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Por Juan José Panno desde Marsella 1. Postal de fútbol, escena arrancada de la película Pelota de trapo, la caminata de Ortega y Gallardo, abrazados, desde el centro de la cancha hasta el túnel al final del partido contra Jamaica quedó como un símbolo del fútbol que Argentina pude exponer en el Mundial y no lo hizo. El técnico decidió dejar en el banco a Gallardo, después de la primera fase y dejó sin compadre a Ortega, obligando a gambetear a todos los rivales que le fueran apareciendo en el camino. 2. Nada garantiza que con Gallardo dentro de la cancha el equipo se asegurara el triunfo, pero nadie puede dudar de que su presencia hubiera asegurado un mejor manejo en el medio y un reparto más equitativo de la pelota. Sin Gallardo, Ortega se vio obligado a arrancar desde muy atrás, casi condenando a plantearse como única alternativa el replay del gol de Maradona contra los ingleses. Y Ortega, se sabe, no es Maradona. Ninguno de los 704 futbolistas que tomaron parte de este Mundial alcanza la categoría de sombra, siquiera, de Diego. 3. Otro símbolo del fútbol, tal vez el más impactante de todos, fue el que dibujaron los jugadores revoleando sus camisetas, cerca de la tribuna cabecera donde estaban la mayoría de los hinchas argentinos en el estadio de Saint Etienne al final de todo, en el encuentro contra los ingleses. Arriba, en las tribunas miles de hinchas cantaban aquello de "es un sentimiento, no puedo parar" y abajo, en la cancha, los jugadores reconocían el conmovedor apoyo recibido uniendo su canto. "Ustedes no se dan cuenta porque están acostumbrados, pero a mí ver a los hinchas argentinos en minoría, gritando sin parar me sigue generando una emoción muy profunda", comentó Jorge Valdano nostálgico, en el centro de prensa. 4. La expulsión de Ortega. Que debe unirse invariablemente al supuesto penal --en realidad no hubo falta-- de Stam y la provocación del arquero Van der Sar, parándose delante, insultándolo. Para algunos, esa jugada fue decisiva en la definición del partido y se apoyan en este dato: Bergkamp, agotado, confesó que iba a pedir el cambio al técnico, pero decidió quedarse cuando lo echaron al 10 de Argentina "porque --declaró-- me di cuenta de que podíamos ganar el partido". No deja de ser un modo de hilar demasiado finito. 5. La expulsión de Numan. Si se trata de buscar una cabeza para entender la derrota --una costumbre muy nuestra, por otra parte-- también se debe pensar en que Passarella no hizo el cambio indispensable (Gallardo por Zanetti, por ejemplo) para mandar un claro mensaje a los jugadores de que 11 contra 10 se trataba de ir a buscar directamente el partido. Sobre todo si se tiene en cuenta que, sin Numan en la cancha, los rivales empezaron a encajonarse en su propia zona, mientras Argentina no parecía decidirse a capitalizar la superioridad numérica. Queda claro, detrás de todo esto que Passarella se siente más cómodo con la contra que con el ataque franco y eso es una definición de estilo también. 6. El gol de Bergkamp. Fue un golazo, es cierto. Impresionante por la forma en que bajó la pelota en el aire y casi simultáneamente enganchó haciéndolo pasar de largo a Ayala, ante de meter el zurdazo terrible sobre la salida de Roa para decretar la eliminación. Puede uno preguntarse, sin embargo, si no hay otra manera táctica de borrar esa posibilidad de gol. La hay: el paso adelante para dejar al holandés en off-side, pero no encaja con el planteo hecho por los argentinos. 7. Passarella puede contraponer a esta idea el recuerdo de que en la final de los Juegos Olímpicos, contra Nigeria, se perdió sobre la hora por hacer el fuera de juego, en una posición adelantada, que el línea no cobró. Jugar al achique crea, justamente, temores de ese tipo. Ninguna de las fórmulas es infalible. Una es más ofensiva que la otra y se trata de una cuestión de criterios. Debe quedar claro que no fue por una jugada que Argentina se quedó afuera. 8. El festejo de López. Después de meter la pelota por entre las piernas del gigantón Van der Sar, el Piojo López salió corriendo, se levantó la camiseta argentina y mostró la que llevaba abajo con la inscripción: "Feliz cumple, viejo". Un gesto humano, enternecedor, en un mundo de fútbol robotizado. 9. El gol de Zanetti, contra los ingleses. Típico producto de laboratorio, imaginado por Daniel Passarella y concretado por los jugadores. Cualquier entrenador podría decir lo mismo en la intimidad: "No hay satisfacción más grande que la concreción del que uno se dibujó en la cabeza". Los futbolistas lo reconocieron buscándolo para el abrazo. 10. Las absurdas conferencias de prensa de los jugadores en L'Etrat. La comparación con la predisposición de los jugadores de otros planteles ridiculiza aún más el papelón internacional que se perpetraba cada vez que se enfrentaban con los micrófonos. El exceso de protagonismo de los futbolistas y de cierto periodismo, sumado a oscuros intereses comerciales con la televisión, fue la causa del despropósito.
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