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Por Hilda Cabrera
Incapaces de dominar el deseo de apoderarse del primer hombre que se les cruza, convierten su estadía en un lance a cuatro manos sobre el mucamo (Martín Churba), que dice ser miembro de un ignoto comité de defensa civil. La anécdota, surgida de un imprevisto (un avión que no despega por un "alerta meteorológico internacional"), se desarrolla entre ironías y chistes, prolijamente conducida por los directores Quique Canellas y Julio Suárez. Estos son los que ponen límites al alocado imaginario de Noy, salvo en el desenlace, momento en que Perlas... bordea el pastiche. Componiendo a las señoras, las espléndidas María Urdapilleta y Miriam Odorico saben vertir los excesos de sus personajes, patéticos y cómicos al mismo tiempo. Varadas en esa pieza de hotel, sus Cococha y Malala tendrán que tapar un escándalo, aunque ello signifique cargar con una mala conciencia. Algo que, por otra parte, importa poco. ¿Acaso la gente no vive ocultando cosas espantosas? Tratar con humor asuntos serios, mezclando elementos del teatro popular, la comedia burguesa y el ceremonial under, es un recurso que el elenco de Peligroso Apoyarse maneja con soltura y una buena dosis de superficialidad, como para no provocar a nadie. Así, con simpleza argumental, pero con instinto para el espectáculo, Noy va mostrando su caudalosa inventiva para los contrapuntos y la creación de situaciones mínimas, larvadas, suficientes para el despegue de Cococha y Malala, dos señoras neuróticas y extraviadas, con las que, quiérase o no, es posible toparse a la vuelta de una esquina o en cualquier viaje en avión.
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