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BRASIL ABRE UN DEBATE

 

Por Claudio Uriarte

t.gif (67 bytes)  Detrás de la volatilidad electoral en Brasil entre el presidente Cardoso y Lula da Silva, de las dudas sobre la posibilidad de que el real se sostenga o deba ser devaluado, de la confusión sobre si el candidato de la izquierda se propone o no la renacionalización de monopolios --a la que contribuyó el pronóstico catastrofista de Menem acerca de un fin del Mercosur en caso de que gane el PT--, lo que está entrando en la política brasileña y sudamericana es una cuestión que ya se ha manifestado o se manifiesta en distintos registros en diferentes latitudes: despojado de todo adorno, se trata de saber cuál es el margen de maniobra para mejorar la situación social sin sacrificar --o sacrificando parcialmente-- lo que se ha logrado en términos de estabilidad. En Brasil --un patchwork de desigualdades socioeconómicas tan abruptas como potencialmente explosivas--, este debate es urgente.

Europa tiene distintas respuestas, desde los programas de empleos públicos y la semana antidesocupación de 35 horas laborales que van a empezar a ser ensayados en Francia hasta la austeridad con beneficios volcados a la educación en Gran Bretaña, desde las consignas izquierdistas del nuevo líder opositor español José Borrell hasta el franco "blairismo" del ascendente socialdemócrata Schroeder en Alemania --socialismos de "izquierda" y de "derecha" respectivamente--. Pero en Europa el principio de realidad tiene un límite preciso: la necesidad de propulsar y de proteger al euro, la moneda única que promete crear una nueva superpotencia económica mundial. Todas las propuestas, sean más innovadoras o más conservadoras, se mueven dentro del límite del 3 por ciento del déficit público del PBI instaurado por el Tratado de Maastricht, ya que los datos de la macroeconomía no son fantasías de tecnócratas sino que influyen decisivamente en la dimensión de la torta que se puede o no repartir.

Pero en América del Sur este debate recién comienza, y el principio unificador que distingue a Europa aún está en sus inicios. A esto se suma que el debate está empezando en una situación de alta inestabilidad en los mercados financieros internacionales, en que EE.UU. parece un improbable malabarista que debe mantener en posición a los grandes tres frentes conflictivos y competitivos de la crisis asiática: Japón, China y Rusia. En esta región, el gran disciplinador fue la inflación, pero es incierto si la nueva inestabilidad reforzará la disciplina o la liquidará.

 



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