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NOCTURNO HINDU
Por Cecilia Hopkins
Formada en los talleres de Ricardo Bartís, la actriz y directora Gabriela Izcovich decidió llevar a escena la obra de Tabucchi previa consulta al autor, quien luego de leer la versión dio el visto bueno. Algo que era de esperar, ya que todas las escenas de la novela fueron trasladadas con particular concisión, utilizando en gran parte sus diálogos originales. El peregrinaje que emprende el protagonista por la India en busca de su amigo está sugerido con poquísimos elementos. Apenas unos objetos y un conjunto de sillas destartaladas bastan para recrear el caos de las calles y los tugurios de Bombay, amén de otros escenarios que recorre el protagonista en su búsqueda. La utilización dramática de la música elegida --el indio Bikram Ghost y la portuguesa Amalia Rodrigues-- también es acertada. Pero el atractivo fundamental de Nocturno ... está en los recursos actorales empeñados. Alfredo Martín ha sabido capturar la perplejidad del hombre occidental enfrentado a una cultura para él incomprensible. El desconcierto radical que lo embarga cada vez que debe enfrentarse a una situación desconocida apenas logra alterar su aire resignado. Esta misma combinación de extrañamiento y resignación revela de a ratos todas sus posibilidades humorísticas, especialmente cuando el protagonista se traba en contrapunto con alguno de los personajes que interpreta Javier Lorenzo, un actor que sabe extraer de cada rol --mozo, médico, bibliotecario o cartero, entre otros-- los detalles necesarios como para conseguir una composición sintética y efectiva. Izcovich, por su parte, logra un dibujo algo desvaído de las mujeres autóctonas que asume. En cambio, se la ve mucho más cómoda y expresiva las veces que se hace cargo de las dos mujeres occidentales que el protagonista encuentra en su camino.
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