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El País/Madrid Por Juan Carlos Gumucio desde Londres Extremistas protestantes incendiaron ayer 10 iglesias católicas en un ataque coordinado que inflamó peligrosamente la crisis en Irlanda del Norte, tres días antes del controvertido desfile orangista de Portadown. El primer ministro británico, Tony Blair, viajó de inmediato a Belfast y visitó uno de los templos atacados. Su homólogo irlandés, Bertie Ahern, formuló vehementes llamamientos a las organizaciones nacionalistas católicas a evitar represalias que podrían destrozar el incipiente proceso de paz en el Ulster. La nueva actuación violenta se produjo un día después de la inauguración de la nueva asamblea autónoma. Amparados por la oscuridad de la madrugada, los atacantes irrumpieron en las iglesias, rociaron su interior de combustible, prendieron fuego y se dieron a la fuga sin dejar rastros. Tres de las iglesias quedaron totalmente destruidas por las llamas, que en algunos casos se extendieron hasta cementerios colindantes. En cada una de las iglesias, grupos de parroquianos contemplaban en silencio cómo los techos de sus capillas quedaron reducidos a cenizas. En la Iglesia de St. James, construida hace 200 años no lejos de Portadown, una anciana que contemplaba las vigas ennegrecidas del edificio, murmuró: "Esto es increíble. Muchos de mis antepasados están enterrados aquí. ¿Quién puede ser tan cruel?". Ninguna de las organizaciones paramilitares protestantes se adjudicó responsabilidad de los ataques registrados horas después del estreno de la asamblea autonómica en la que participan representantes de las principales fuerzas del Ulster. Pero investigadores de la Royal Ulster Constabulary (RUC) apuntaron el dedo hacia elementos de la banda llamada Fuerza de Voluntarios Lealistas (su sigla inglesa es LVF), una de las organizaciones más violentas y sanguinarias del Ulster con un largo historial de asesinatos y ataques contra iglesias católicas. Los extremistas atacaron primero la Iglesia de Upper Newtownards Road, en Belfast este, instantes después de la medianoche. Noventa minutos después ardía la capilla de Tandragee, en el condado de Armagh. Luego las llamas consumieron los tejados y paredes de iglesias en Kilcorig y Aldergrove, en el condado de Antrim y las de Dromore, Laurencetown y Castlewellan Banbridge en el condado de Down. Las últimas dos iglesias incendiadas están ubicadas en Dungannon, en el condado de Tyrone. Los ataques fueron interpretados como una reacción de los extremistas a la prohibición policial de la marcha que la ultraprotestante Orden de Orange prepara para este domingo en Portadown. Los "orangistas" juran que van a ignorar la prohibición y que marcharán por Carvaghy Road, la corta avenida que cruza el sector católico de la ciudad protestante 48 kilómetros al sudeste de Belfast. Horas después de esos ataques, extremistas protestantes lanzaron bombas incendiarias contra dos casas de católicos en Londondery en lo que se interpreta como el posible inicio de una nueva campaña en esa ciudad. No hubo víctimas. De confirmarse las sospechas de la policía, los ataques de ayer marcarían el final de la tregua decretada por la LVF en mayo. Bajo fuerte presión política, la organización había aceptado el alto al fuego, pero muchos de sus militantes --especialmente los grupos de choque formados por jóvenes uniformados de chaquetas negras, cabezas rapadas y gafas oscuras-- afirmaban en los pubs de Belfast que "todo es un ardid". David Trimble, el líder protestante del Partido Unionista del Ulster (UUP), electo el miércoles primer ministro de la recientemente electa asamblea autonómica de Irlanda del Norte y que hasta hace algunos años desfilaba codo a codo con los orangistas, fue uno de los primeros en condenar los ataques. "En momentos de esperanza en el futuro de Irlanda del Norte, la sociedad no puede darse el lujo de permitir estos actos de locura sectaria", dijo poco después de visitar una de las iglesias quemadas. "Quienes han perpetrado esos ataques no se respetan ni respetan a Dios", declaró por su parte Seamus Mallon, el viceprimer ministro del Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP). Incluso el furibundo predicador fundamentalista Ian Paisley, exponente máximo del protestantismo militante, líder del Partido Unionista Democrático (DUP) y crítico acérrimo del actual proceso de paz, condenó el ataque calificando a sus autores de "criminales" y "desgraciados". "No pueden llamarse verdaderos protestantes, pues el protestantismo defiende la libertad de culto, el comportamiento civilizado", declaró.
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