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El punto sobre el que estuvieron de acuerdo el martes los funcionarios rusos y el FMI es el más fácil para encontrar coincidencias. Rusia necesita más créditos para salvar el rublo y el sistema financiero ruso de una catástrofe que cada día parece más cercana. Pero cuánto va a conseguir, y cuándo y cómo se lo van a pagar es el centro del debate, en un contexto en el que la bolsa se hundió ayer un diez por ciento y acumula pérdidas de 60 por ciento desde comienzos de año. La inquietud también es política. Miles de personas, entre ellos importantes políticos y militares rusos, acudieron ayer a los funerales del legislador opositor Lev Rojlin, cuyo asesinato la semana pasada atribuyen a conspiraciones políticas. "En principio hay un entendimiento sobre los principales puntos", dijo a periodistas el negociador ruso de la deuda y ex viceprimer ministro, Anatoli Chubais, refiriéndose al encuentro con los delegados del FMI y del Banco Mundial. Pero el optimismo se acababa ahí, y después Chubais tenía muy pocas precisiones que aportar. Es que el FMI, que dispone de pocos fondos tras inyectar fuertes sumas de dinero en la vapuleada Asia, se mantiene bien firme en sus condiciones de que el gobierno debe implementar vitales reformas económicas, muchas de las cuales aún deben ser aprobadas por el Parlamento. "Todo dependerá de algunas difíciles decisiones políticas que deben ser tomadas cuanto antes", resumió el representante del FMI en Moscú, Martin Gilman. La agencia internacional de crédito quiere ver a Moscú dando pasos concretos, antes de poner dinero en manos rusas. Y esto encierra un secreto a voces: Rusia tiene que cobrar más impuestos. También el secretario estadounidense del Tesoro Robert Rubin insistió en que el gobierno ruso debe optimizar su recaudación tributaria. En 1996, Rusia recibió un crédito por 9200 millones de dólares. Ahora pugna por recibir entre 10.000 y 15.000 millones más. El Parlamento dominado por los comunistas aceptó la semana pasada algunas de las reformas propuestas por el presidente Boris Yeltsin, aunque rechazó debidamente otras partes del programa con el que el gobierno pretende frenar la crisis económica. El rublo estuvo también bajo presión, en medio de rumores de devaluaciones y quiebras de bancos comerciales. "Esto no puede ser explicado por una causa que no sea el pánico", explicó el operador Konstantin Svyatny, de Rossisky Kredit. Un representante de la agencia internacional de crédito Moody's Investor Service dijo que Rusia podría necesitar hasta 20.000 millones de dólares del FMI para frenar los problemas de deuda, que podrían destruir la magra credibilidad edificada por Rusia desde el derrumbe del régimen comunista. Tal como añadió el analista, los problemas rusos son altamente infecciosos y podrían desparramarse por el resto de Europa, empezando, desde ya, por Oriente. El viceprimer ministro ruso Boris Nemtsov rechazó, alarmado, temores de que el gobierno pueda quebrar y no logre cubrir la deuda. "Pagaremos todas las deudas, cualquiera sea el costo", dijo en un ex campo de trabajos forzados en Magadán, en el Lejano Oriente, que quizá no sea el lugar más adecuado para hacer declaraciones que inspiren confianza a financistas occidentales. Nemtsov dijo que la deuda total ronda los 200.000 millones de dólares. El gobierno ha apostado todo a evitar una devaluación del rublo. Teme que devaluando amenace la estabilidad monetaria y su inflación baja, dos de los principales logros económicos de Yeltsin. Pero economistas de las Naciones Unidas dijeron en un nuevo informe que Rusia estaba siendo alarmantemente dependiente de volátil capital extranjero de corto plazo y podría ser tentada a devaluar. Entre los miles de personas que concurrieron ayer al entierro del legislador opositor asesinado Lev Rojlin, muchos asistentes al servicio fúnebre gritaron lemas políticos y agitaron pancartas en las que alegaban que las autoridades están por detrás del crimen. Rojlin fue un enconado crítico de las reformas militares del presidente Boris Yeltsin. "Debemos hacer todo lo posible para esclarecer este crimen", dijo al público el líder del Partido Comunista y archienemigo de Yeltsin, Guennadi Ziuganov, quien elogió a Rojlin como "patriota que luchó incansablemente para defender a su país y a su ejército". El más virulento en su defensa de la teoría del complot y del crimen político fue el ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky, mientras que el gobierno sostiene la tesis tranquilizadora y doméstica de que a Rojlin lo mató su esposa Tamara "por hostilidad personal". Para Zhirinovsky, el amigo ruso del racista francés Jean-Marie Le Pen, en Rusia se lleva a cabo "una guerra civil oculta", porque a las autoridades rusas "no les gustan los hombres honestos y valientes". La tesis de Zhirinovsky es que Rojlin fue asesinado porque "sabía demasiado".
EN VISPERAS DE LA REUNION DEL GRUPO DE
CONTACTO Los separatistas albaneses del Ejército de Liberación de Kosovo hicieron oídos sordos a los llamamientos de cese de las hostilidades e intensificaron sus acciones contra los represores serbios, la víspera de una reunión en Bonn del Grupo de Contacto sobre la ex Yugoslavia. Varios responsables de los seis países de ese grupo (Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Rusia y Francia) tienen previsto examinar un plan de cinco puntos que será presentado por Alemania. Ese plan girará en torno de la exigencia de un cese del fuego inmediato, la aplicación de sanciones internacionales contra Belgrado, la elaboración de elementos fundamentales para una autonomía de Kosovo, el despliegue de una importante misión internacional y un programa regional para los refugiados. Los seis países intentarán también encontrar una posición común frente al ELK, que controla más de un tercio del territorio de la provincia serbia y que EE.UU. (que ya estableció contactos con la organización separatista) y Alemania quieren incluir en las negociaciones de paz. Pero hasta ahora Slobodan Milosevic, el mandamás de Serbia rechaza los contactos con el ELK, lo que crea para los kosovares un problema de representación.
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