cualquier iniciativa.

En Irán mismo la reacción fue de cautela. La noticia llegó demasiado tarde para que la imprimieran los diarios de la mañana, pero la hora no impidió que el embajador suizo en Estados Unidos despertara a su colega en Irán para comunicársela, ya que Suiza representa los intereses de Washington en Teherán. La radiotelevisión oficial iraní, por su parte, la recogió en sus informativos del mediodía. Una fuente de la Cancillería dijo al diario El País que "hay desconfianza". En el mismo sentido se había manifestado poco antes el representante iraní ante la ONU, Hadi Neyadhuseinian. "Irán espera hechos concretos", declaró Neyadhuseinian al conocer las palabras de Albright. Además del levantamiento de las sanciones, Irán esperaría que Estados Unidos revoque su negativa a la construcción de un oleoducto por territorio iraní. En principio, Washington ha indicado que no se opondría si ese oleoducto integra una red múltiple de rutas de transporte de gas. Estados Unidos también reclama gestos concretos, como el fin de la ayuda iraní al terrorismo islámico.

"Es un tema caliente y controvertido", reconocía Yavad Ardeshir Lariyani, vicepresidente de la comisión de Exteriores del Parlamento, en una conversación mantenida horas antes de conocerse la propuesta de Albright. "No veo perspectivas muy prometedoras en el futuro inmediato, ya que aunque hay buenos signos, existe un gran obstáculo", explicó con franqueza este diputado por Teherán. Educado en Berkeley y con un excelente inglés, este hombre menudo, de mirada vivaz, se alinea con la mayoría conservadora del Parlamento. Sin embargo, incluso él deja una puerta abierta al afirmar que "la política es el arte de navegar en aguas turbulentas" y admitir que hay una serie de "asuntos de interés común". Incluso hace una propuesta concreta: "Contener la tensión".

 

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