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Nunca una cumbre proclamó su éxito tan rápido como la de Bill Clinton con su colega chino Jiang Zemin. El sábado a la mañana Clinton pasaba revista a las tropas chinas en la plaza de Tiananmen en Pekín, al mediodía había terminado su reunión cumbre con Zemin, a los dos de la tarde ofrecían una conferencia de prensa conjunta que, por un golpe maestro de la diplomacia de Pekín, fue televisada en vivo, a la noche los dos países anunciaban por separado una "evolución histórica" y después los presidentes cenaban juntos. El domingo Clinton elogió en un templo protestante el mayor auge del cristianismo en China, por la tarde los Clinton hicieron turismo hasta la muralla china, mientras que ayer por la noche la administración Clinton parecía haberse convertido en un Frente de Solidaridad con China. Hoy por la mañana, Clinton leyó un discurso ante los estudiantes de la Universidad de Pekín, una de las proveedoras de carne de cañón para la matanza de Tiananmen en 1989. Allí declaró que la "verdadera libertad debe significar algo más que la posibilidad de enriquecerse". El presidente Clinton inició su jornada de ayer en un templo cristiano donde pidió más libertad religiosa al mismo tiempo que se regocijó por "el creciente número de iglesias y otros lugares de culto donde las personas pueden practicar su fe". Los acompañantes de Clinton en su comitiva recalcaron en sus declaraciones que la política de dialogar con Pekín --en vez de atacarla-- empezaba ya a dar sus frutos a partir de esta misma gira. Sin embargo, sobre la apertura política y los derechos humanos norteamericanos y chinos, intercambiaron sólo vaguedades y declaraciones de buenas intenciones. Los diarios de ayer evitaron referir, significativamente, a la conferencia de prensa conjunta que los dos mandatarios habían ofrecido el día anterior, y que la televisión había transmitido en vivo de manera inesperada. La administración Clinton sigue insistiendo en que el presidente chino Jiang Zemin es un criptoliberal que va a abrir la vida política si se lo felicita en lugar de insultarlo. Exactamente 24 horas después del encuentro cumbre, el secretario de Comercio norteamericano William Daley inauguró ayer en Pekín con pompa y circunstancia el local número 10.000 en el mundo de la franquicia Pollo Frito de Kentucky. Las clases medias locales acudieron para pagar comida rápida más cara pero más exótica que la china: dos alas fritas cuestan lo mismo que una hora de trabajo en la cadena norteamericana. El afianzamiento de las inversiones norteamericanas y la apertura de otras nuevas fue central para que este viaje pudiera ser calificado ayer por la secretaria de Estado norteamericana Madelaine Albright como una serie "admirable" de conversaciones que no "tapan" los temas espinosos.
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