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La guerra de incendios y contraincendios siguió durante la noche del jueves al viernes en Irlanda del Norte. Un día después de la quema intencional de 10 iglesias católicas por presuntas milicias protestantes, ayer por la madrugada fueron dos templos protestantes de Londonderry y un edificio de la Orden de Orange --también protestante-- cerca de Newry, los que amanecieron ennegrecidos por las llamas. Para colmo, esta ronda de incendios se produce en vísperas del polémico desfile de la Orden de Orange el domingo por un barrio católico, una ocasión más que propicia para caldear los ánimos y poner en peligro el acuerdo de paz recientemente aprobado por las mayorías de la provincia. Por lo pronto, el presidente norteamericano Bill Clinton llamó a evitar que el desfile afecte la paz. La marcha de la Orden Protestante Orange tiene previsto pasar por el vecindario católico de Drumcree, en un extremo de Prtadown, pueblo habitado principalmente por protestantes a unos 45 kilómetros al sudoeste de Belfast. La Comisión de Desfiles Independientes de Irlanda del Norte decidió que la marcha debía ser desviada de la avenida católica Garvaghy Road, pero la Orden de Orange prometió continuar con la ruta original. Tropas adicionales han sido destacadas en Irlanda del Norte en caso de violencia y el ejército ya colocó puestos de control al final de Garvaghy Road, una calle enmarcada por casas de dos pisos y pequeños comercios protegidos por altas cercas. La Orden de Orange, que lleva el nombre de Guillermo de Orange, quien desertó a un monarca católico invasor en el siglo XVII, dijo que sus miembros desean marchar tocando sus flautas y tambores por la ruta original que han seguido desde 1807. Al final de Garvaghy Road se encuentra la iglesia Drumcree, donde los hombres naranja se proponen celebrar una misa. Al otro extremo, la Orden erigió un arco adornado con banderas rojas, blancas y azules del Reino Unido, al que han jurado lealtad por siglos. Una pintada en una pared cercana dice: "También caminaremos por Drumcree". Los nacionalistas católicos, quienes consideran la tradicional marcha como un alarde triunfal por parte de la mayoría protestante de Irlanda del Norte, están disgustados con los hombres naranja por negarse a llegar a un consenso. "No se conversa, no se marcha", dice una pancarta exhibida por residentes nacionalistas del barrio. La bandera tricolor ondea de casi todos los postes de luz. Un grupo de mujeres católicas que montaron un campamento de paz en una montaña desde la cual se divisa Garvaghy Road dijeron que se sentían decepcionadas por las autoridades, las que dispersaron a la fuerza una manifestación nacionalista el año pasado para que los hombres naranja pudieran pasar por su calle. "Cuando llegue el día, no hay manera de que abandonemos esta calle para permitir esa marcha", dijo Joanna, de 39 años. Mientras los políticos y el clero continuaban las conversaciones para disipar la crisis, el líder de Sinn Fein Gerry Adams dijo que la solución era que la Orden de Orange acepte la decisión de modificar la ruta de la marcha. "Si nos dan la oportunidad este año, trataré de usar mis mejores influencias para asegurar que éste será el último año que ocurra este tipo de cosas", dijo Adams, líder del ala política del Ejército Republicano Irlandés (IRA). El premier británico Tony Blair, por su parte, se vio obligado a viajar el jueves por la noche a la provincia para pedir a las dos comunidades religiosas que resuelvan pacíficamente sus diferencias. Es mucho lo que está en juego: la marcha es el último obstáculo que falta superar en esta etapa del proceso de paz, pero puede probarse un obstáculo muy peligroso. Mientras tanto, Clinton, en una conferencia de prensa ofrecida en Hong Kong al término de su visita de nueve días a China, afirmó que "sería verdaderamente trágico si cualquiera de las dos partes se siente tan agraviada por la realización del desfile que pierde de vista el panorama político general, cuyo fin primordial es alcanzar la paz entre todas las partes. Creo que es algo que no debería ocurrir en este momento histórico en que la paz está tan cerca para todos en Irlanda del Norte", agregó. Clinton habló ayer en la tarde por teléfono con los principales dirigentes políticos irlandeses, David Trimble y Seamus Mallon, a quienes preguntó qué podría hacer EE.UU. para ayudar al desarrollo positivo del proceso de paz en Irlanda del Norte y para tratar de disminuir las tensiones sociales en la región. "Deseo pedir especialmente a quien sea responsable de estos actos, por cualquier razón que lo motive, que deje a un lado las iglesias, que las retire de su lista", añadió Clinton. Por ahora, es un pedido en el desierto.
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