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El primer fabricante mundial de automotores, la mítica General Motors (GM), que tiene sus cuarteles centrales en Detroit, enfrenta el mayor conflicto gremial de los últimos 20 años y puede cerrar las puertas de nuevas plantas de armado. GM tiene cerradas ya 23 de sus 29 fábricas de montaje de vehículos en Estados Unidos. Los sindicalistas denuncian que GM, a pesar de sus inversiones norteamericanas, no deja de llevarse puestos de trabajo a otros países de salarios más bajos, y añoran los tiempos de la economía cerrada antes de la competitividad internacional que trajo la globalización. Nuevos cierres podrían ocurrir hoy por la falta de suministros y toda la producción de GM, suspenderse antes del fin de semana. La producción de GM en Estados Unidos, de unos 22.550 vehículos diarios, está a menos del 10 por ciento, a causa de una huelga de 9200 trabajadores de dos fábricas de componentes en Flint (Michigan). Las negociaciones entre la empresa y los dirigentes sindicales que pertenecen al Sindicato de Trabajadores del Automóvil (UAW) se reanudaron ayer, pero casi sin esperanzas por ambas partes de lograr un acuerdo rápido que solucione la paralización de la producción de GM. "No hay movimiento, todo sigue igual", declaró ayer uno de los representantes sindicales. Las dos fábricas protagonistas de la huelga son claves en la producción para casi todas las fábricas de GM, y están en huelga desde el 5 de junio. El sindicato quiere que la empresa elimine sus firmes planes de reducir 2500 empleos, cuyo trabajo sería hecho por compañías subcontratistas, cuyos obreros cobrarían, por cierto, menos que los de GM. Mientras las cosas siguen bloqueadas en Flint, y GM pierde 65 millones de dólares por día de huelga, el líder sindical del UAW Stephen Yokich tenía ayer asegurada su reelección en la convención del sindicato que se realizaba en Las Vegas. Con esta huelga el sindicato recuperará un protagonismo que perdió desde 1979, cuando tenía un millón y medio de afiliados. Ahora tiene la mitad, pero el conflicto fue interpretado como un impulso para el sindicalismo.
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