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Por Patricia Chaina El clown como método teatral conserva entre sus características circenses la posibilidad de un lenguaje universal basado en la gestualidad. Ese es el eje que guía la composición de Glub Glub, la pieza de humor que presenta el próximo miércoles en el teatro Lola Membrives la compañía madrileña Yllana. En charla con Página/12, los cuatro actores del elenco --Antonio De La Fuente, Fernando Gil, Rulo Pardo y Ramón Sáenz-- apelan a la experiencia obtenida en los diecinueve países que visitó la obra, experiencia que les permite reflexionar sobre el humor: "Lo que causa risa, universalmente, es el dolor de los demás. Lamentablemente, así es la vida", sostienen. "Nosotros trabajamos el gesto, la expresión visual, y sobre eso la obra se organiza en distintos sketches que giran en torno de lo que es el mar, a partir de las situaciones disparatadas que viven cuatro marineros", cuenta De La Fuente. Estas aventuras son hilvanadas por música de películas clásicas. Y los únicos sonidos que se escuchan son onomatopeyas. "Trabajamos sobre ideas simples y con un montaje sencillo --explica Gil--. Esta composición está basada en un tipo de humor universal, y permite una buena recepción en sitios tan diferentes como Singapur, Mozambique o Alemania." "La resolución de determinadas situaciones sin demasiados recursos es lo que impacta, creo", sospecha De la Fuente. "Porque el público entra en el juego --agrega--. La idea es lograr la participación del público para que todos juguemos como si fuéramos niños." Es la posibilidad de jugar con la reacción del público lo que parece generar más expectativas en el elenco. "Recuerdo siempre una función que hicimos en un hospicio de Austria", dice De La Fuente. La posibilidad de un entendimiento desde lo gestual permitió una comunicación "que nunca habíamos imaginado con los internos". La inclusión del público en el devenir de la pieza, donde la improvisación no es una invitada ocasional, se ve incentivada de entrada por un par de medias "hechas un bollito" que se entrega junto con el programa del teatro. Un elemento que sólo al finalizar la puesta develará su función: la posibilidad de ser utilizado como munición gruesa, en una batalla que no registrará límites entre el escenario y la platea. "Romper la cuarta pared, esa barrera entre los actores y la gente, es algo a lo que apuntamos desde el comienzo", explica Sáenz. Eso fue lo que motivó la creación de la compañía en 1993, para presentarse en un festival de clowns en Barcelona, con Muu, un obra basada en las españolísimas corridas de toros. En ese momento, el humor negro era la vara que medía cada show. "Pero este espectáculo es de un humor muy blanco, con toques de humor negro", dice Gil. Hay violencia y sexo, porque "todas son referencias a situaciones cotidianas, desde el grotesco y el absurdo", dicen. La risa, según explican, es producto de una idea básica: algo sorprende porque rompe una lógica de acción o pensamiento. "Esto sucede cuando a otros algo no les sale como pensaban: uno se ríe de lo que a otros les duele --explica Pardo--. Esas cosas son parte de las contradicciones que mueven la realidad, por eso en el show hay violencia." Pero los personajes tienen el perfil de los dibujos animados, sostiene Gil: "Por más que las situaciones los aniquilen, siguen ilesos en el siguiente sketch. Y se hacen querer porque en su violencia son brutos, pero también reflexivos y tiernos".
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