|
Por Juan Sasturain desde París Nelson Acosta, que anoche parecía más digno y uruguayo que nunca, defendiendo la campaña de Chile con convicción y fraseo y cara de China Zorrilla, dijo que Chile empezó jugando bien y que la primera llegada de Brasil fue gol. Y la segunda. Y casi casi la tercera. Y tiene razón. Iván Zamorano --que cabeceó una sola vez al arco y jugó empeñosamente bien-- también tiene razón cuando dice que hubo desatenciones graves en los dos primeros goles, errores cometidos que, un rival con las individualidades que tiene Brasil, te las hace pagar caro. Y la verdad, que no es una sino varias, es que Brasil lo pasó por arriba lujosamente a Chile a partir del momento en que estuvo en ventaja. Y que dio una hermosa exhibición de una hora de fútbol ante un rival que no pegó y aguantó con dignidad y pocos argumentos el via crucis del segundo tiempo. Pero primero hablemos del perdedor, que había caído en octavos con tres empates entre heroicos, mezquinos y afortunados: todas las variantes. Y fueron pocos, muy pocos, pero buenos, los chilenos. Una vez más, Salas y Zamorano con todo y en obvia inferioridad. Salas tuvo un mal primer tiempo pero su trabajo del segundo le permitió incluso llegar al gol de rebote (su especialidad en el Mundial) en jugada que había iniciado. El capitán hizo lo suyo como siempre y no tuvo una sola oportunidad. Acosta no pudo contar con Rojas, un jugadorazo en los partidos de la zona; y optó --equivocadamente-- por prescindir de Estay, una buena manija. Cuando entró en el segundo tiempo la circulación chilena mejoró. Bien: eso fue todo. El resto no estuvo, fue superado por el juego, las individualidades brasileñas o las circunstancias o todo junto. Ya está. Lo de Brasil fue un placer. Después de ver forcejear y golpearse penosamente a Italia-Noruega durante otro partido aburrido y sin ingenio, la tarde-noche de Parc des Princes fue un regalo. No empezó para eso ni mucho menos, porque hasta el gol y un poco más Brasil no jugó bien. Nadie hacía caso y la abuela Zagallo gritaba desde el banco infructuosamente, y el padre Dunga comentaba con gritos y gestos aparatosos todas las desatenciones de los de arriba: Ronaldo y Bebeto, primeros. Pero bastó con que se fueron prendiendo las luces de a una para que fuera robo; y cuando se prendían dos o tres, baile. El único que fracasó, hostigado ya por la gente, fue Bebeto. Jugó un buen partido Dunga; Cafú repitió en su excelente nivel de Copa y creció Roberto Carlos. Le dieron las tres primeras pelotas largas y picó en vano; a partir de ahí, en lugar de desmoralizarse, jugó su mejor partido de la Copa a pura potencia y claridad. Lo mismo pasó con Rivaldo, que intentó siempre y le salieron tres jugadas personales para el marco. Los grandotes del fondo la reventaron sin pudor como siempre pero no perdieron casi nunca; César Sampaio hizo muy bien su trabajo de acompañante terapéutico de todo el mundo por el medio y además llegó otra vez (dos veces) al gol. Quiénes quedan: Leonardo, que fue figura y mereció la tapa, y Ronaldo, que acaso no anduvo del todo bien. Y es cierto, aunque Dunga exagera. Hizo dos goles y reventó dos palos: si entraba el segundo, la repetición de la jugada de toque previo debe durar minutos ... En fin: ojalá gane Nigeria hoy y podamos disfrutar otra vez.
1 ITALIA: Pagliuca; Cannavaro,
Costacurta, Bergomi, Maldini; Moriero, Albertini, Dino Baggio; Di Biagio; del Piero,
Vieri. DT: Cesare Maldini. Al entrenador de la selección de Italia, Cesare Maldini, no se le cae la cara de vergüenza. No le basta con no incluir en una misma formación a Alessandro del Piero y Roberto Baggio --algo que le pide toda la prensa italiana--, sino que además consideró "merecidísima" la victoria amarreta por 1-0 que su equipo obtuvo ante Noruega en Marsella y que le dio el pase a los cuartos de final del Mundial. "Arriesgamos poco y aún así creamos varias ocasiones de gol. Noruega venía de obtener resultados impresionantes, el último ante Brasil, y creo que nuestra victoria tiene mucho mérito y fue merecidísima", aseguró Maldini. El entrenador se sintió molesto cuando fue consultado acerca de por qué no incluye a Baggio en el equipo: "Eso es asunto mío. Del Piero jugó bastante bien, pero después se cansó mucho. Estoy satisfecho", agregó. "No quiero hablar ahora sobre los cuartos de final. Tenemos 24 horas para disfrutar esta victoria, ya que a mis jugadores les daré un día de descanso. Luego habrá tiempo de pensar en el próximo rival", concluyó el entrenador. El tanto que dio la victoria elevó a Christian Vieri a la cima de la tabla de goleadores, ya que ahora tiene cinco, uno más que Gabriel Batistuta. "Sé que estoy cerca de igualar el record de Paolo Rossi (seis goles en el Mundial '82), pero ahora me importa el próximo rival. A Francia no le tenemos miedo, pero sí respeto." En tanto, el técnico de Noruega, Egil Olsen, señaló que se sentía "muy decepcionado" con la incapacidad de su equipo para jugar al máximo nivel y por la derrota sufrida ante Italia. "Estoy muy decepcionado por el resultado y por la incapacidad del equipo para jugar al máximo de sus posibilidades", sostuvo Olsen. "Uno siempre quiere más, una vez que pasás a octavos de final", agregó.
Se lo vio casi como feliz a Roby Baggio tras el partido, felicitando a sus compañeros, pero sin dudas se comió las uñas de ganas de entrar. "Ganamos, como era el deseo de todos --dijo más tarde, diplomáticamente--. Yo esperaba entrar a jugar pero Césare (Maldini) ha dicho que no y tuve que aceptarlo." Pero aunque los resultados inclinen la balanza hacia el entrenador, el debate crece en volumen: "No hacer jugar a Baggio es un delito", sentenció Luigi Ferrauolo, del Corriere dello Sport. "Ganamos, pero jugar los cuartos sin Baggio es autoflagelarse. Sería una humillación, ya que es el único que puede ofrecer fútbol y dar el golpe de gracia", dijo Italo Cucci, director de la Gazzetta dello Sport. "Estamos condenados a sufrir", dijo el comentarista de Tele Montecarlo. |