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A DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DE JIMENA, NO HAY AVANCES

La madre de Jimena Hernández se instaló en Tribunales al cumplirse diez años de que apareciera muerta en la pileta de un colegio religioso. Los padres hablan de un pacto de silencio.

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La madre de Jimena protestó junto con otros familiares.


t.gif (67 bytes)  Al cumplirse diez años de la muerte de la niña Jimena Hernández, su madre, Norma Monfardini, se instaló durante algunas horas frente al Palacio de los Tribunales, para reclamar que la causa --reabierta en mayo pasado como "homicidio simple"-- sea recaratulada como "violación seguida de muerte", un delito más grave que puede llegar incluso a una condena a cadena perpetua. En la causa judicial, a cargo del juez Mauricio Zamudio, a fines de mes prestará declaración una mujer, hija de una testigo ya fallecida, que podría aportar datos "muy importantes para acusar a uno de los principales imputados", anticipó a Página/12 Jorge Hernández, el padre de Jimena, quien también pretende que vuelvan a declarar varias ex compañeritas de su hija que "han demostrado tener mucho miedo, al punto de sufrir un bloqueo mental que les impidió recordar datos importantes".

Jimena Hernández, que tenía 11 años, apareció muerta el 12 de julio de 1988 en la pileta de natación del colegio Santa Unión de los Santísimos Corazones, hoy rebautizado con el nombre de "Monseñor Billon", ubicado en el barrio porteño de Caballito. Los imputados en la causa son el ex guardavidas del colegio Oscar Bianchi, los profesores Hernán Fusco, Gerardo Paradela y Miriam Squaglia y el ex rector Jorge Sobrino.

Al instalarse ayer en la plaza Lavalle, frente a Tribunales, la mamá de Jimena afirmó que la niña "fue secuestrada en un Fiat 125 blanco que era de la novia de Hernán Fusco, el profesor de natación, quien declaró en la causa sólo en cuentagotas". Insistió que ello la lleva a pensar que "hay complicidad y pacto de silencio" para ocultar al autor del crimen. "En la Argentina se denuncian 16 violaciones por día" y "¿Qué hay detrás del crimen?", eran dos de las leyendas instaladas por Monfardini, acompañada por familiares de otras víctimas de crímenes que siguen impunes. Monfardini estimó que el expediente judicial "avanza, pero en forma muy lenta, con la citación de algunos testigos" por parte del juez Zamudio, quien a fines de 1997 había decidido cerrar el caso luego de concluir que "debió haber existido un obrar doloso de una o más personas", pero con las pruebas reunidas "no se ha logrado reconstruir mínimamente la forma en que la víctima llegó al lugar donde fue hallada, y menos aún dónde tuvo lugar el acontecer criminal".

Jorge Hernández, quien está separado de la mamá de Jimena --entre los padres siempre hubo diferencias de apreciación sobre el caso--, dijo a este diario que le atribuye importancia a la declaración que prestará a fin de mes la señora Susana Varela. La testigo es hija de María de los Angeles Casas --ya fallecida--, abuela de una compañera de Jimena. La anciana, que nunca llegó a declarar, le habría contado a su hija una serie de hechos que "incriminan a Bianchi", según adelantó Hernández.

En un escrito que presentará ante el juez a través de su abogado, Miguel Angel Arce Aggeo, el papá de Jimena solicitará "que se cite a declarar a un alto ex funcionario del gobierno de Raúl Alfonsín". Le pedirán al juez que esa persona "diga si es o no el padre de Pablo Ignacio López", el ex profesor de gimnasia de Jimena. Según una versión que nunca pudo ser confirmada, el profesor López habría tenido alguna intervención en el hecho, pero su nombre "fue mantenido a resguardo porque su padre era un alto funcionario del gobierno", según denunció la mamá de Jimena.

Ayer, Norma Monfardini insistió en que López "desde 1990 me viene amenazando por teléfono". La mujer aseguró que tiene "una fotografía que involucra a López" y una muestra de semen que probaría que su hija fue víctima de "violación seguida de muerte". Jorge Hernández, por su parte, estimó necesario que vuelvan a declarar varias ex compañeras de Jimena que en su momento "no podían hablar ante el juez porque sollozaban como si hubieran sufrido amenazas o un lavado de cerebro que les impedía recordar los hechos con claridad".

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