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ALLER SIMPLE, TRES HISTORIAS DEL RIO DE LA PLATA 8 puntos (Aller
Simple) Francia/Argentina, 1996
De unas tomas registradas en Buenos Aires hoy, en unas calles superpobladas, los realizadores eligen al azar tres rostros anónimos, congelan un instante su imagen y se interrogan acerca de los antepasados de esa gente, de los caminos que transitaron sus abuelos y aun sus bisabuelos, cuando cruzaron el Atlántico en busca de un mundo distinto, mejor. "Supongamos que..." se plantea la película y a partir de allí se disparan las novelas familiares de Ulysses, de Pietro, de Pilar, un francés, un italiano y una española que no por ser imaginarios se corresponden menos con la realidad. De hecho, cada uno de ellos va iluminando, con su experiencia personal, la de todo el país. Ulysses, por ejemplo, que salta de una modesta colonia agrícola en Santa Fe a formar parte de la incipiente y poderosa Sociedad Rural. O Pietro, un artesano que abrazará las causas del anarquismo y el tango. O Pilar, una española analfabeta que progresará hasta forjarse un lugar en la nueva pequeña burguesía comerciante. La identidad de cada uno de ellos va surgiendo de manera elocuente en sus voces en off, que repasan sus memorias. En la imagen, los autores de este Pasaje de ida al que alude el título original del film acuden a un monumental trabajo de archivo y montaje: Ulysses, Pietro y Pilar son todos y uno a la vez, no hay una identificación concreta de sus fisonomías, pero no cuesta reconocerlos en las imágenes parpadeantes de viejas películas del período mudo, o en las fotografías que documentan tanto una boda cuanto la construcción del ferrocarril, o la aparición de la imponente cúpula del Congreso nacional en el horizonte plano de Buenos Aires. Uno de los hallazgos de Aller simple --que comparte con algunos trabajos de Edgardo Cozarinsky, otro cineasta fronterizo que rechaza los encasillamientos-- es la inversión en el uso de sus materiales. Así, un fragmento de un film documental sirve para ayudar a construir una historia de ficción, mientras que algunos momentos de ficción (El último malón, Pampa bárbara, Su mejor alumno, entre muchos otros) funcionan como documentos de una época. Si hubiera que hacerle un reproche al film de Scartaccini, Fischer y Burch (este último también un reconocido teórico cinematográfico, autor de libros como Praxis del cine y El tragaluz infinito) sería que por momentos sus personajes son excesivamente arquetípicos, existen más en función de lo que representan que de su propio itinerario vital. Aun así, Aller simple no deja de sorprender, esencialmente por la manera en que viene a recordarnos que el cine, el video y aun la televisión --el canal francoalemán Arte y el Channel Four inglés participan de esta producción, junto al grupo argentino Cine Ojo-- tienen aún toda una serie de posibilidades expresivas no suficientemente exploradas.
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