Cada vez que la Iglesia destaca su preocupación por la situación social en Argentina el presidente Carlos Menem pierde la sonrisa, y si el que lo hace es el obispo de Morón Justo Laguna el gesto presidencial se transforma en crispación. "Un obispo dice que al paso que vamos nos vamos a morir todos de hambre --le respondió ayer amargamente al diario La Capital de Rosario--. Yo no creo que un obispo se vaya a morir de hambre y menos un obispo radical, ya saben a quién me refiero."
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