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PRIMER ENCUENTRO ENTRE UN PRESIDENTE ELECTO Y EL JEFE GUERRILLERO
Pastrana arranca haciendo historia

Andrés Pastrana se reunió ayer en la jungla con los jefes de las FARC, abriendo una nueva etapa de las negociaciones por la paz.

Pastrana con "Tirofijo", en una de las fotos divulgadas por el primero ayer.
El gobierno saliente fue frío al recibir la noticia, pero la sociedad la aplaudió.

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t.gif (67 bytes)  Colombia dio ayer un paso trascendental para solucionar su principal problema: la falta de un Estado que domine y retenga la totalidad del territorio nacional por medio del monopolio de la violencia. El presidente electo del país, el conservador Andrés Pastrana, se internó en la jungla para sostener un histórico encuentro de paz con la mayor fuerza insurgente del país. Fotografías presentadas por la campaña de Pastrana mostraron al mandatario electo mientras dialoga con su jefe de debate, Víctor Ricardo; el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Manuel Marulanda, alias "Tirofijo"; y su jefe militar, Jorge Briceño, sentados a una mesa de madera en medio de una frondosa vegetación. Las fotos tenían fecha de ayer.

Pastrana luego confirmó personalmente el encuentro. "Quiero anunciarles al país y a la comunidad internacional que en el día de hoy (jueves) me reuní en algún lugar de Colombia con Manuel Marulanda y Jorge Briceño, del secretariado de las FARC", leyó Pastrana ante los periodistas. En el encuentro, según Pastrana, se acordó avanzar en las condiciones para el despeje de cinco municipios del este y sur del país, algo que la fuerza insurgente había solicitado previamente, para iniciar diálogos en los primeros 90 días de su gobierno, que comenzará el 7 de agosto. La reunión buscó "explorar caminos que hagan posible un diálogo que conduzca a la reconciliación nacional", dijo Pastrana, quien se presentó en un atuendo informal tras su reunión en las montañas de Colombia.

Pastrana dijo que tras cumplir con el despeje militar, espera instalar una mesa de negociación con los rebeldes "en los primeros 90 días de mi gobierno". Reclamó además de los medios de comunicación y de todos los sectores sociales "gran responsabilidad, seriedad y discreción", de frente al proceso que se inicia, y dijo que en virtud de ello se abstendrá de dar detalles. Marulanda, el más buscado de los insurgentes colombianos, luciendo un nuevo e impecable uniforme camuflado y dando muestras de una inusual vitalidad a sus 69 años, recibió sonriente y abrazó estrechamente a Pastrana, según el video que registró el encuentro. Junto a Marulanda se encontraba Briceño (Mono Jojoy), considerado el cerebro de los duros golpes que la guerrilla ha propinado al Ejército en las selvas del sur del país en los últimos dos años. El mandatario electo fue acompañado en la cita por Víctor G. Ricardo, ex embajador en Argentina y uno de sus asesores en temas de paz. La reunión se produjo en momentos en que dirigentes de la sociedad civil y de la segunda guerrilla colombiana, el guevarista Ejército de Liberación Nacional (ELN), se aprestan a encontrarse este domingo en Maguncia, en Alemania.

El gobierno saliente de Ernesto Samper, que trató de hacer su paz con la guerrilla pero no lo logró (ver recuadro), reaccionó con alguna frialdad ante la noticia. "Hay que tener cierto nivel de optimismo pero ser muy cautelosos... lo que ha representado es una ventaja estratégica para los movimientos guerrilleros, que ganan espacio con la sociedad civil, ganan estimación con la comunidad internacional y hasta ahora a cambio de nada", dijo resentidamente el ministro del Interior, Alfonso López. Muy distinta fue en cambio la reacción del ministro del Interior anterior, Horacio Serpa, candidato derrotado a la presidencia en las elecciones que ganó Pastrana, quien dijo: "Es un paso trascendental que no vacilo en calificar de histórico y deseo que la acción que hoy ha emprendido el presidente Pastrana logre los mayores éxitos. Quiero felicitarlo públicamente, pues evidentemente está cumpliendo con lo que prometió y eso me causa una enorme satisfacción".

Representantes destacados de la sociedad civil también expresaron su beneplácito. Luis Carlos Villegas, presidente del Consejo Gremial, máxima organización del empresariado colombiano, dijo que "el sector privado sólo tiene plácemes para con la noticia que Pastrana ha entregado". Villegas, que asistirá como representante del empresariado colombiano a la reunión con el ELN en Maguncia, afirmó que en el acto de Pastrana "se conjugan la osadía y la discreción. Pastrana ha cumplido un ofrecimiento de su campaña... eso cambia el curso al conflicto colombiano y nos debe valorizar la reunión de Maguncia".

El defensor del pueblo, José Castro, dijo por su parte que "el paso dado por el presidente Pastrana con las FARC es un acierto". Y el obispo de Sincelejo, monseñor Nel Beltrán, protagonista de anteriores tentativas de procesos de paz, también recibió con optimismo la noticia, pero dijo que no se debía perder el horizonte.

 

Un ciclo de diálogos y guerras

Desde 1982, cuando el presidente conservador Belisario Betancur reconoció status político a las guerrillas y sentó a la mesa de negociación a las tres principales, Colombia se ha mantenido en un ciclo continuo de diálogo y guerra, que han convertido su conflicto interno en el más violento y persistente del continente.

El intento negociador de Betancur fracasó y quedó sellado con sangre tras la cruenta toma del Palacio de Justicia por la guerrilla urbana del M-19 (Movimiento 19 de Abril), en noviembre de 1985. La toma culminó con un operativo militar que recuperó el edificio a costa de un centenar de muertos, principalmente guerrilleros, magistrados y empleados de las cortes. El liberal Virgilio Barco (1986-90), sucesor de Betancur, se negó en principio a conversar, pero terminó cediendo en 1989 a un proceso de paz forzado por el M-19, que dejó las armas, se convirtió en partido político y participó en la Asamblea Constituyente de 1991. Un camino similar siguieron el sector mayoritario del Ejército Popular de Liberación (EPL, ex maoístas), la guerrilla indígena del Quintin Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores. En la Constituyente los reinsertados ocuparon una cuarta parte de los escaños, en una actitud calificada de "entreguista" por las dos más fuertes organizaciones rebeldes: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) con 12.000 hombres y el ELN, con 5.000.

En junio de 1991, delegados del mandatario liberal César Gaviria (1990-94) se reunieron en Caracas con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, conformada además de las FARC y el ELN por una disidencia del EPL. Las conversaciones continuaron el año siguiente en Tlaxcala (México), pero se interrumpieron en mayo, sin lograr concretar un cese del fuego.

En noviembre de 1994, el nuevo presidente Ernesto Samper (liberal), anunció estar dispuesto a negociar de nuevo, pero la crisis política que estalló al revelarse que su elección fue financiada por narcotraficantes, impidieron concretar la propuesta. En su esfuerzo por mantenerse en el poder, Samper cedió a las pretensiones de línea dura del mando militar, mientras la insurgencia mostró un aumento de su capacidad ofensiva al atacar bases del Ejército y tomar prisioneros a decenas de soldados. Pese a su reiterada negativa a dialogar con un gobierno "corrupto", las presiones internas --expresadas en un informal referendum por la paz que obtuvo casi 10 millones de votos en octubre pasado-- y de la comunidad internacional, obligaron al ELN a abrir un espacio para la paz, con la firma en febrero pasado en Madrid, de un secreto preacuerdo de acercamiento. Pero ante el intento de Samper de usar la divulgación del acuerdo para favorecer al candidato oficial a la presidencia, el ELN replanteó su posición.

 

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