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Por Alfredo Grieco y Bavio La caída del yen japonés es una crisis dentro de la crisis asiática, amenaza el crecimiento de la región y eleva la inestabilidad de los mercados. Ayer la mayoría de las Bolsas de Asia volvieron a caer por segundo día consecutivo, en medio del temor de que el gobierno japonés está titubeando para imponer medidas contra los créditos que ahogan al sistema bancario. El yen no repuntó frente al dólar, y arrastró en su caída a Corea del Sur y Singapur. El gobierno chino reiteró que resistirá todas las presiones por la devaluación del yuan, por el fuerte respaldo de sus reservas, pero sobre todo por las consecuencias sociales que desencadenaría elevar el tipo de cambio. En primer lugar el desempleo, que ya se disparó en toda Asia. Wall Street resistió hasta ahora a la crisis asiática, y a pesar de algunos sobresaltos mantuvo su progresión. El director del Fondo Monetario Internacional (FMI) Michel Camdessus recomendó ayer en Estrasburgo, en su intervención ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (CE), que el gobierno japonés adopte las "acciones urgentes y enérgicas" cuya ausencia deploran los inversionistas cada vez más escépticos. Para el número uno del FMI, los países con superávit en sus balanzas de pago --"como algunos de la Unión Europea"-- deben aumentar y facilitar sus créditos en Asia, así como mantener accesibles sus mercados. Y ante el peligro de naufragio de uno de sus principales bancos, el Long Term Credit Bank (LTCB), Japón mostró por fin ayer algunos signos de la decisión política necesaria para poner en marcha los mecanismos que lo salven de que su sistema bancario estalle. Las dos figuras más poderosas de la política japonesa, el primer ministro Ryutaro Hashimoto y el secretario general del Partido Liberal Demócrata (PLD), Koichi Kato, acordaron en una reunión cumbre el establecimiento de un "banco puente", que empezaría a funcionar en julio y tomaría el control de las actividades de los bancos en quiebra. Esta institución pública permitirá proceder a los cierres, fusiones y reestructuraciones de los bancos japoneses que no puedan enfrentarse solos a las montañas de créditos no recuperables que minan el sector financiero japonés. El primer resultado de la cumbre fue marcar la coincidencia de los líderes políticos japoneses en que la incertidumbre que se cierne sobre el sistema bancario japonés debe ser resuelta para asegurarles a los votantes que la economía no va a empeorar después de las elecciones parlamentarias del 12 de julio. Ante la urgencia de la situación, el gobierno se comprometió ayer a asegurar los depósitos y obligaciones del LTCB. Por otra parte, Naoto Kan, líder del Partido Democrático de Japón (PDJ), primera fuerza de la oposición, propuso ayer nacionalizar temporalmente los bancos en crisis antes de darles acceso a fondos públicos para su saneamiento. Y después de ser reconstruidos, dijo Kan, los directivos de los bancos deberán dimitir para que el gobierno nombre sucesores en el sector privado. El gobierno chino sigue reteniendo a su moneda de la devaluación. La consecuencias sociales, regionales y mundiales de la suba del tipo de cambio serían inmediatas. El primero de los nuevos problemas sociales que están afectando a Asia es un desempleo record. China, la mayor fuerza laboral del mundo, tiene un desempleo oficial de 11,5 millones, pero que en verdad es incalculablemente superior y va a aumentar por las reformas del sector industrial estatal. El más reciente entre los datos asombrosos de la crisis asiática es que Corea triplicó su desempleo y que en Japón alcanzó el porcentaje histórico del 4,1 por ciento. "Aunque las condiciones estén mal en Asia, la economía norteamericana sigue manteniendo su buena salud. No olviden que somos la primera economía mundial y que nuestro comercio exterior no sólo está expuesto a Asia, sino también a Europa que registra buenos resultados", resumió ayer Abby Joseph Cohen de Goldman Sachs, la empresa consultora bursátil mejor escuchada en Wall Street. La crisis asiática intranquilizó a todos los inversores que temían el regreso de la inflación debido al fuerte crecimiento de la economía estadounidense (más de un 3,7 por ciento en los últimos 12 meses) y un alza, hasta entonces inevitable, de los tipos de interés del Banco Federal de Reserva de Estados Unidos. Las empresas estadounidenses más dependientes de Asia, como las del sector electrónico, se vieron obligadas a revisar sus beneficios a la baja. "Una disminución de los beneficios no hace caer el mercado. Sí lo hacen las tasas de interés más altas. Pero no es algo que veamos acercarse", concluyó Keith Mullins, Salomon Smith Barney, otra consultora bursátil top. El que fue más lejos de todos es Bruce Steinberg, de Merril Lynch,
para quien en Estados Unidos se avecina incluso una baja de los tipos de interés en los
seis próximos meses. Porque si se tiene en cuenta la debilidad de la inflación (de un
1,4 por ciento anual), las tasas reales norteamericanas siguen siendo más altas que las
de Europa y Japón. En definitiva, parece seguro que la debilidad del yen y la fuerza del
dólar hacen aumentar el déficit comercial y de la balanza de pagos estadounidense. Esto
va a frenar el crecimiento del Producto Bruto Interno, lo que disminuye los riesgos de que
la inflación se reactive. |