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AMENAZAS

Por José Pablo Feinmann

 

t.gif (67 bytes)  Sólo les queda el viejo recurso al que siempre recurrieron: la violencia. Atrapados por la opinión mundial que los condena, que los ha incluido en la gran historia del horror de la humanidad junto con los asesinos de Auschwitz, condenados por las tendencias sanas de la sociedad argentina, los viejos represores procesistas sólo saben exhibir sus más primitivos recursos cuando se sienten acorralados. Otra vez, amenazan.

La amenaza es parte del estilo de vida argentino. No es casual que el juez Marquevich tome con serenidad y hasta con cierta sabia tolerancia los avatares por los que atraviesa durante estos días. Lo amenazaron a él y siguieron a sus hijos. Quieren pegar donde duele. Quieren acobardar. Otra vez apareció un "comando" con el nombre de un general.

No habrá que permitirles llevar las cosas al terreno en el que mejor se mueven: la irracionalidad violenta. Se seguirá buscando por medio de la Justicia, aunque los desalientos sean constantes. Esto lo sabe muy bien Estela Carlotto, presidenta de Abuelas, que se solidarizó de inmediato con Marquevich. Si hubiera una sola acción violenta del lado de los que buscan justicia, se sentirían amparados y justificados los comandos de la represión, siempre a la espera de que los "zurdos" hagan algo para responder golpeando a los organismos de superficie, que apuestan a la Justicia, a la imperfecta e insustituible política y a la transparencia. Que apuestan a la civilidad, a la democracia y no a la barbarización violenta de la totalidad social.

Tan grave como las amenazas a Marquevich han sido las declaraciones del dueño de Spartacus en el programa de Grondona. Aquí lo grave no son las preferencias sexuales de un juez de la nación. Lo grave --como se dijo en este diario-- es que parece que este juez de la nación decía tener el poder de levantar el teléfono, dar una orden y mandar a un ciudadano a la Chacarita. Y Oyarbide no es un comando clandestino. Es un juez que actúa a cara descubierta. ¿Tan altos son los niveles de impunidad en este país?

Una sociedad es tan fuerte y sana según el valor que en ella tiene la vida humana. Si se amenaza de muerte impunemente. Si alguien puede decir que sabe que un juez puede enviar a la Chacarita a quien quiera por medio de un telefonazo y no se inicia --de inmediato-- una implacable investigación al respecto, todo esto significa que algunas vidas --las que incomodan a este juez o la de Marquevich-- han perdido su valor. Y en una sociedad, cuando una vida --una sola vida-- pierde su valor es porque ya ninguna lo tiene. Es porque todas lo perdieron.

 



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