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FUNCIONARIOS DE PASEO POR FRANCIA
Los que fueron al Mundial

Hoy se juega el último partido. Hasta hoy esperaban quedarse en Francia funcionarios y legisladores. La mayoría, desilusionada por la derrota argentina, volvió. Aquí, el Mundial-Tour.

Objetivo: La escapada de Dulce Granados se entendió porque acompañaba en la sacrosanta misión a su marido, Alejandro Granados, intendente de Ezeiza.

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Por Susana Viau

t.gif (67 bytes) En silencio, sin hacer alharacas, legisladores, funcionarios de segunda línea y un par de gobernadores se turnaron para alentar desde las tribunas de Toulouse, París, Burdeos, Saint Etienne y Marsella los partidos de la Selección hasta los nefastos cuartos de final. Al partido inaugural Brasil-Escocia asistió el presidente Carlos Menem, al que acompañó el ministro de Trabajo, Antonio Erman González, pero eso no autorizó al resto del gabinete a darse el gusto. El titular de Defensa, Jorge Domínguez, debió dar públicas explicaciones de sus gastos y el Procurador General, Nicolás Becerra, justificar el tour futbolero con una consulta médica internacional. El amor a la camiseta provocó inconvenientes administrativos y políticos que se manejaron con discreción, como el que acarreó la partida del secretario administrativo de la Cámara de Diputados, Enrique Horacio Picado, al que se esperaba con ansiedad puesto que había quedado sin firmar la renovación de los contratos del personal del Congreso.

Una muy variada delegación siguió in situ las alternativas del equipo de Daniel Passarella y los nombres del abogado Mariano Cúneo Libarona o del ex ministro del Interior del radicalismo Enrique "Coti" Nosiglia quedarán para la crónica social. Nosiglia tuvo un encuentro que muchos creen había sido convenido, con su ex par del gobierno menemista, José Luis Manzano, quien, pese a las gafas oscuras que protegían del sol y los curiosos, fue reconocido y silbado en su platea por las huestes argentinas. Alejado de esos grupos VIP, pero también fervoroso, asistió al Mundial procedente de Barcelona el ex dirigente montonero Mario Eduardo Firmenich.

Es obvio que fue la mala conciencia y una cuestión de imagen la que impidió que Francia 98 provocara una estampida en las bancas y la función pública.

En la Cámara de Diputados, los remezones de la polémica desatada por la propuesta de Daniel Scioli en favor de que una comisión de legisladores partiera rumbo a Francia obligaron a ausentarse con discreción. El viaje de Fernando Galmarini no sorprendió a nadie; el duhaldista virado al menemismo había anunciado sus intenciones con mucha anticipación. La escapada de otra justicialista, Dulce Granados, se entendió porque cumplía con un deber incuestionable: acompañar en la sacrosanta misión a su marido, Alejandro Granados, intendente de Ezeiza, propietario del asador El Mangrullo (refugio de reuniones oficialistas) y organizador de los picados presidenciales. Mucho más notoria fue la ausencia de su compañero de bancada, José Manuel Corchuelo Blasco, quien diez días atrás no participó de la reunión de la Comisión de Salud que preside según se rumorea por idénticas y fundadas razones. También faltó a la sesión del pleno otro integrante del bloque oficialista, José Manuel Valcarcel, al que se lo imaginaba a esas horas en vuelo a París.

La inasistencia del presidente de la Cámara, Alberto Pierri, a la borrascosa sesión del miércoles 1º, levantada de manera abrupta por su segundo, el salteño Marcelo López Arias, no fue clara. El Frepaso --que conminó a sus dirigentes a olvidar cualquier idea de viajar a Francia-- creyó entender la sustitución como un intento de tomar distancia del conflicto que involucraba tanto al secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, como a Domingo Cavallo, un aliado táctico de los bonaerenses. Los periodistas acreditados en la Cámara dudaban entre aceptar esa versión o darle crédito al boletín de la FIFA que lo anunciaba como espectador del Argentina-Holanda, junto al ministro de Deportes de las Netherlands.

Esas dudas no se proyectaron sobre el secretario administrativo Enrique Horacio Picado, jefe de prensa de Boca Juniors y aspirante a representar al club en la AFA. Picado eligió dar prioridad a su pasión y viajó, aunque quedara sin firmar la renovación de los contratos de los que pende la suerte de obreros y empleados del Congreso. Igual convicción guió a los gobernadores Adolfo Rodríguez Sáa, de San Luis, y Ramón Puerta, de Misiones, resueltos a ponerle un toque provinciano al acontecimiento. En el caso del Presidente, es sabido que aun al amor de sus amores, River Plate, debe seguirlo desde el televisor de pantalla gigante instalado en su despacho de la residencia de Olivos. Menem no quiere someterse al riesgo de silbatinas y abucheos y tampoco que una extendida fama de "mufa" lo convierta en responsable de eventuales derrotas. Ninguna de las dos cosas, sin embargo, se alzaban como obstáculo para aceptar la invitación que Jacques Chirac extendió para asistir, desde la tribuna de honor y junto a Julio Grondona y Joao Havelange, a la apertura de los juegos: los equipos en presencia no convocaron a masas de argentinos y ni escoceses ni brasileros están al tanto de los poderes extrapolíticos que las hinchadas locales le atribuyen al Presidente.

La mala fortuna persiguió, en cambio, a Domínguez, quien junto a su mujer y sus hijos se había preparado para que el encuentro del 14 de junio entre Argentina y Japón fuera una jornada feliz. Pero la vida le preparaba una semana diferente: la detención del general Jorge Rafael Videla tensó la atmósfera entre los oficiales retirados y en Buenos Aires se empezaba a sospechar que tanto los tickets para el partido como algún que otro gasto de desplazamiento habían sido pagados a Domínguez por la fábrica Thomson, dedicada a la aviónica y por ende a la industria militar. Un par de llamadas abortaron lo que el ministro, aficionado a las contradicciones, definió como "vacaciones de trabajo".

El jefe de los fiscales, Nicolás Becerra, en cambio, estuvo a punto de pasar inadvertido, pero una foto de la agencia Reuter lo mostró, sweater al hombro, durante el match Argentina-Jamaica. La Procuración emitió entonces un comunicado en el que aclaró que el viaje obedecía a la necesidad de un chequeo médico en Barcelona y de paso, cañazo. Además de su esposa, Becerra pudo disfrutar del espectáculo del estadio Parque de los Príncipes con sus comprovincianos, los mendocinos Hugo Buzzo, interventor de la Caja de Jubilaciones de la provincia, y Guillermo Peroni, procesado por administración fraudulenta en el caso del Banco de Previsión, ambos compañeros suyos en los partidos que los sábados por la mañana los reúnen en el paddle de Chacras de Coria. El comunicado de la Procuración curándose en salud, como correspondía al tema, subrayó que los gastos habían sido sufragados por Becerra de su propio peculio.

 

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