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EL GOBIERNO SACARA LAS REJAS DE LA PLAZA CORTAZAR
A desalambrar, a desalambrar

Tras la protesta de los vecinos de Palermo Viejo, el gobierno porteño quitará el enrejado en Serrano y Honduras. Hará uno más bajo para cuidar a los chicos. Y construirá un anfiteatro.

Cambios: El sector de los juegos, ubicado actualmente en Serrano y Borges, pasará al extremo opuesto, mientras que su espacio lo ganará un anfiteatro.

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Las rejas fueron puestas para evitar que los jóvenes se reúnan allí por las noches.
Los vecinos, informados ayer por este diario, aplaudieron la decisión de retirarlas.


t.gif (67 bytes)  Julio Cortázar dejará el encierro. La persistente crítica de los vecinos de Palermo Viejo por el enrejado de la plazoleta que lleva su nombre llegó a término: no sólo se desterrarán las rejas sino que la plaza, ampliada en un 20 por ciento, tendrá un anfiteatro con capacidad para cien personas. De todos modos, el sector destinado a los juegos infantiles será preservado con una reja de menor altura para proteger a los chicos. Después de la polémica, el Gobierno de la ciudad consiguió amalgamar en un mismo proyecto la opinión de vecinos y la de la Legislatura. Es que el 14 de mayo último, los diputados se habían sumado a las quejas vecinales al exigir "que en el término de diez días se proceda a retirar las rejas que rodean la plazoleta". La mayoría de los vecinos consultados por Página/12 aplaudió ayer el destierro de las rejas y coincidió en definirlas como antiestéticas e ineficaces (ver recuadro).

El cordón de hierro sobre la plazoleta de Serrano y Honduras fue instalado en marzo pasado. Los meses transcurridos desde entonces bastaron para enfurecer hasta a los más mansos. La velocidad del tránsito que ponía en riesgo el juego de los chicos en el lugar fue uno de los motivos que motorizó el trazado de la reja. El otro --más cuestionado-- fueron algunas quejas barriales por el ruido de los jóvenes que durante las noches toman la plaza como sitio de reunión.

La plaza Julio Cortázar está rodeada por un cordón de bares convertidos en los últimos años en corazón del movimiento cultural --y nocturno-- de Palermo. El enrejado provocó junta de firmas en repudio y manifestaciones de organizaciones barriales. El rechazo de la gente impulsó la declaración de la Legislatura aprobada en mayo, que terminó de precipitar el nuevo proyecto. Aquella resolución, impulsada por el justicialismo, definía el enrejado como una "virtual jaula". El documento fustigaba el enrejado porque "afea la estética urbana y no coincide con las propuestas de recuperación visual de los espacios verdes".

Con la carga de esta situación sobre los hombros, la Secretaría de Producción y Servicio del gobierno de la Ciudad, a cargo de Nicolás Gallo, ideó un nuevo trazado de la plaza como alternativa. "Consultamos con los vecinos el proyecto y dado que no haremos ninguna modificación sobre el espacio público, la iniciativa no necesitará el consenso de la Legislatura", adelantó Gallo a Página/12. De hecho, ese 20 por ciento de territorio que será incorporado a la plaza avanzará sólo sobre una porción de la calle que ahora une a Serrano y Honduras. "La calle no se inutilizará --agregó el funcionario-- sino que se reducirá la circulación al punto que sirva como calle de servicio". Por ese sector de asfalto restante podrán circular ambulancias y un número mínimo de vehículos mínimos, "para los que sea indispensable transitar por allí", precisó.

Al margen de la ampliación, el proyecto incluye un enroque: el sector de los juegos --ubicado actualmente en Serrano y Borges-- pasará al extremo opuesto, mientras que su espacio lo ganará un anfiteatro. Proyectado como una medialuna, las gradas estarán asentadas sobre una plaza seca a cielo abierto y tendrán capacidad para cien personas. El área de juegos en cambio tendrá una reja pero distinta a la actual. "El cerco que ahora tiene 1,80 metros de altura se reducirá a 1,20, tendrá dos puertas de ingreso que permanecerán cerradas durante la noche". Gallo advirtió que "de ningún modo se piense que tiraremos las rejas. Las actuales serán trasladadas a algún otro lugar".

Acaso con las rejas bajas, don Alberto --portero del único edificio con frente a la plaza-- vuelva a enloquecer con los frenazos de los autos. "El cerco --explicó-- protege a los pibes que juegan a la pelota en la plaza". Los pronósticos agoreros del hombre anticipan que con la valla baja la pelota volverá a irse afuera con lo que "puede suceder un desastre". Pero el proyecto parece anticiparse a las previsiones del portero. Gallo espera que tres lomos de burro ubicados en las bocacalles que dan ingreso al circuito de la plaza basten para menguar la velocidad de los autos.

La nueva plaza Cortázar, que incluirá una maqueta con la zonificación del barrio y una escultura, quedará terminada en tres meses. Para financiar la construcción, el gobierno intentará seducir a Cable Visión, padrino de la plazoleta actual. "Si no se comprometen con todo, esperamos que lo hagan al menos con un sector", concedió Gallo. De todos modos, para el sector restante, de no mediar acuerdo con la firma, el gobierno anunciará en los próximos días la licitación de la obra.

Producción: Alejandra Dandan

 

"Como entrar en una jaula"

"La reja enjaula, quedás encerrado desde adentro". La queja insistente es de Lucas. Pasa los 30 y anda con Luna, su hija de diez meses por la plaza Cortázar. El cerco lo inquieta, pero su rechazo sorprende a Soledad, varada al otro lado de la plaza. La joven echa un vistazo a su crío de un año y aclara que "antes llevaba a mi hijo a la plaza Armenia, recién con las rejas me animé a traerlo acá". Este es uno de los puntos que hoy dividen a los vecinos de Palermo Viejo. El otro: los ruidos. Sin embargo, hasta quienes se quejan por los ruidos aseguran que la reja no los evita.

Apenas pasan las 3 de la tarde. Sobre el enrejado, dos mujeres discuten sobre alternativas al cerco de hierro. "Es un horror", espeta Victoria y no cede. Libera a Valentina, de 8, y vuelve a renegar contra la reja: "Estéticamente es horrible y es como meter a los niños en una jaula". Las rubia no queda conforme con los reclamos. "Si piensan que son necesarias --agrega--, podrían haberlas hecho más cortas, ponerles ligustrina o pintarlas de colores".

En otro extremo, Gustavo vuelve y, sin rodeos, asegura: "Me molestan". El grandote sentado frente a la plaza explica que no entiende el sentido de una reja que "además de ser fea, nunca se cierra". Lo cierto es que por la oposición del barrio, los ideólogos de la reja nunca se atrevieron a cerrarla.

 

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