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Por Juan Sasturain desde París Croacia y Holanda jugaron un intensísimo partido por el tercer puesto, ese premio consuelo que no consolaba a los holandeses y consoló a los croatas, que --igual-- ya estaban hechos. Ganaron los de Suker porque hicieron dos goles, y los de Seedorf, uno. Así (no) se explica. Malamente arbitrado por Epitafio González --el referí paraguayo que parece haber recibido el inexplicable espaldarazo de la FIFA--, el match fue intenso, con muchas posibilidades de gol y varias figuras destacadas. El mérito es mayor por lo que se prodigaron, teniendo en cuenta que venían, ambos, desgastados (y derrotados) por partidos extenuantes en semifinales. Así, no jugaron un partido de compromiso sino uno comprometido. Y los croatas, esa banda organizada por Blazevic y comandada por el poderoso Suker, terminó arrimando el bochín con un tercer puesto que, viéndola perder barato con Argentina en Burdeos, sólo podía estar en los sueños bobos de Boban. Pero no fue así. Y salud al tercero alguna vez vencido. Los holandeses dominaron juego, pelota y situaciones durante todo el partido. Croacia contestó con energía y puntería en los momentos justos y Van der Sar demostró que juega mucho más de lo que ataja. Esa es la síntesis. Lo de la gente nueva de los Balcanes fue mezcla de estrategia e impotencia: jugaron a lo que querían y a lo que podían, como contra Francia pero menos miserables. Los holandeses jugaron de la única manera que saben: buscar tocando sin apuro usando toda la cancha. Recuperó a Numan al fondo por izquierda, reemplazó a Roland De Boer, lesionado, por el zurdo Zenden metido a la derecha para que hiciera la diagonal, y puso otra vez a Seedorf de titular desde el principio. Un planteo incluso más ofensivo que contra Brasil. Blazevic reforzó más el medio y el manejo al sumar a Prosinecki --colgado desde el partido contra Argentina-- pero resignó aparentemente el ataque al dejarlo solo a Suker, ya que sustituyó a Vlaovic, su pareja, por Jurcic. Y de algún modo a los dos les salió bien, aunque suene paradójico. Porque Holanda tuvo un mediocampo, con Seedorf de bastonero, absolutamente fluido, cambiante y profundo. Un gran partido del hombre del Madrid, que si hacía uno de los dos goles que tuvo al toque (nunca mejor dicho) de sus claros zapatos terminaba con el premio mayor al gol de la Copa. Pero no. Ninguna de sus sutilezas, ni los esquives de papi-fútbol de Kluivert entraron. Y otras muchas oportunidades también quedaron en lo que eran. Por eso, más allá de la llegada de nuestro viejo amigo el pelotazo, sobre el cansado final, Holanda murió en la suya y qué se le va a hacer. Croacia hizo honestamente lo suyo y resolvió de contraataque --con dos golazos-- un partido que se le presentó siempre complicado. Y zafó. Pegando poco (aunque Epitafio estuvo blando con ellos, lo que irritó a los holandeses) tratando de salir cuando podía y con un Suker que tiene tanto lomo como viveza y capacidad inquietante. Y se le dio. Los tres goles fueron muy buenos. El primero, primera gran mandada de Jarni que corta para adentro, paralelo al borde del área, y se la pone a Prosinecki, que la protege y resuelve de media vuelta entre las piernas de Numan y Cocú. Van der Sar, nada. El segundo, diagonal imparable de derecha al medio de Zenden, que le pega fuerte arriba desde el borde del área y la pelota dobla como si fuera una plastibol playera ... Y el tercero, una contra notable, ahora por derecha, que inicia Bilic, negocia muy bien haciendo la pausa Asanovic para Boban que, sin prisa y con justeza, lo deja a Suker por izquierda para rematar: zurdazo cruzado y Van der Sar, nada. Los de a cuadritos se cansaron de festejar. La naranja, la bella naranja, terminó entera pero exprimida. Había dado todo.
"Suker será el goleador" En Zagreb, varios miles de aficionados festejaron en las calles el tercer puesto final de Croacia, en su debut mundialista. En París, un par de decenas lo celebraron por igual: "Tengo la sensación de que derrotamos al equipo que tal vez sea el mejor del mundo" deliraba Miroslav Blazevic, el técnico croata. "Davor Suker hizo la mejor jugada del Mundial y será merecidamente el goleador" alababa al artillero su compañero Igor Stimac. La capital croata fue un concierto de petardos a lo largo del partido, y media hora después de la finalización, una multitud se había concentrado en la plaza Jelacic, en el centro de la ciudad, incluida una manifestación policíaca que pretendía evitar la ronda de violencia desatada el miércoles, tras la derrota contra Francia, que había dejado 17 heridos. El arribo de la selección, previsto para hoy, será motivo de una recepción impresionante, que incluye un gigantesco concierto de rock para 100.000 personas, en el que se presentarán los jugadores. "Mis jugadores fueron muy valientes" admitió Blazevic.
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