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Por David Cufré El partido va dos a cero y faltan cinco minutos para el final. En Economía sufren el trámite del encuentro y amenazan con retirar el equipo de la cancha. Así están planteadas las cosas en el match por la reforma tributaria. Todo indica que la guerra en el justicialismo frustrará la pretensión de Roque Fernández de presentar ante la misión del Fondo Monetario, que el lunes llega al país, un avance significativo de ese proyecto en el Congreso. El ministro participará hoy de la reunión de los legisladores oficialistas con Carlos Menem (ver página 2), y allí jugará sus últimas pelotas en ofensiva para tratar de igualar el tanteador. Si fracasa, retirará el proyecto del Congreso, para beneplácito de los empresarios, que siguen las acciones desde la platea. El estallido de la interna Menem-Duhalde trabó la sanción de la reforma impositiva. Hasta que el gobernador bonaerense lanzó el plebiscito por la re-reelección, el equipo económico había conseguido eludir a varios contrincantes y se encontraba a punto de marcar un gol. Se esperaba que la Comisión de Presupuesto y Hacienda diera mañana dictamen a la iniciativa. Más aún, en la jefatura del bloque del PJ especulaban con que el proyecto fuera tratado el mismo día en el recinto. Pero el desmadre político paró la jugada. Ahora en el Congreso los diputados justicialistas admiten que la reforma tributaria esperará en un cajón. "De por sí, el proyecto generaba conflictos en el bloque. Con esta nueva situación es muy difícil aunar voluntades", reconoció ante este diario un legislador duhaldista. El mejor escenario posible indica que, si se despeja el panorama político, la discusión del proyecto será retomada el mes que viene. Roque reunió ayer a sus más cercanos colaboradores para plantear la estrategia a seguir. Sabe que apuesta su futuro político a la sanción de la reforma. En su despacho estuvieron Carlos Rodríguez, Pablo Guidotti, Carlos Silvani y Guillermo Rodríguez Usé. El cónclave se prolongó por casi tres horas. Al igual que Duhalde, que pateó el tablero con el plebiscito, los hombres de Economía resolvieron jugar fuerte. Decidieron que si el proyecto se estanca en el Congreso, ya sea porque se postergue su tratamiento en la Comisión de Presupuesto y Hacienda o porque el presidente de la Cámara Baja, Alberto Pierri, autorice la discusión de la iniciativa en otras comisiones --lo que demoraría indefinidamente su aprobación--, pedirán que sea retirado del Parlamento. Esa es la posición que sostendrán hoy en la reunión de Menem con los diputados. A todo o nada. "No vamos a permitir que la reforma se preste al manoseo político y salga desfigurada", sostuvo a Página/12 uno de los escuderos del ministro. Si la maniobra no prospera, el argumento de Economía será que "todo el Gobierno se encolumnó detrás del proyecto y no fue una derrota de Roque". De todos modos, en el Palacio de Hacienda reconocen que Roque perderá el terreno ganado en las últimas semanas y volverán los cuestionamientos por su falta de poder. En tanto, ayer hubo sendas reuniones de los tres grupos en que quedó dividido el bloque de diputados del PJ. Los duhaldistas, que juntan 37 legisladores, los menemistas (40) y los "no alineados" (45) coincidieron en que lo peor sería una fractura del bloque. Para evitar la paralización, existe cierto consenso en avanzar con la reforma laboral. Sin embargo, nadie se atreve a aventurar una pronta sanción de esa iniciativa. "En este tema hay mayores coincidencias dentro del bloque, pero todo depende de cómo se desarrolle la interna", puntualizó un diputado. En ese sentido, la reunión con el Presidente marcará las próximas jugadas del partido. Desde la Unión Industrial celebran la evolución de los acontecimientos. El barro que cubrió la cancha, y que traba a los jugadores, les dio tiempo para intentar una nueva maniobra. El Departamento de Economía de la entidad analiza distintas opciones para presentarle a Menem en lugar del proyecto tributario de Roque. Una de ellas es que se redacten más a gusto de los empresarios algunos artículos del proyecto. Otra opción es que directamente se deje de lado la reforma oficial, y en su lugar se aumente algún impuesto para afianzar la recaudación.
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