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EL TEMA

Por Martín Granovsky

RAZONAMIENTOS ANACRONICOS, DE CUANDO EL EJERCITO ERA UN PARTIDO

LA DEMOCRACIA SUPERÓ UNA SEMANA DE INQUIETUD MILITAR

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t.gif (67 bytes)  Esta semana no hubo golpe de Estado. Hoy no habrá golpe de Estado. Mañana tampoco, y quizá la Argentina alcance el próximo domingo en democracia. Lo extraño es que en los últimos días las usinas de acción psicológica difundieron la idea de la "inquietud militar". En otras épocas, de la inquietud se pasaba al malestar, del malestar a la crisis y de la crisis al golpe. En esta época, evidentemente, no es así, lo cual obligaría a cambiar no sólo el vocabulario, que después de todo puede ser un simple resabio, sino una forma militarista de observar la realidad que hoy rechaza hasta el propio jefe del Ejército, el general Martín Balza.

Es interesante prestarle atención al titulado de La Nación desde que el domingo último, en un editorial, estableció que "a Videla lo espera el juicio de la historia", es decir que está exento de cualquier nuevo juicio de sus contemporáneos. La secuencia:

* "Preocupa a Menem el clima en las Fuerzas Armadas" (el martes).

* "Buscan atenuar la tensión militar" (el miércoles).

* "El general Llavar (jefe del Cuerpo III) admite inquietud en el Ejército (también el miércoles).

* "Pese a todas las desmentidas, hay inquietud militar" (el jueves).

El planteo suena antiguo porque remite a cuando los militares no eran un cuerpo profesional de gente más o menos conservadora --más que menos-- y actuaban como partido. Como mínimo a partir del golpe de 1930 fueron construyendo lo que la literatura política llamó Partido Militar, un partido en armas, vertical, disciplinado, que ocupaba el vacío de las crisis no resueltas entre los partidos políticos y era utilizado alternativamente por ellos. Un partido, además, que solía confundirse con el aparato del Estado y a menudo podía ganar autonomía incluso respecto de las élites que alentaban los golpes.

El Partido Militar hoy no existe. Quedó pulverizado por la guerra de las Malvinas, la transición, el juicio a los ex comandantes, la represión exitosa de los alzamientos militares, la caída del Muro de Berlín, los 15 años de democracia, la miseria presupuestaria del Estado y una democracia que conviene a todo el mundo, aquí y afuera.

Razonan como Partido Militar, todavía, los generalotes retirados. Este diario los bautizó "gorilas" por su fascismo tosco. "Quieren arruinar la autocrítica de Balza, para que la historia cierre de otra manera", dice Luis Tibiletti, un capitán retirado forzosamente por la dictadura. "Buscan que los militares dejen de sentirse identificados con la autocrítica de Balza y vuelvan a ser un instrumento de control social en manos de los poderosos", opina.

Después de la imagen de los gorilas, muchos militares en actividad --que por supuesto no quieren ser citados, aunque igual que el resto de la sociedad ya excluyen de la impunidad el robo de chicos-- blandían la tapa de Página/12 del jueves, divertidos porque, sentían, se hablaba de otros y no de ellos. Los generalotes tratan de que esa distinción se borre. Los partidos políticos quieren que se mantenga. "La revisión del pasado es indetenible porque en la Argentina el pasado está mal cerrado", dice Darío Alessandro, diputado del Frepaso. "Pero nosotros no vamos a emblocar. No vamos a dejar de distinguir la línea institucional y los mensajes políticos oficiales de la conducción del Ejército", agrega.

Dentro de la Alianza, el ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena ofreció un informe que daba importancia al malestar de muchos militares. "Es una exageración", afirma un dirigente del Frepaso que prefiere no pelear en público. "No es una exageración", le retruca un radical que también quiere un conflicto discreto. "Puede ser que nosotros estemos escaldados por nuestra experiencia con los militares en el gobierno, pero el Frepaso nunca gobernó y conoce poco el tema", dice.

Como para no dramatizar las cosas, la mayoría de los dirigentes radicales pronostican que no habrá una lluvia de citaciones judiciales. ¿No puede darse un nuevo Punto Final, cuando jueces que no investigaron nada en dos años citaron a cientos de oficiales en dos meses? Los radicales descreen de un escenario de ese tipo justamente porque, antes, existieron el Punto Final y la Obediencia Debida. Y uno de ellos, Federico Polak, el portavoz de Alfonsín, aconseja ante Página/12 que "la mejor garantía de estabilidad es recuperar la Alianza de octubre, con un acuerdo sobre los temas militares, los económicos y la forma de impedir la reelección de Menem".

Otro dato para impedir las dramatizaciones. Balza y Graciela Fernández Meijide tienen un nivel de comunicación excelente. En esta semana tan inquieta, la precandidata del Frepaso no recibió ningún indicio desesperado del general.

LA TENDENCIA

"QUE DIOS LO ACLARE"      na06fo03.jpg (9507 bytes)

t.gif (67 bytes) La investigación conmociona a los Estados Unidos y, apenas con unos días de antigüedad, ya es un clásico que circula por el mundo. En una gran cobertura, los periodistas April Oliver y Peter Arnett (quien se hizo famoso cubriendo la Guerra del Golfo) llegaron a la conclusión de que los Estados Unidos montaron un bombardeo durante la guerra de Vietnam para liquidar con armas químicas a un grupo de desertores refugiado en una aldea de Laos. La llamaron Operación Viento de Cola y consistió en la descarga de sarín, el gas que muchos años después sería usado por los terroristas japoneses en el subte de Tokio. Los periodistas revelaron que el bombardeo estuvo a cargo del Grupo de Observaciones y Estudios, una fachada para el equipo de élite destinado a las operaciones sucias de alta complejidad. En tarea previa de inteligencia, descubrieron varios de los que llamaban "ojos redondos", o sea norteamericanos. Después, sólo les quedó cumplir el mandato. "Si está vivo, si respira oxígeno, si orina, si defeca, mátalo", recuerda que le ordenaron Robert van Buskirk, entonces un teniente de 26 años. "Mátalos a todos y deja que Dios lo aclare." También en los Estados Unidos unos dieron, y otros cumplieron órdenes horrendas. También allí, Dios aclaró las cosas.

EL TEXTO

QUÉ PROVOCA EL GOLPEna06fo02.jpg (9040 bytes)

t.gif (67 bytes) En la Argentina, y también en Chile, las Fuerzas Armadas produjeron su peor forma de intervención en la política a partir de la década del 70: la dictadura de Jorge Videla y continuadores, y la de Augusto Pinochet. El investigador Andrés Clérici estudia el fenómeno en un trabajo muy interesante incluido en el libro Elementos para el análisis político, una compilación a cargo de Eugenio Kvaternik que acaba de publicar Paidós.

Clérici sostiene que los militares dieron los golpes de 1973 y 1976 por "una fuerte activación de los sectores populares" que fue percibido "por otros actores sociales como una amenaza al modo de organización social vigente". En Chile, la supuesta amenaza era el propio gobierno de Salvador Allende. En la Argentina, la guerrilla. Otro catalizador de los golpes fue la crisis económica, que para Clérici era "la crisis del Estado sobreextendido", cuando "los diferentes actores luchan al desnudo por conquistar los favores del Estado". Los dos elementos causaron la pérdida de legitimidad democrática, y frente a ellos los "actores del sistema político" no encontraron "soluciones de compromiso o algún tipo de acuerdo". Una situación, por cierto, distinta de la actual.




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