Por Pablo Rodríguez El clima en Medio Oriente es cada vez más tenso. Ayer, el
presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, aceptó la renuncia de
todo su gabinete y pidió al Consejo Legislativo dos semanas para realizar contactos para
la formación de un nuevo gobierno. Los primeros pasos en ese sentido permiten pensar en
un endurecimiento de su posición respecto del gobierno israelí de Benjamin Netanyahu:
ofreció participar de la nueva gestión al movimiento de resistencia islámica Hamas, el
más férreo opositor a cualquier tipo de paz con Israel. Funcionarios palestinos
consideran que es muy probable un estallido de violencia, en las zonas controladas por la
ANP, debido al bloqueo que impone al proceso de paz el premier israelí, según el mundo
árabe y la comunidad internacional.
En cierto modo, el día de ayer tuvo una fuerte carga simbólica para
el lugar que están ocupando los palestinos desde los acuerdos de Oslo de 1992. Poco
después del anuncio, por parte del mismo Arafat, de un hecho que podría significar un
cambio en su política de moderación frente al actual gobierno israelí, llegaba a su
residencia en Gaza, en medio de un gran recibimiento el líder de Hamas, el jeque Ahmed
Yasín. El dirigente, que hasta setiembre pasado estuvo encerrado en una cárcel hebrea,
viajó durante cuatro meses por diversos países árabes con el objeto de recolectar
fondos para las obras de caridad de Hamas. Las autoridades israelíes sospechan que, en
realidad, ese dinero se transformará en armas pero, según evaluó el ministro de Defensa
Yitzhak Mordejai, "en Gaza, Yasín causará menos daño" que "en el
exterior". Israel controla el paso fronterizo sur de la franja de Gaza.
A pesar de no haber logrado que Hamas aceptara su invitación de
integrar el gobierno palestino, Arafat, según fuentes locales, piensa otorgar una cartera
a Faruk Kaddumi, jefe del departamento político de la Organización para la Liberación
de Palestina (OLP). Kaddumi vive en Túnez y se opone a los acuerdos de Oslo. Este es el
único nombre probable del conjunto de los funcionarios futuros. Una de las dudas
principales reside en el destino de Abú Mazen, el segundo de Arafat y supuesto heredero
de su liderazgo, caracterizado por su perfil moderado.
El Consejo Legislativo venía acusando desde hace tiempo de mala
gestión, corrupción y nepotismo a la administración actual, pero Arafat tenía planeado
un cambio de nombres también por otras razones. Desde hace por lo menos diez días, ya
había iniciado contactos con distintas personalidades de la política local. El líder
palestino sabe que, si en un primer momento fue el artífice de la paz --cuando firmó los
acuerdos de Oslo con el entonces premier israelí, Yitzhak Rabin--, ahora es el paradigma
de la concesión. Frente a la inflexibilidad de Netanyahu para reactivar el proceso de
paz, Arafat fue bajando sus pretensiones: del 90 por ciento de Cisjordania que Israel ya
debía haber abandonado, el líder palestino aceptó la propuesta norteamericana de una
retirada del 13 por ciento. Y ante los reclamos israelíes por una mayor seguridad en los
territorios de la ANP, Arafat respondió combatiendo el terrorismo de Hamas y Jihad
Islámica entre otros. Y en este proceso fue la propia población palestina la que
comenzó a dar muestras de descontento. "Los eslóganes de Hamas y de otros grupos de
oposición son cada vez más populares", dijo ayer Hassan Asfour, uno de los
coordinadores palestinos de las negociaciones de paz. "Existen todos los elementos de
una explosión popular que podría producirse en cualquier momento", consideró
Asfour.
BUSCAN SOLUCION POLITICA PARA
LA CRISIS DEL YEN
Votos y corrupción nipones
Por Alex Brummer desde
Tokio
El poster desteñido que representa un guerrero feroz,
vestido con el traje completo de artes marciales y llamando a la victoria, cuelga de las
paredes y los carteles en los suburbios de Tokio. Si uno mira esta poderosa imagen de más
cerca, es posible reconocer a Ryaturo Hashimoto, el portador de la bandera del Partido
Liberal Demócrata (PLD) y primer ministro desde enero de 1996, la séptima persona en ese
puesto en esta década. Es una imagen guerrera que, después de los últimos 30 meses de
tambaleante liderazgo que condujeron a Japón hacia el precipicio económico, se ha
convertido en el chiste nacional. Sin embargo, fue Hashimoto quien ayer lanzó la campaña
de su partido para recuperar el control de la Cámara alta, donde el PLD ha sido minoría
durante los últimos nueve años, haciendo aún más duro el arduo proceso de gobernar en
una sociedad impulsada por el consenso.
Después de la Segunda Guerra Mundial, ningún político japonés ha
presidido sobre un desastre semejante. La larga historia de pleno empleo que caracterizó
al país se deshizo en pedazos y un aire de inseguridad entró en las vidas de casi todos
los empleados y empresarios japoneses. La fe en el Estado se sacudió para siempre con el
descubrimiento del alto nivel de corrupción en el Ministerio de Finanzas. El sistema
financiero está muy cerca de la desintegración, con casi todas los bancos y compañías
de seguros cerca de la insolvencia, y el déficit presupuestario ha aumentado tan
rápidamente como se ha ido desbarrancando el yen. Aun en Japón, donde el electorado
nunca tiene grandes expectativas en sus líderes políticos, cualquier residuo de estima
está desapareciendo.
"Esta es una crisis realmente histórica," dijo Akira Kojima,
editor del periódico financiero Nihon Keizai Shimbun. Sin embargo, a pesar de la
agitación económica y la impopularidad de la administración de Hashimoto, todavía es
el favorito para ganar las elecciones. Esta consecuencia extraordinaria es el resultado de
tres factores: la habilidad de Hashimoto para el juego político, una oposición dividida,
y la apatía de los votantes. El poderoso Ministerio de Finanzas fue desnudado como un
tigre de papel, que aceptaba con gusto los sobornos de los banqueros y los financistas a
cambio de mantener alejados a los inspectores. Además, en un nuevo paquete diseñado para
conseguir que la economía pueda salir del estancamiento, el PLD incluyó un repentino
recorte de los impuestos que será entregado a fines de este mes, justo antes de las
elecciones. El paquete también incluye un gran programa de obras públicas, cuyo objetivo
es gastar mucho, pero en los distritos donde el PLD cree que tiene más chances. Pero,
aún si Hashimoto consigue el milagro, no resulta claro que él personalmente sobreviva, o
aún que quiera quedarse. Mucho dependerá de las maniobras secretas de los operadores
políticos de la facción gobernante del PLD.
(Traducción: Celita Doyhambéhère) |
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