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EL GABINETE PALESTINO PRESENTO SU RENUNCIA
Arafat quiere una línea dura

Luego de sostener una política moderada frente a Israel, el líder palestino busca formar un nuevo gobierno más firme.

Yasser Arafat está pensando en la estrategia futura.
Su actitud negociadora no pudo reactivar el proceso de paz.

Concesión: Arafat sabe que, si en un primer momento él fue el artífice de la paz, ahora para los palestinos representa el signo de la concesión.

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Por Pablo Rodríguez

t.gif (67 bytes) El clima en Medio Oriente es cada vez más tenso. Ayer, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, aceptó la renuncia de todo su gabinete y pidió al Consejo Legislativo dos semanas para realizar contactos para la formación de un nuevo gobierno. Los primeros pasos en ese sentido permiten pensar en un endurecimiento de su posición respecto del gobierno israelí de Benjamin Netanyahu: ofreció participar de la nueva gestión al movimiento de resistencia islámica Hamas, el más férreo opositor a cualquier tipo de paz con Israel. Funcionarios palestinos consideran que es muy probable un estallido de violencia, en las zonas controladas por la ANP, debido al bloqueo que impone al proceso de paz el premier israelí, según el mundo árabe y la comunidad internacional.

En cierto modo, el día de ayer tuvo una fuerte carga simbólica para el lugar que están ocupando los palestinos desde los acuerdos de Oslo de 1992. Poco después del anuncio, por parte del mismo Arafat, de un hecho que podría significar un cambio en su política de moderación frente al actual gobierno israelí, llegaba a su residencia en Gaza, en medio de un gran recibimiento el líder de Hamas, el jeque Ahmed Yasín. El dirigente, que hasta setiembre pasado estuvo encerrado en una cárcel hebrea, viajó durante cuatro meses por diversos países árabes con el objeto de recolectar fondos para las obras de caridad de Hamas. Las autoridades israelíes sospechan que, en realidad, ese dinero se transformará en armas pero, según evaluó el ministro de Defensa Yitzhak Mordejai, "en Gaza, Yasín causará menos daño" que "en el exterior". Israel controla el paso fronterizo sur de la franja de Gaza.

A pesar de no haber logrado que Hamas aceptara su invitación de integrar el gobierno palestino, Arafat, según fuentes locales, piensa otorgar una cartera a Faruk Kaddumi, jefe del departamento político de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Kaddumi vive en Túnez y se opone a los acuerdos de Oslo. Este es el único nombre probable del conjunto de los funcionarios futuros. Una de las dudas principales reside en el destino de Abú Mazen, el segundo de Arafat y supuesto heredero de su liderazgo, caracterizado por su perfil moderado.

El Consejo Legislativo venía acusando desde hace tiempo de mala gestión, corrupción y nepotismo a la administración actual, pero Arafat tenía planeado un cambio de nombres también por otras razones. Desde hace por lo menos diez días, ya había iniciado contactos con distintas personalidades de la política local. El líder palestino sabe que, si en un primer momento fue el artífice de la paz --cuando firmó los acuerdos de Oslo con el entonces premier israelí, Yitzhak Rabin--, ahora es el paradigma de la concesión. Frente a la inflexibilidad de Netanyahu para reactivar el proceso de paz, Arafat fue bajando sus pretensiones: del 90 por ciento de Cisjordania que Israel ya debía haber abandonado, el líder palestino aceptó la propuesta norteamericana de una retirada del 13 por ciento. Y ante los reclamos israelíes por una mayor seguridad en los territorios de la ANP, Arafat respondió combatiendo el terrorismo de Hamas y Jihad Islámica entre otros. Y en este proceso fue la propia población palestina la que comenzó a dar muestras de descontento. "Los eslóganes de Hamas y de otros grupos de oposición son cada vez más populares", dijo ayer Hassan Asfour, uno de los coordinadores palestinos de las negociaciones de paz. "Existen todos los elementos de una explosión popular que podría producirse en cualquier momento", consideró Asfour.

 

BUSCAN SOLUCION POLITICA PARA LA CRISIS DEL YEN
Votos y corrupción nipones

Por Alex Brummer   desde Tokio

t.gif (862 bytes) El poster desteñido que representa un guerrero feroz, vestido con el traje completo de artes marciales y llamando a la victoria, cuelga de las paredes y los carteles en los suburbios de Tokio. Si uno mira esta poderosa imagen de más cerca, es posible reconocer a Ryaturo Hashimoto, el portador de la bandera del Partido Liberal Demócrata (PLD) y primer ministro desde enero de 1996, la séptima persona en ese puesto en esta década. Es una imagen guerrera que, después de los últimos 30 meses de tambaleante liderazgo que condujeron a Japón hacia el precipicio económico, se ha convertido en el chiste nacional. Sin embargo, fue Hashimoto quien ayer lanzó la campaña de su partido para recuperar el control de la Cámara alta, donde el PLD ha sido minoría durante los últimos nueve años, haciendo aún más duro el arduo proceso de gobernar en una sociedad impulsada por el consenso.

Después de la Segunda Guerra Mundial, ningún político japonés ha presidido sobre un desastre semejante. La larga historia de pleno empleo que caracterizó al país se deshizo en pedazos y un aire de inseguridad entró en las vidas de casi todos los empleados y empresarios japoneses. La fe en el Estado se sacudió para siempre con el descubrimiento del alto nivel de corrupción en el Ministerio de Finanzas. El sistema financiero está muy cerca de la desintegración, con casi todas los bancos y compañías de seguros cerca de la insolvencia, y el déficit presupuestario ha aumentado tan rápidamente como se ha ido desbarrancando el yen. Aun en Japón, donde el electorado nunca tiene grandes expectativas en sus líderes políticos, cualquier residuo de estima está desapareciendo.

"Esta es una crisis realmente histórica," dijo Akira Kojima, editor del periódico financiero Nihon Keizai Shimbun. Sin embargo, a pesar de la agitación económica y la impopularidad de la administración de Hashimoto, todavía es el favorito para ganar las elecciones. Esta consecuencia extraordinaria es el resultado de tres factores: la habilidad de Hashimoto para el juego político, una oposición dividida, y la apatía de los votantes. El poderoso Ministerio de Finanzas fue desnudado como un tigre de papel, que aceptaba con gusto los sobornos de los banqueros y los financistas a cambio de mantener alejados a los inspectores. Además, en un nuevo paquete diseñado para conseguir que la economía pueda salir del estancamiento, el PLD incluyó un repentino recorte de los impuestos que será entregado a fines de este mes, justo antes de las elecciones. El paquete también incluye un gran programa de obras públicas, cuyo objetivo es gastar mucho, pero en los distritos donde el PLD cree que tiene más chances. Pero, aún si Hashimoto consigue el milagro, no resulta claro que él personalmente sobreviva, o aún que quiera quedarse. Mucho dependerá de las maniobras secretas de los operadores políticos de la facción gobernante del PLD.

(Traducción: Celita Doyhambéhère)

 

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