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Nigeria sigue en terapia
intensiva por sus infartos Por Pablo Rodríguez Nigeria está en el punto más alto de su incertidumbre política. Luego de la muerte, aparentemente de un ataque al corazón, de Moshood Abiola, el máximo líder opositor al régimen militar, el presidente Abdulsalam Abubakar disolvió ayer su gobierno. Antes del anuncio de la medida, 16 personas habían muerto en distintas ciudades nigerianas, debido a los choques entre la policía y manifestantes que protestaban por lo que consideraban una muerte dudosa. Abiola estaba encarcelado desde 1993, cuando había ganado las elecciones presidenciales, y su inminente liberación permitía vislumbrar un proceso de democratización en la nación más poblada de Africa. Hace un mes, el que moría del corazón era el general Sani Abacha, a quien Abubakar reemplazó. Nigeria ahora soporta un vacío político agravado por una disputa interna en el ejército. Puede decirse que las afecciones cardíacas son un factor esencial para los nigerianos. Dos años antes de esta sucesión de muertes, alguien menos ilustre pero quizá más conocido para los que gustan del fútbol, como Kanu, estuvo a punto de abandonar su carrera por una enfermedad coronaria incurable. Una complicada operación lo dejó seguir, pero Nigeria, país que se estaba haciendo conocido gracias a este deporte, ya aparecía asociado para mucha gente a este tipo de problemas. Claro que los casos de Abacha y Abiola son un tanto distintos: ambos murieron, ambos eran personajes claves en el escenario político y sus respectivas desapariciones permiten abrigar dudas. "Negligencia médica o envenenamiento", dijo ayer una de las hijas de Abiola, Hafsat, sobre las posibles causas de la muerte de su padre. Los familiares de Abiola acusan al régimen militar de haberlo encarcelado en malas condiciones ambientales, lo que le provocó no sólo asma sino un agravamiento general que lo llevó al infarto. El Instituto Internacional de Prensa (IPI), al que Abiola pertenecía en su condición de editor de prensa, dijo que por estas razones "el gobierno nigeriano es culpable" y exigió que "un equipo internacional de médicos investigue sin demora las circunstancias y causas de su muerte". Quien intentó despejar las dudas sobre la forma en que murió fue el gobierno de Estados Unidos, ya que su subsecretario de Estado, Thomas Pickering, estaba conversando con Abiola en el momento en que sufrió el ataque. Sin embargo, el gobierno norteamericano anunció que enviará a la capital, Abuja, a dos patólogos militares, que formarán parte de un grupo de expertos internacionales encargados de la autopsia del líder político. Nigeria es un país que vivió 30 de sus 38 años de historia bajo regímenes militares. En 1993, el gobierno del general Ibrahim Babangida decidió convocar a elecciones para devolver el poder a manos civiles. Pero a Babangida no le agradó en absoluto el triunfo de Abiola, por lo que anuló los comicios y encarceló al líder político, que desde entonces se convirtió en la cara de la democracia y la figura indiscutida cuando algún gobierno, como el de Abubakar, optara por abandonar el poder. Fue en aquel momento que las facciones internas del ejército estallaron: el general Sani Abacha desplazó a Babangida y lo transformó en una suerte de exiliado interno de su régimen. Abacha gobernó con un estilo extravagante: hizo construir una ciudad moderna, como Abuja, donde desplazó la capital de Nigeria, y acumuló una fortuna de más de 30 millones de dólares. Las condenas de la comunidad internacional se multiplicaban pero, en cierto sentido, el general de anteojos negros sabía hacer su trabajo: hizo ejecutar al escritor Ken Saro-Wiwa y a otros ocho activistas de derechos humanos que se oponían a las operaciones de la empresa anglosajona Shell en el país. Nigeria, además de ser ese equipo divertido cuya eliminación en el Mundial muchos lamentaron, es el mayor productor de petróleo del continente africano. Exporta la mitad de su crudo a Estados Unidos y las empresas petroleras francesas, que colaboraron en el derrocamiento de un general opuesto a sus intereses en Congo-Brazaville, están interesadas en sus plataformas submarinas. Pero Abacha murió del corazón el 8 de junio pasado y el bloque de poder militar volvió a desmembrarse. Su reemplazante, Abubakar, ascendió durante la gestión de Abacha, pero su soporte político proviene de las filas de Babangida. Su bajo perfil, en contraposición con la figura de Abacha, fue considerado por algunos analistas como una garantía de que el traspaso del poder a los civiles, prometido por Abacha para el 8 de octubre próximo, se iba a cumplir. Pero Abubakar, como su antecesor, prohibió la entrada de Abiola a los primeros planos, por lo que la transición hacia la democracia era muy curiosa, incluso antes de la muerte de este político.
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