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Ante el peligro de naufragio de uno de sus principales bancos, el Long Term Credit Bank, Japón mostró por fin ayer algunos signos de la decisión política necesaria para poner en marcha los mecanismos que lo salven de que su sistema bancario estalle en pedazos. El deteriorado yen seguía deteriorándose ayer por la tarde, después de que los siete países más industrializados (G7) y los viceministros de Finanzas asiáticos se reunieran el fin de semana en Tokyo, donde no pudieron observar ninguna política japonesa clara de lucha contra la crisis financiera y la recesión. El ministro de comercio exterior chino subrayó ayer en Pekín la promesa de su país de no devaluar su moneda pese a la creciente presión de la debilidad del yen. Pero en una medida sin precedentes en la historia china, las autoridades ordenaron el cierre de una institución bancaria, el Banco de Desarrollo de Hainan, porque no pudo pagar sus deudas. Las dos figuras más poderosas de la política japonesa, el primer ministro Ryutaro Hashimoto y el secretario general del Partido Liberal Demócrata (PLD), Koichi Kato, acordaron en una reunión cumbre el establecimiento de un "banco puente", que tomaría el control de las actividades de los bancos en quiebra. Esta institución pública permitirá proceder a los cierres, fusiones y reestructuraciones de los bancos japoneses que no puedan enfrentarse solos a las montañas de créditos no recuperables que minan el sector financiero japonés. El primer resultado de la cumbre fue marcar la coincidencia de los líderes políticos japoneses en que la incertidumbre que se cierne sobre el sistema bancario japonés debe ser resuelta para asegurarles a los votantes que la economía no va a empeorar después de las elecciones parlamentarias del 12 de julio. Para ilustrar la urgencia de la situación, menos de una hora después del anuncio del "banco puente", los títulos del Long Term Credit Bank, el número dos japonés de la financiación a largo plazo, se hundieron a 62 yenes. Un aviso, según los analistas, de que su fin está cerca. Y por un dólar se pagaban ayer al mediodía 137, 25 yenes, en una caída libre que no detuvo la reunión del fin de semana en Tokyo de los G7 con los viceministros de Finanzas asiáticos. Allí Japón se comprometió a cubrir los préstamos impagos y a reconstruir su economía, pero no anunció medidas específicas. Los créditos dudosos o no recuperables heredados de la "burbuja especulativa" de los años '80 son el origen reconocido de la crisis económica japonesa, la más grave sufrida en el país desde 1945. En enero, el ministerio de Finanzas cifró en 77 billones de yenes (566.000 millones de dólares) el monto de los créditos dudosos. Pero la cifra real podría superar los 100 billones si se toman en cuenta las cooperativas de créditos y los bancos agrícolas. La crisis del Long Term Credit Bank fue el bautismo de fuego para la Agencia de Supervisión Financiera, cuyo objetivo será precisamente evaluar el monto de los créditos impagos de los 20 principales bancos nipones. No obstante, los analistas se mantienen prudentes acerca del resultado de este proceso de saneamiento. En su opinión, la corrección de créditos dudosos puede ser una operación mucho más dudosa, y sobre todo mucho más dolorosa, que la llevada a cabo con éxito en Estados Unidos hace 11 años. Con reservas de moneda extranjera de más de 140.000 millones de dólares y persistentes superávits fiscales, el ministro de Comercio Exterior chino Shi Guangsheng afirmó que Japón puede estar seguro de que la moneda china no será devaluada. Si el yuan devaluara, la ronda de devaluaciones competitivas en el sudeste asiático sería devastadora. El gobierno de Pekín ha comenzado un esfuerzo único para limpiar su afectado sistema bancario, que carga con los préstamos insaldables de empresas estatales que sólo producen déficit.
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