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RAUL ZAFFARONI SOBRE EL NUEVO CÓDIGO

"LO CENTRAL ES CÓMO REEMPLAZAR LA CAJA CHICA DE LA POLICÍA"

Es el jefe de los legisladores frepasistas porteños. Pero el jueves prefirió no convalidar con su presencia los cambios al Código de Convivencia, que la Alianza votó en bloque. Aquí explica sus razones.

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Para Zaffaroni, Chacho Alvarez es el "polo táctico que nos recuerda los límites de nuestro poder, una voz realista que es buena."

Por Cristian Alarcón

t.gif (67 bytes)  La Alianza UCR-Frepaso ocupa la mitad de la medialuna de asientos de la Legislatura porteña. Durante la larga jornada del jueves, cuando se votó el artículo que limita la prostitución callejera en la ciudad de Buenos Aires, allí hubo un solo lugar vacío. Fue el del presidente del bloque del Frepaso, el jurista Raúl Eugenio Zaffaroni. Esa ausencia causó resquemores entre sus compañeros de bancada, que vieron en la actitud un escape al conflicto que les quemaba las manos. Zaffaroni no sólo desapareció del debate sino que no volvió a hablar del tema. Se guardó en un silencio prudente, y en esta entrevista deja caer su explicación. Sostiene que se trató "como si fuera sólo un tema de prostitución callejera" lo que en realidad "es un conflicto institucional serio". Se refiere al "salario de la policía, que antes hacía crecer sus ingresos con la caja chica a modo de impuesto". "Mientas eso no se resuelva, todo lo que hagamos no tiene sentido", asegura.

--¿Por qué se bajó de la discusión del Código y faltó a la sesión donde fue votado el artículo sobre prostitución callejera?

--No es que me bajé de la discusión, consideré que mi presencia iba a perturbar más que otra cosa. No quería dar la sensación de que defendía las locuras que hacen los provocadores. Si veo que mi presencia obstaculiza la salida, creo que lo mejor que puedo hacer es decir "yo salgo discretamente".

--El resto de sus compañeros dice que usted, como presidente del bloque del Frepaso, tenía un rol demasiado importante como para dejar el lugar vacío, y que hubiese sido necesario en el momento de defender una postura más resistente para no ceder terreno a la policía.

--Es que yo tampoco quería mantener una posición intransigente hasta el final. Eso no resolvía mucho. Si no se resuelve el problema de fondo, tampoco podemos estar sosteniendo una posición que nos iba a llevar a un conflicto gratuito. Creo que se había salido de cauce la discusión, estábamos tratando como un problema de prostitución callejera, lo que era un problema institucional serio, más grande, más abarcativo: cómo se reemplaza el ingreso que la policía perdió con la caja chica si no es con un aumento salarial. Paguémosle a la policía decentemente y tengamos una fuerza que resuelva problemas de abuso de espacio público por cualquier hecho y no una policía que nos está poniendo provocadores en la calle. Mientras eso no se resuelva, todo lo que hagamos no tiene sentido.

 

--Dicen que usted consideró intolerable la presión política de los jefes de la Alianza.

--No, sucedió que cualquiera fuese la medida que se tomase, dentro de las posibilidades, no resolvía el problema. Y si yo tomaba partido por tal o cual posición tampoco lo solucionaba, sino que lo confundía todo mucho más.

--¿Por qué esta confusión?

--En la coyuntura entran muchas cosas. Primero hay factores inconscientes. Por un lado, presiones políticas de quienes quieren que se resuelva un conflicto concreto, porque en realidad ya a estas alturas era absurdo. Por otro, las mismas víctimas del conflicto: entre ellos quienes tienen el problema concreto de los provocadores adelante y la policía mirando. Y hay otros que están en un lobby, que trabajan para presionar. El problema afecta temas altamente sensibles que concentran a los medios y la atención pública. También hay gente que quiere resolverlo pero salvar algunos principios. Y tenemos tipos que aprovechan la coyuntura, a los que se les abre una heladera con una luz miserable y se ponen a hacer declaraciones, hablan sin conocimiento, hacen críticas para provocar escándalo. Todo eso provoca una confusión que finalmente hace necesario buscar racionalmente y detener lo que no lleva a ninguna parte.

 

--¿Ese fue Chacho Alvarez al apurar una definición?

--Chacho no se volcó por tal o cual solución, lo que hizo fue llamar la atención para que la situación no se siga prolongando.

 

--Sí, pero hacía una semana se había acordado un despacho diferente, por el cual se ponía al fiscal en la calle, al lado de la policía.

--Bueno, aquel proyecto tampoco resolvía. Es cierto que ese proyecto nos iba a causar otro tipo de problemas, que la policía iba a ordenar 25 detenciones y nos iba a acusar de no poder hacer nada porque tenemos sólo tres fiscales, cuando sería una locura poner decenas de fiscales sólo para conformar a la policía. Como también es cierto que, si este proyecto que se sancionó no reimplanta el impuesto que la policía cobraba, también las provocaciones van a ser otras. Esto no se detiene.

--Lo concreto es que la definición se dio con la Alianza en consenso por la orden que bajó de De la Rúa y de Chacho.

--Fernando es muy buen hombre, pero por su carácter está siempre poco inclinado a modificar cosas. Nunca estuvo de acuerdo con cambiar el status quo que recibió como presente griego. Chacho creo que sólo reclamaba que de una vez se resolviese el problema de los vecinos. Supongo que pensó una táctica, que calculó que con la policía en manos del menemismo, el jefe de Gobierno en contra, provocadores causando molestias a los vecinos, organizaciones sin experiencia para detectar "submarinos", fundamentalistas actuando y un festival en la Legislatura, era bajar un poco los decibeles.

--Se dice de usted que es uno de los mayores críticos de esa postura, que considera claudicante, y que no fue para no votarla.

--Eso es un invento. Chacho no es un tipo de bajar principios. Es, eso sí, el polo táctico que nos recuerda los límites de nuestro poder y eso no es nada malo. Una voz realista siempre es buena.

 

--El resultado final de esta norma no es el esperado por nadie. ¿Cómo se pudo llegar a un texto con tantos frentes para ser atacado, y sin sellar la cuestión con soluciones?

--Hay un desconcierto sobre el problema que se ha generado. La solución puntual que se trató de buscar es algo así como pegar con un chicle dos capas tectónicas. Y esto me parece que no lo vio nadie. Nos encontramos en una situación difícil. Acá se tocan las molestias sufridas por los vecinos a través de provocadores y un problema salarial que está sin resolver. Hemos tratado un problema puntual. Quizás resuelva un problema de los vecinos de Palermo, pero va a estallar por otro lado. Si no se percibe el problema en esta dimensión, es imposible una respuesta. Es como si tratásemos el problema del chicle, no el de las capas tectónicas.

 

--Pero usted plantea entonces que la solución es aumentar el sueldo de los policías.

--Es un problema madre, que hay que denunciar, hay que hacer público y hay que tratar de resolver sin acudir a ningún doble lenguaje. Es real. Cuando un sector laboral tiene un problema salarial, lo va a seguir planteando y va a seguir usando la fuerza de que dispone para plantearlo. Y la fuerza de la policía no es la de cualquier asalariado.

 

--Si es así, ¿por qué esto no se planteó antes? ¿Por qué se discutió tanto sobre otra cosa?

--Porque esto es un asunto de gestión del gobierno porteño. En algún momento hay que sentarse con el gobierno federal, y con la policía, a ver cómo se resuelve. Pero para eso hay que desdramatizarlo. La caja chica, la coima a las prostitutas fueron una fuente de ingresos normal durante muchísimos años. Si en realidad es cierto lo que dicen los compañeros de la Alianza, sobre que esto sigue eliminando la caja chica, van a seguir presionando. La población tiene que vivir tranquila, la policía tiene que ganar lo que corresponde, y evitamos que el Estado incurra en una inmoralidad como la coima.

--¿Esto no reduce a una cuestión sólo económica la corrupción policial?

--La clase política ya no puede acudir al infantilismo de decir que esto es corrupción policial. El impuesto que la policía les cobraba a las prostitutas ocurrió durante veinte años y por lo tanto es corrupción institucional. Llamarla corrupción policial es cómodo, le deriva toda la responsabilidad a la policía, y se la saca de encima a los operadores políticos. Pero ¿qué fue lo que determinó que pasara esto inveteradamente, que no se resolviese antes, si no la complicidad del aparato político?

 

 



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