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Por Felipe Yapur desde Tucumán ![]() Para los organizadores bussistas todo salió bien, pero para los peronistas locales no tanto. Y para el Presidente y el gobernador la homilía de monseñor Carlos Ñáñez fue como un cross de derecha cuando éste les dijo que, como funcionarios públicos, no pueden eludir la responsabilidad de trabajar verdaderamente en pos del bien común y de la reconciliación nacional, única garantía para la paz y el futuro de la Argentina. Después Menem tuvo tiempo para hablar indirectamente de su re-reelección al recordar que en 1963 el radicalismo proscribió al peronismo violentando de esta manera la Constitución: "Después dicen que nosotros queremos pasar por encima de la Carta Magna", se quejó el Presidente. La presencia de Menem en los actos oficiales por el 9 de julio fue, a todas luces, una devolución de favores luego de que Bussi hiciera público su apoyo a la re-reelección del riojano. La última vez que éste llegó por Tucumán fue en noviembre de 1994 y casualmente estaba en campaña para lograr su actual gestión. El Presidente llegó acompañado de todo su gabinete. El único ausente fue Ramón Ortega que viajó, con autorización presidencial, a la ciudad de Reconquista para entregar viviendas a las víctimas de las inundaciones. Una ausencia estratégica si se tiene en cuenta que antes de las elecciones que consagraron a Bussi como gobernador, éste le prometió a Ortega un traje a rayas por los supuestos actos de corrupción que habría cometido durante su gobierno el actual delfín de Menem. Como se sabe, si el riojano no consigue su objetivo de lograr la re-re, Ortega es el hombre elegido para reemplazarlo y esa posibilidad le produce a Bussi un escozor difícil de superar. Pero a pesar de que todo salió como se había organizado, se produjeron hechos de violencia. El primero ocurrió el miércoles a la noche. Minutos antes de la medianoche, un grupo de activistas de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos colocó una pancarta justo en frente de la Catedral. El cartel de la APDH rezaba: "Bussi=Videla en la cárcel. Por un 9 de julio con justicia y verdad". Una vez que lo colocaron llegó el jefe de policía local, comisario Roberto Véliz, y les dijo, según los activistas en buenos términos, que debían retirar el cartel. Pero los miembros del organismo se opusieron y mientras debatían si lo sacaban o no, en un rápido operativo, policías de civil arrancaron el cartel, los amenazaron, empujaron y ante la superioridad numérica de los policías la discusión terminó allí. El segundo incidente se produjo cuando arribó el avión presidencial. Menem llegó acompañado, entre otros, por el diputado nacional Amado Juri, gobernador justicialista en 1976 y derrocado por Bussi. El protocolo marcaba que el general amonestado debía saludar, junto a los integrantes de su gabinete, a todos los que llegaron con el Presidente, pero Juri hizo una notoria maniobra para evitar el encuentro con el hombre que lo encarceló durante la última dictadura militar. Luego se trasladaron a la casa de gobierno y desde las escalinatas presenciaron el izamiento de la bandera nacional. Casualmente sólo acompañaban al Presidente, además de su gabinete, Bussi y sus ministros. Los legisladores e intendentes peronistas no fueron invitados y tuvieron que ver el acto desde el sector destinado al público. Una vez en la Catedral, Menem y Bussi fueron sorprendidos por la homilía del arzobispo tucumano Carlos Ñáñez. El mensaje del sacerdote fue claro y preciso. Aseguró que la tan mentada reconciliación no se puede lograr sin una verdadero arrepentimiento. "Algunas de las instituciones ya hicieron pública su autocrítica y arrepentimiento de lo sucedido años atrás. Pero todavía falta que se expresen los protagonistas de los hechos de violencia", señaló Ñáñez. El arzobispo indicó además que la reconciliación no ignora la necesidad de la justicia. Pero ésta debe estar supeditada por la misericordia como una forma de evitar el resentimiento y la venganza. "Los hombres políticos tienen la responsabilidad de ser los gestores de esa reconciliación porque sin ella no habrá paz verdadera y pone en peligro el futuro del país", dijo. Mientras el sacerdote leía el mensaje, Menem no podía evitar dormitar o como dicen sus seguidores, meditar la homilía. Luego del Tedéum el Presidente y Bussi pasaron hasta una oficina del arzobispo. Antes de ingresar, Menem le aseguró a Página/12 que "no vengo a pagar favores a nadie. El decreto que dice que el festejo del 9 de Julio se hace en Tucumán lo hice yo y por eso vengo. Con el gobernador Bussi tengo muy buenas relaciones". --En la homilía el arzobispo dijo que las instituciones pidieron perdón por los errores cometidos... --recordó este cronista. --Así es. Fue un hermoso mensaje. --Pero también dijo que los protagonistas de esos hechos de violencia no lo hicieron. --Eso es problema de ellos. --Bussi es uno de los protagonistas y no lo hizo. --Bueno, ése es otro tema. De inmediato Menem se trasladó a la Casa Histórica y mientras comía
unas empanadas en la esquina del solar, policías y miembros de la Asociación de
Remiseros Unidos de Tucumán, la organización que dirige Rubén "La Chancha"
Ale, reprimieron con dureza a un grupo de militantes de organismos de derechos humanos y
de partidos de izquierda que protestaban pacíficamente. Ya en el aeropuerto y antes del
regreso, Menem concedió una conferencia de prensa. En ella se negó a tocar el tema de la
re-reelección aunque dejó entrever que se siente proscripto por la Constitución
Nacional al sostener que "Fernando de la Rúa dice que no se puede violentar la
Constitución, pero él fue miembro del gobierno de (Arturo) Illia en 1963, cuando
proscribieron al peronismo y yo fui uno de esos proscriptos". Menem también dejó
flotando en el aire la posibilidad de que Bussi logre una reforma constitucional que le
permita volver a presentarse en 1999 si es que la Corte Suprema de Justicia de la Nación
falla a favor de los pedidos que hay para que permitan una nueva reelección presidencial:
"El gobernador Bussi demostró que tiene condiciones para un nuevo mandato. Las
últimas elecciones así lo demuestran". Fue la última muestra de agradecimiento al
mandatario provincial, en un día plagado de simbolismos.
ORTEGUISTAS Y PERONISTAS ENOJADOS CON LA
VISITA Por Fernando Almirón
Algo más diplomática fue la legisladora orteguista Malvina Seguí, quien presidió la Comisión de Juicio Político que procesó a Antonio Bussi. "Yo creo que la presencia de Menem junto al gobernador en el acto del 9 de Julio no implica necesariamente un respaldo a Bussi, pero es una señal política que tiene su peso". Para Seguí "no sólo implica la pérdida de identidad del peronismo, sino que también nos complica para encontrar nuestra identidad política en Tucumán, lo que seguramente nos llevará a profundizar la crisis interna que ya tenemos". Por último, la legisladora agregó: "Los tucumanos queremos hablar con las autoridades nacionales ya que no todos estamos interesados en la derrota del peronismo en la provincia. Yo me he jugado valores muy preciados en nuestro embate contra Bussi, tanto yo como mi familia soportamos meses de amenazas contra nuestras vidas, por eso no concurrí al acto que presidió Menem, porque no esperábamos esto".
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