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Más números rodean este juego: dos goles (el primero y el tercero) de Thierry Henry, uno entrando en el área por el medio y definiendo suave de zurda, el otro ganando por la derecha en la contra, aumentan las cifras. El "argentino" David Trezeguet ingresó a los 30 minutos reemplazando a Dugarry que se retiró lesionado y marcó de cabeza el segundo de los tantos galos tras un desafortunado rebote del arquero. La lista se completa con uno del lateral izquierdo, Lizarazu, quien recibió un brillante taco de Djorkaeff. Y hay más. Dos expulsados: el defensor Al-Khilaiwi y el ídolo goleador francés Zinadine Zidane engruesan la reseña. El volante de la Juventus recibió la tarjeta roja tras aplicarle un tremendo pisotón al capitán de Arabia, Fuad Amin, cuando disputaban una pelota en el mediocampo. La sanción contra el jugador de Francia fue más un mensaje del árbitro, el mexicano Arturo Brizio Carter, a los popes de la FIFA que una determinación acertada. Es que hace dos días, desde los escritorios de la entidad anunciaron que, si no se sancionaban ese tipo de infracciones, los jueces iban a tener que dejar el Campeonato del Mundo. Es por eso que ayer fue una jornada con varias expulsiones. No sólo en Arabia Saudita y Francia hubo tarjetas rojas (una por cada selección), sino que también en el cotejo que protagonizaron Sudáfrica y Dinamarca (ver aparte) hubo expulsados. Las 70.000 personas que presenciaron el encuentro número veintidós del Mundial observaron la supremacía francesa. El dominio se dio a lo largo de los 90 minutos. Toque, recuperación de la pelota en el medio y la contundencia en la definición perfilan a Francia como un serio candidato. Arabia, primitiva en su juego, con un frágil recurso defensivo, no encontró la estrategia adecuada para frenar el ataque contrario y tampoco la fórmula que le permitiera replegarse sin regalar espacios en todas sus líneas. Además no logró hilvanar una jugada que le facilitara el acceso al arco del francés Barthez. Superados en técnica y velocidad por Thuram, Henry y Trezeguet, sobre todo en los avances por los laterales, los dirigidos por Carlos Alberto Parreira entraron en una crisis de desconcierto que le abrió a Francia la puerta para ejercer a voluntad el dominio del juego. Francia fue un claro vencedor y demostró su buen juego nuevamente. Primero lo había mostrado ante los sudafricanos y ayer ante los hombres del brasileño Parreira. El próximo partido de la selección francesa definirá las posiciones finales de la zona, ya que Dinamarca --su rival el día 24-- suma hasta ahora cuatro puntos, producto del empate ante Sudáfrica 1 a 1 en el debut de ambos conjuntos y la victoria frente a Arabia Saudita.
Dos caras detrás de un resultado La brillante goleada de Francia sobre Arabia Saudita, además de transformar a la selección local en la más goleadora del torneo, suministra un estado de felicidad al entrenador Aimé Jacquet, quien al término del partido declaró que "estoy muy contento por el resultado obtenido. Aunque parezca que ha sido fácil, por lo abultado del marcador, tuvimos problemas en ataque y fallamos muchas ocasiones. Espero que, a partir de ahora, todo cambie y el seleccionado francés sea capaz de mejorar para tratar de aspirar a lo máximo". Al referirse a la expulsión de Zinedine Zidane, el técnico mostró cierto fastidio y dijo que "un futbolista tiene que saber controlarse y darse cuenta de que éste es un juego colectivo. Su reacción perjudicó a todo el equipo porque nos dejó en inferioridad numérica". Jacquet se mostró muy preocupado e informó que el jugador Dugarry estará inactivo al menos dos semanas. La contracara de la felicidad francesa es la despedida del Mundial de la selección árabe dirigida por el brasileño Carlos Alberto Parreira, quien señaló luego del partido que "el resultado fue un justo reflejo de la diferencia entre los equipos, aunque fue curioso ya que cuando ganaban 1-0 los aguantamos muy bien. El segundo gol fue como un balde de agua fría para nosotros", concluyó el técnico campeón con Brasil en 1994.
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