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EL GOBIERNO PORTEÑO EMBISTE CONTRA LA REFORMA PERO NO LA VETARA
La cruzada contra el sexo de la calle

Un día después de que la Alianza anunciara cómo se reformará el Código de Convivencia, Fernando de la Rúa cargó contra los legisladores: dijo que “no toman en cuenta a los vecinos” y les reclamó otra vez que prohíban la oferta de sexo en la calle. Pero sus voceros anticiparon que no vetará la ley.

Clandestino: “Si está tan preocupado, que le diga a la Policía que cierre los prostíbulos clandestinos frente a los que hacen la vista gorda”, le contestó Suárez Lastra a Toma.

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El jefe del Gobierno porteño se enojó con los legisladores de la Alianza por la reforma acordada.
Deberían “basarse en la opinión de la gente”, les reprochó y reclamó que “tomen medidas” para prohibir la oferta de sexo.


t.gif (67 bytes)  Tenía que estallar en algún momento, y Fernando de la Rúa sabía que no le serían ajenas las esquirlas. Mucho menos cuando sus correligionarios participaron en el desarrollo del artefacto: en este caso la norma que limita la prostitución callejera, pero que no la prohíbe, tal como era su deseo, y según las encuestas que maneja, la de la mayoría de los votantes. Con un encono previsible, el jefe de Gobierno salió a retar ayer a los suyos: dijo que los legisladores deberían “basarse en al opinión de la gente” y que “no se está tomando en cuenta a los vecinos, que están perturbados”. Después reclamó, aunque “respetuosamente”, que la “Legislatura tome medidas para prohibir la oferta de sexo en la vía pública”. Ayer el subjefe de Gobierno Enrique Olivera le dijo a Página/12: “el dictamen produce una definición ambigua que creará dificultades serias en la interpretación”. En los salones del palacio municipal sólo evaluaban el impacto político de la decisión. No obstante, los voceros descartan un posible veto: “dejaría la situación sin control porque volveríamos a no tener ni siquiera una limitación”, se lamentan.
Las consecuencias del acuerdo al que arribó el pleno de la Alianza, tan subdividida en los dos meses de discusiones que insumió el tema en el seno de la comisión de Seguimiento del Código de Convivencia, llegaron al entredicho nacional. De ello se encargó el secretario de Seguridad Miguel Angel Toma, quien trató de “irresponsables” a los legisladores aliancistas. En un comunicado manifestó su “preocupación y desconcierto” por un proyecto, que según él, “discrimina a la mayoría de los vecinos” de la ciudad. Toma redactó una arenga más tremendista que la del propio De la Rúa en la que dijo que “la ceguera ideologista” de la alianza será “el caldo de cultivo para el delito, el narcotráfico y la intolerancia”. Desde la otra vereda el radical Facundo Suárez Lastra salió a recomendarle a Toma que renuncie a su partido porque “el PJ votó el Código por unanimidad”. “Si está tan preocupado, que le diga a la Policía Federal que cierre todos los prostíbulos clandestinos frente a los que hacen la vista gorda”, asestó Suárez Lastra, removiendo tierras del affaire Spartacus.
Mientras tanto un alto funcionario del ejecutivo le decía a este diario que si bien se evaluó la idea de vetar una norma que perjudique los intereses políticos de De la Rúa en su carrera presidencial, se llegó a la conclusión de que ese remedio sería peor que la enfermedad. “Si vetamos ocurriría que nos quedaríamos otra vez sin nada, sin ni siquiera las limitaciones que propone ambiguamente este engendro que piensan sacar”, le dijo a Página/12. En la fantasía de los funcionarios la norma acordada por la Alianza traerá extralimitaciones hacia los dos sentidos. “El riesgo es que se interprete por el lado permisivo o por el lado represivo. El riesgo mayor es que siga habiendo intranquilidad de los vecinos, y que se provoque una situación de violencia”, sostuvo.
Desde el Gobierno intentaban ayer conversaciones de convencimiento y llamados al orden a los legisladores que apoyaron la salida consensuada e intentaban mostrarse optimistas sobre esas intentonas. El convenio de la discordia entre ejecutivo y legisladores es el texto de la nueva norma, el artículo 71 del Código, que comenzará diciendo: “La ciudad de Buenos Aires no prohíbe ni reglamenta el ejercicio de la prostitución”. Esa frase resultó más lesiva para el delarruismo que todo el texto, donde se establece que se sancionará a quien ejerciendo el viejo oficio cause “alteraciones en la tranquilidad pública, como resultado de su concentración, de ruidos, insultos, hostigamiento o perturbación del tránsito”. En el análisis oficialista, la primer frase, es la que da títulos a los medios, es la que entra en el imaginario de la gente, y es la que dilapida la imagen de poder de De la Rúa, que no puede cumplir con el deseo de la mayoría. Si bien la intención del Ejecutivo es neutralizar el impacto del acuerdo entre el Frepaso y los radicales de la Legislatura, ayer, durante todo el día en el recinto nadie acusó recibo de las quejas del jefe de Gobierno. Fueron hartas las chicanas que se cruzaron los diputados de la oposición con los liberados aliancistas que ya no discuten sobre lo que no los dejaba dormir. “¿Estás conforme con el mamarracho?”, le preguntó uno de Nueva Dirigencia a Cristian Caram, socarrón. “Y sí, nosotros ganamos todos”, le contestó el radical, convencido de que en la redacción final, de alguna manera reflejaron las intenciones de las cuatro posturas que se expusieron en la Alianza en los últimos dos meses. A esas posturas se le sumaba la crítica más gritona, en Gobierno, donde acusaban a los aliancistas de “transar a cualquier costo para salir bien parados, sin pensar en la gente”. Al hablar de gente se referían al mismo grupo de cuarenta vecinos que ayer bramaban en la Legislatura inconformes con la futura norma. Los mismo que el viernes volverán a marchar en Palermo, y el domingo irán a una misa convocada como una señal más de protesta, para buscar ayuda divina en el combate casi perdido.

 

POSICIONES
Gobierno: Quiere prohibir el ejercicio de la prostitución callejera para “darle tranquilidad a los vecinos”. Rechaza también la posibilidad de instaurar zonas rojas. Sin embargo, Fernando de la Rúa no vetará los cambios al Código que introduzca la Legislatura, aunque aún aspira a torcerle el brazo a los diputados de su partido antes de la votación.

Alianza: No prohibirá ni reglamentará la prostitución callejera. Penalizará las molestias que pueda causar el ejercicio de la prostitución en la vía pública. Bajo el título de “abuso del espacio público”, castigará alteraciones a la tranquilidad provocadas por la concentración de prostitutas y travestis.

Vecinos: En su propio proyecto, intentan limitar la actividad de prostitutas y travestis a 500 metros de sus casas, condición que terminaría consolidando una zona roja para la oferta de sexo callejero. Este proyecto fue presentado por el Grupo Autoconvocado de Vecinos de Palermo Viejo y Plaza Conquista del Desierto.

Justicialismo: Intenta vedar las molestias a terceros provocadas por la demanda u oferta del sexo en la calle. Si bien es permisivo en cuanto al uso del espacio público, expone sus límites en forma más taxativa que la Alianza: se sancionará la oferta ofensiva, la exhibición en ropa interior o el desnudo, o la realización de prácticas manifiestamente obscenas.

 



COMO FUNCIONO EL CODIGO EN SUS TRES MESES DE VIDA
Diez contravenciones por día

Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) Desde que se puso en marcha, el 16 de marzo último, el Código Contravencional transitó sinna15fo03.jpg (11421 bytes) sobresaltos por los Tribunales de la ciudad: apenas 900 contravenciones registradas en tres meses contrastan con las 413 detenciones diarias que practicaba la Policía Federal por aplicación de los edictos. “Hasta ahora no se ha condenado a nadie con pena de arresto”, dijo a Página/12 el fiscal de la Cámara de Apelaciones en lo Contravencional, Walter Fernández. “La mayoría de las penas impuestas fueron multas o instrucciones especiales, como la realización de tratamientos terapéuticos o cursos de capacitación”, agregó.
Las estadísticas revelan que hasta el 3 de junio –último dato disponible– se habían registrado 726 denuncias, por lo que la proyección indica que, al cumplirse tres meses, los casos suman 900, a razón de 10 infracciones por día.
El ranking de las contravenciones está encabezado por la “obstrucción de la vía pública” con el 44 por ciento de las actas. Le siguen los “desórdenes en las filas de ingreso a espectáculos deportivos o artísticos”, con el 16, y la portación de arma (casi siempre de fuego, de uso civil), con el 13 por ciento de las denuncias. El “ingreso de bebidas alcohólicas a estadios o a espectáculos masivos”, representó el 10 por ciento de las infracciones; la venta de alcohol a menores, el 6; el patoterismo el 3, y las peleas, el 2 por ciento de las contravenciones.
Las cifras corroboran una tendencia que se dio desde el primer día de vigencia del código: derogados los edictos y, con ellos, la posibilidad de sancionar a prostitutas y travestis, la policía se volcó a labrar infracciones contra comerciantes que ocupan de alguna manera la vía pública: agencias de compra-venta de automóviles, vendedores ambulantes y otros que suelen ocupar parte de la calle o la vereda.
“Estamos estableciendo criterios de aplicación, qué hechos son contravenciones y cuáles no”, dijo Fernández. Y puso ejemplos: “Un vendedor ambulante no es un contraventor. A lo sumo, si no está habilitado, está cometiendo una falta municipal. Para que exista obstrucción de la vía pública, tiene que existir dolo, la intención de impedir el libre tránsito por la calle o la vereda”, explicó.
Los fiscales tienen la tarea de instruir las causas: tomar declaración a los imputados y reunir las pruebas. También deben determinar si el acta labrada por la policía corresponde o no a una infracción. Según Fernández, “el 40 por ciento de las denuncias deben descartarse, ya sea porque se trata de faltas o delitos, y deben ser derivadas a los tribunales correspondientes, o bien porque directamente no constituyen infracción”.
Hay dos maneras posibles para resolver los casos: el juicio abreviado, cuando el imputado acepta que cometió la infracción, o el juicio oral y público. La Fiscalía de Cámara está a punto de pronunciar su dictamen en una de las primeras causas, iniciada el 20 de marzo contra un quiosquero del Villa Pueyrredón por vender alcohol a un menor. El 6 de junio, el comerciante fue sentenciado a pagar una multa de 200 pesos. El fiscal, que había pedido además la clausura del local, apeló la sentencia.
“La mayoría de las condenas consisten en multas, pero en algunos casos se impuso la obligación de hacer un tratamiento terapéutico, como el caso de un hombre sancionado por portación de arma”, explicó el fiscal. El Código prevé también la posibilidad de realizar un trabajo de utilidad pública. “Pero hasta ahora no se estableció la forma de implementarlo: se podría condenar a un infractor a pintar un hospital, pero primero habría que contar con fondos para comprar la pintura”, ejemplificó.

 



QUE DICEN LOS VECINOS Y LAS PROSTITUTAS
De la cautela a los insultos


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La línea dura de los vecinos de Palermo promete
una nueva marcha de protesta para el viernes.
Ellos proponían que se creara una suerte de zonas
rojas para localizar a las prostitutas.

t.gif (862 bytes) Un día después de haber cruzado las puertas de la Legislatura porteña, el proyecto de modificación del Código de Convivencia presentado por la Alianza fue recibido con cautela, escepticismo o insultos de parte de los sectores directamente interesados en resolver la polémica sobre la oferta de sexo en las calles: vecinos, travestis o prostitutas criticaron o festejaron la propuesta de los legisladores de no reglamentar ni prohibir la prostitución, y de sancionar sus efectos –ruidos molestos o abuso del espacio público– y hubo quienes llegaron a prever reacciones imprevisibles y, quizás, alguna muerte.
“El proyecto no nos parece nada claro –cuestionó Elena Regiaga, dirigente de la Asociación de Meretrices Argentinas (AMAR)–. ¿Qué quiere decir que no vamos a poder situarnos `frente a una vivienda’, ¿a cuántos metros? Nadie lo define y nos preguntamos si esto no es dejar que la policía lo decida. Esto deja todo como estaba durante los edictos. El proyecto dice que la policía no tiene atribuciones para detener y tiene que informar a los fiscales, pero quién asegura que en la práctica esto se va a cumplir. Si los fiscales no dan a basto, quién nos asegura que la policía no va a actuar. Nosotras sabemos lo que es la Policía Federal, todo lo que bancó a algunos vecinos de Palermo para que presionaran para cambiar el Código. Estamos desesperanzadas”.
La misma palabra, “desesperanza” usó Lucía Careu, dirigente de la Asociación Asiduos Concurrentes de la Plaza Campaña del Desierto, del barrio de Palermo. Pero desde otra perspectiva, agitando fantasmas y anunciando futuros encontronazos: “A los vecinos nos cayó como un balde de hielo. No queríamos que se prohibiera la prostitución pero sí que se reglamentara. La gente no quiere que sea una ciudad prostíbulo”. Pero Careu fue más lejos aún: “Si se vota este proyecto yo no voy a poder responder por la gente. Hasta ahora la pude mantener tranquila, pero puede haber agresiones y hasta un muerto de cualquiera de los dos lados”.
Nadia, representante de la Asociación de Travestis y Transexuales, reclama “igualdad de derechos para poder transitar y ejercer nuestra profesión como cualquiera, sin que signifique molestar a nadie. Está bien que se castigue a los infractores, sean travestis o no lo sean”.
Cristina Rondina, de la Junta Vecinal Saavedra, anunció que presentarán un código completo que reemplace al existente, en el que “la prostitución está prohibida puertas afuera. Adentro de sus casas que hagan lo que quieran. El proyecto de la Alianza es una payasada”.
Más equilibrado, Luis Pitau, de la Asociación Vecinos Sensibles de Palermo, sostuvo que “el sólo hecho de vivir en una ciudad implica recortar algunas libertades. Me parece lógico que los legisladores no hayan prohibido la prostitución, sería un acto de omnipotencia pretender hacer lo que nunca se pudo hacer. En todo caso es más valioso reglamentarla y localizarla en áreas que no colisionen con otras actividades.”

 

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