|
SIMPLEMENTE AMIGAS 7 puntos (Career Girls) Gran Bretaña,
1997 Por L.M. Permanente cronista de la clase media baja británica, el director inglés Mike Leigh ha hecho de la institución familiar el centro de su obra, desde sus comienzos en la BBC de Londres, donde se pueden encontrar algunos de sus mejores trabajos, hasta La vida es formidable (1991) y Secretos y mentiras (1995), que le permitió acceder a un público más amplio, a partir de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Su película más reciente, Simplemente amigas, parecería alejarse un poco de ese marco, pero no es el caso. Es cierto que Hannah y Annie --los personajes centrales del film-- son básicamente amigas, desde que durante su época de estudiantes compartieron un cuarto, durante cuatro años, que a esa edad es toda una eternidad. Pero cuando el film las reencuentra, ya más maduras e instaladas en la vida, se comportan casi como hermanas, ansiosas por recuperar en apenas un fin de semana los recuerdos de un pasado que no fue necesariamente mejor, pero que aún así las marcó para siempre. Secretos y mentiras era esencialmente un film sobre las raíces y la identidad, sobre la imagen cambiante que los personajes tenían de sí mismos y de los demás, sobre la compulsiva necesidad de reafirmar constantemente quiénes eran y de dónde venían. A su manera, también era una película sobre el implacable paso del tiempo. Todas estas preocupaciones de Leigh vuelven a aflorar ahora en Simplemente amigas, pero con un tono más leve, más distendido, como si el director hubiera sentido la necesidad de hacer un divertimento sin dejar de ser fiel a sí mismo. Lo más singular del cine de Leigh sigue siendo la gracia y la espontaneidad con que pinta a sus personajes, la facilidad con que crea un pequeño mundo con apenas unos pocos elementos, como si para él bastara con colocar la cámara para empezar a contar una historia, que puede ser la de cualquiera. Nada extraordinario hay en el encuentro de esas amigas treintañeras, como no sean las claves con que ambas van abriendo --a medida que avanza el film, estructurado sencillamente a partir de una serie de flashbacks-- distintos episodios de aquella vida en común, cuando discutían las virtudes de The Cure, compartían una cerveza en un pub o se hacían confidencias sobre hombres. Pero la lente con que Leigh mira el mundo, sin embargo, se vuelve cada vez más deformante, y eso se nota no solamente en la puesta en escena de Simplemente amigas sino sobre todo en el trabajo de sus actrices. La debutante Lynda Steadman y la estupenda Katrin Cartlidge (cómo olvidar su trabajos en Naked, del propio Leigh; en el episodio londinense de Antes de la lluvia o en Contra viento y marea, como la cuñada de Emily Watson) componen a sus personajes de una manera muy particular, como si Leigh les hubiera pedido que trabajaran desplazándose del eje del realismo hacia la caricatura, casi como si fueran personajes de un comic. Se sabe que una de las particularidades del cine de Leigh es su método de trabajo: cuando comienza el rodaje de un film, parte de una historia de la que no se conoce el final y cada actor va armando su personaje paso a paso, con un amplio margen para la improvisación, por lo cual hay escenas en que los intérpretes van experimentado las mismas sorpresas y sensaciones por las que después atravesará el espectador. Simplemente amigas parece haber sido concebida de la misma manera, pero la diferencia con trabajos anteriores está en todo caso en este manierismo cada vez más acentuado de sus intérpretes, que hace que aún basado en un contexto realista el film se aparte radicalmente del naturalismo, conformando un retrato extraño, curioso de esa amistad, donde la confusión interior de la adolescencia se expresa exteriormente, con todo el cuerpo.
|