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LOS MEDICOS QUE SE INYECTARAN UNA VACUNA CON UNA CEPA VIVA DEL VIH

CONEJILLOS DE INDIAS CON GUARDAPOLVO
Gordon Nary dirige un equipo de médicos y voluntarios que decidieron experimentar con sus propios cuerpos una vacuna que contiene una cepa viva y atenuada del vih. En una entrevista con Página/12, Nary explica cómo será esa experiencia. "Es toda gente que sabe los riesgos que corre", asegura.

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El afiche de una campaña contra el sida reproduce el riesgo que corren los médicos.
A la derecha, Gordon Nary, el médico que dirige a quienes se someterán a la experiencia.


PAGINA/12 EN SUIZA
Por Eduardo Febbro
Desde Ginebra

t.gif (67 bytes) El profesor Gordon Nary dirige un comando de suicidas. Cuatrocientos médicos voluntarios oriundos de siete países que decidieron inyectarse una vacuna contra el sida que contiene el virus del vih. Gordon Nary es médico y presidente de la Iapac, International Association of Physicians in Aids Care. La organización, que cuenta con 5000 médicos y científicos adherentes provenientes de 42 países, tiene una meta que consiste en implementar componentes estratégicos para acrecentar la calidad de vida en los países expuestos al virus del sida. "Es una locura --dice Nary--, ver cada día tanta gente devorada por el sida." La historia puede parecerles a muchos una aventura delirante pero Gordon Nary la explica pausadamente, con toda la fuerza de quien ha decidido exponer su vida. Los cobayos de la muerte son voluntarios especiales. No están afectados por el virus del sida, ni ellos ni sus familias. Van a protagonizar una experiencia particular, "con o sin la aprobación de las autoridades norteamericanas", recalca Nary: por primera vez, un grupo de seres humanos se propone a ir más lejos que lo experimentado hasta ahora inyectándose una cepa viva del virus vih, aunque sea atenuada.

En esta entrevista exclusiva con Página/12 realizada durante la Conferencia Internacional de sida llevada a cabo en Ginebra, Gordon Nary detalla los principios de una acción que juega con la muerte como método para salvar la vida de los otros al tiempo que presenta las vacunas que "sus hombres" van a probar.

--¿Quiénes son los voluntarios que se prestaron a esa experiencia y qué tipo de virus van a inyectarse?

--Hay unos 400 voluntarios en todo el mundo. Muchos son médicos o personas que trabajan en los medios científicos. También hay otros voluntarios que no son específicamente miembros de la Iapac. Pero yo prefiero tratar con médicos porque éstos comprenden mejor el lenguaje científico y conocen más que los demás el virus del sida y su evolución. Igualmente, están más al corriente del aspecto científico de la vacuna. Concretamente, vamos a probar una vacuna que tiene el virus del vih. Se trata de una cepa viva del vih. Si se quiere, es una versión genéticamente suavizada del virus con la que realizaremos primero una prueba inicial de seguridad limitada a unas 20 personas.

--¿Los voluntarios de la Iapac conocen acaso hasta el fondo los riesgos que corren inyectándose una cepa viva del virus, sabiendo que una vez que se introduce el virus en el cuerpo es casi imposible erradicarlo?

--No somos ni locos ni imprudentes, como se afirma por ahí. Se trata de una cepa viva que contiene una versión genéticamente suavizada del virus. El riesgo cambia según los individuos. Cuando más se conoce ese campo, más se está a resguardo. Es obvio que, como en toda vacuna que se prueba en el hombre, los riesgos son importantes. Las personas que van a inyectarse el vih son todas sanas. Para nosotros se trata de una cuestión de ética, de moral y de responsabilidad. Son decisiones asumidas por científicos que saben perfectamente los riesgos que se corren y para los cuales hay algo mucho más esencial que los riesgos posibles: si no hacemos todo lo que está humanamente a nuestro alcance para combatir el sida somos parcialmente responsables de lo que está pasando.

--Ustedes asumen un papel de conejillos de Indias de la humanidad pero los críticos de esta iniciativa aseguran que ustedes no harán más que provocar la infección de los voluntarios.

--Contamos con el apoyo de varios grupos farmacéuticos que van a proporcionarnos los medicamentos contra el sida en caso de que los voluntarios se contaminen. Además, somos médicos, en la Iapac hay decenas de científicos que van a seguir con lupa nuestra evolución. Hay que tomar conciencia de que el problema del sida no se va a resolver como por arte de magia, ni siquiera con una sola vacuna. Hacen falta varias experiencias, varias vacunas. Nunca habrá una sola, absoluta. Hace algunos años el gobierno norteamericano decidió prohibir la utilización de vacunas en curso de desarrollo, es decir, que no fueran eficaces en un ciento por ciento. De esa manera se congeló la investigación. No hay tiempo que perder. Cada día hay 16 mil personas infectadas con el virus del sida. Hay situaciones en las que se deben tomar decisiones y ahora ha llegado el momento. Actualmente, los conocimientos para detener el sida existen. Hay una nueva generación que cuenta con todos los elementos.

--Existen en el mundo muchas vacunas contra el sida, por ejemplo la que ahora va a probar el laboratorio VaxGen. ¿Cuál es la particularidad de la que va a utilizar la Iapac con sus voluntarios?

--Estamos elaborando una vacuna especial para que sea probada en los seres humanos dentro de dos años. Actualmente la estamos experimentando en monos vivos. La vacuna va a ser desarrollada completamente dentro de tres meses y recién se empezará a utilizar en el año 2000. Sin embargo, habrá que esperar unos 4 o 5 años para conocer su eficacia. Como ve, el tiempo es largo, y en el medio hay millones de vidas humanas en juego. Cada paso que se da en la búsqueda de una vacuna contra el sida consume varios años. Muchos líderes de la comunidad científica estaban contra nuestro proyecto porque no había ninguna seguridad sobre su plena eficacia. Pero el riesgo que se corre no es nada comparado con lo que se puede ganar. Nuestra experiencia será muy enriquecedora y nosotros asumimos plenamente sus consecuencias. No vamos a contagiar a nadie, muy por el contrario. No podemos responder a meros imperativos morales ni tampoco esperar con los brazos cruzados que una poción mágica llegue al mercado. El Tercer Mundo paga cada día un precio escalofriante.

 



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