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Los Fabulosos Cadillacs, ahora una banda en fuga

En el "Calavera Experimental Concherto", los Cadillacs exhiben su condición de músicos maduros y se alejan de su pasado más festivo.

Desafío: Se dan el gusto de mostrar cuánto pueden animárseles a clásicos-tabú del mejor rock nacional de los setenta.

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LOS FABULOSOS CADILLACS 8 PUNTOS

Músicos: Vicentico (voz), Flavio (bajo), Ariel Minimal (guitarra), Mario Siperman (teclados), Toto Rotblat (percusión), Fernando Ricciardi (batería), Danny Lozano (trompeta).
Lugar: Teatro Broadway, viernes 19, sábado 20, domingo 21. Repite sábado 27.
Público: 3500 (en total).

Por Esteban Pintos

t.gif (67 bytes) Los ex tocadores compulsivos (y desordenados) de ska han visto crecer sus barbas, sus panzas, y también sus hijos. Y no tienen vergüenza de mostrarlo en público. Las fotos proyectadas sobre el fondo de un escenario dispuesto austeramente así lo testificaron. La gente, una minimultitud festiva en busca de agite que se multiplicó por tres este fin de semana en el teatro Broadway --y que volverá a corporizarse el próximo sábado--, también. Los Fabulosos Cadillacs le han tomado el gusto al oficio de músico exhibiendo, con excesos y todo, ese entusiasmo por sumergirse en largas cabalgatas instrumentales y salir, tal vez como nunca antes, airosos del compromiso. Así, muy brutalmente, puede resumirse la intención y el espíritu que animó este ciclo de shows, pomposamente titulado Calavera Experimental Concherto, que ofreció la banda argentina de mayor proyección internacional del momento.

Justo cuando vienen de cumplir el sueño tercermundista de una verdadera gira por los Estados Unidos (aquella mística del on the road), los Cadillacs ofrecieron el mejor y más apropiado aterrizaje en su ciudad. Poco de concesión, mucho de riesgo. Entonces, se dan el gusto de mostrar cuánto pueden animárseles a clásicos-tabú del mejor rock nacional de los setenta ("El anillo del capitán Beto", de Invisible, y "Una casa con diez pinos", de Manal, ¿cuántas veces versionados en los últimos diez años?), se permiten algunas largas y excesivas muestras de virtuosismo (con el bajista Flavio Cianciarullo al frente), deforman y dotan de nuevos colores algunas viejas canciones ("Siempre me hablaste de ella", el caso más patente) y, sobre el final, como regalo esperado para los impacientes que preguntaban quién era el señor que tiene una nave de fibra hecha en Haedo y pedían fuego (hits), entregan "Matador", "Mal bicho", "Carnaval toda la vida" y "El satánico Dr. Cadillac". Un cierre perfecto.

Volviendo sobre una cuestión ya tratada largamente en la crítica musical de este país durante el año pasado en ocasión de la aparición de esta obra (un slogan publicitario que hablaba de cambiar la historia del rock nacional), hay un par de consideraciones para hacer ahora que sus canciones han sido mostradas en un ámbito adecuado y con un público atento aunque levantisco. El tal Fabulosos... no ha cambiado la historia del rock nacional, si es que todavía existe como tal este movimiento, el más viejo de Latinoamérica, pero sí es el testimonio de una mutación, tal vez la más fascinante y contundente que haya vivido una banda argentina en los últimos años. La salida del saxofonista Sergio Rotman (ahora de lleno en su interesantísimo grupo Cienfuegos), la incorporación del virtuoso Ariel Minimal (habría que prestarle mucha atención a su tarea en la banda Pez), el paso del guitarrista Vaino a la conducción técnica (manager), un momento de expectativas para el lanzamiento internacional de la banda, pero por sobre todo la intrincada resolución y el abanico estilístico de canciones del tipo "Carnicero de Giles", "Niño diamante", "Piazzolla", "Sabato", "Il pajarito", entre otras --casi habría que nombrarlas todas-- cortaron en dos la historia de un grupo que nació al calor de la depresión post-Sumo, vivió su cuarto de hora de gloria, tocó para sobrevivir en fiestas de cumpleaños y casamientos, parió un hit indestructible y de exportación como "Matador", tomó conciencia, se hizo fuerte con su discurso y ahora, en el siguiente paso de su vida activa, asume su condición de banda en fuga. Y así, parece, les va a ir muy bien.

 

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