"Ella no estaba en Italia cuando se produjeron los atentados", aseguró ayer
Luis Rosas, el padre de María Soledad, la joven argentina que se suicidó el sábado en
una granja piamontesa, donde cumplía arresto acusada de actividades terroristas.
"Lamentablemente --agregó Rosas--, mi hija cayó en el lugar equivocado, esta gente
es mala gente, que piensa en forma muy egoísta y funciona como secta." Se refería a
los squatters, los grupos anarquistas que viven en casas tomadas, en la ciudad de
Turín, a los que se había sumado Sole en su periplo europeo. La joven, que integraba el
grupo anarquista Los lobos grises, estaba acusada de participar en dos atentados que no
ocasionaron víctimas, en contra del proyecto para instalar un tren de alta velocidad en
el norte de Italia.
Los padres de Soledad no se resignan a que su hija se haya suicidado,
ahorcada con una sábana, en el baño de la granja donde hacía trabajos agrícolas.
"Era alegre, estaba feliz y contenta, nunca sufrió depresiones. Pensaba que su
juicio iba a ser en octubre y que iba a quedar en libertad", dijo el padre. El martes
último, Soledad se comunicó por teléfono con su madre, y le adelantó que volvería
para diciembre, para pasar las Fiestas con su familia y conocer a su sobrina recién
nacida, la hija de su hermana María Gabriela. Para los Rosas, nada hacia suponer ese
desenlace.
Soledad no dejó ningún mensaje escrito, algo que dé una explicación
a su muerte. Decenas de manifestantes anarquistas protestaron el domingo en las calles de
Roma y de Turín, responsabilizaron a la Justicia por la muerte de la joven, se
enfrentaron con la policía y enviaron mensajes a través de Internet calificando el caso
como "un perfecto asesinato de Estado".
La chica, que se había convertido en líder del grupo ecologista y se
había ganado el respeto de los grupos libertarios, corrió la misma suerte que su novio
italiano, Edoardo Massari, detenido junto a ella, quien se suicidó en la cárcel el 28 de
marzo último. El único sobreviviente del grupo es Silvano Pelissero. Los tres estaban
acusados de haber provocado un incendio en el edificio municipal de Caprie, el 16 de
enero, y de atacar un automóvil con una bomba molotov, en una calle de Turín, el 21 de
marzo.
Con el pelo rapado, se convirtió en líder de los squatters de Turín
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En rigor, no eran muy sólidas las pruebas que la
Justicia italiana había reunido contra el trío de anarquistas. Según Il Manifesto,
Pellissero había sido capturado con un fajo de volantes de los Lobos grises, donde
exhortaba a "la insurrección contra la tiranía seudocomunista". Por
intercepciones telefónicas, la policía llegó a Soledad y a su novio, Massaro.
La vida de Soledad cambió de rumbo hace más de un año, cuando viajó
a Europa, después de obtener su título de licenciada en Administración Hotelera en la
Universidad de Belgrano. "Le habíamos regalado este viaje como premio por su
graduación", contó el padre, un comerciante de altos ingresos. Hasta entonces
había sido una estudiante aplicada y prolija --se recibió con un promedio de 7,81--,
apasionada por la historia y la geografía, enemiga de las matemáticas. No hacía
deportes y, desde hacía bastante tiempo trabajaba como paseadora de perros en el Barrio
Norte, donde vivía.
Ni en su familia, ni en la universidad ni en el barrio le conocen
militancia política. "No militaba en ningún partido, no tenía afiliación
partidaria en la Argentina ni actuó en política en la universidad", explicó el
padre. "Sí tenía una inclinación a la ecología, la protección de los animales.
Era muy naturista", la definió.
La historia cambió en Italia, donde se alojó en una posada donde
habitaban squatters. "Allí conoció a un chico, viajó por España y después
volvió a Turín. Ahí conoció a ese muchacho que se suicidó, que era un fanático del
anarquismo italiano", relató Rosas, en alusión a Massaro. "Quedó asombrada,
admirada por esta gente", admitió el padre, desconsolado.
La familia Rosas pedirá una explicación a la Justicia italiana por lo
ocurrido. "Nunca recibimos una acusación seria de los fiscales, sólo que estaba
involucrada con personas que en otra época cometieron atentados, pero ella no estaba en
Italia cuando se produjeron (los hechos)", insistió Rosas. Soledad estuvo tres meses
en una cárcel "con un sistema muy rígido, brutal, como todas las cárceles, que son
una porquería", relató el hombre. Luego obtuvo la libertad domiciliaria y fue a
parar a la granja donde se mató.
En una entrevista telefónica, el hombre recordó que el abogado de
Sole había pedido que se la someta a un régimen que le permitiría "quedar en
libertad pero ir a formar cada 15 días (a una dependencia estatal). "Se lo negaron y
no sabemos por qué", se quejó el padre, en una velada sugerencia de que ésa pudo
haber sido la causa del suicidio.
Durante más de un año, Rosas no viajó a Europa para ver a su hija. Tampoco lo va a
hacer ahora, para el velatorio. "No quería ni quiero encontrarme con esa gente,
porque la considero culpable de su muerte", sentenció, otra vez en alusión a los
anarquistas. Las que sí viajaron para el funeral son la madre y la hermana de la joven
anarquista.
EL MOVIMIENTO ITALIANO DESDE EL INTERIOR
OTRAS ARGENTINAS SQUATTERS
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Por Horacio Cecchi "En la fábrica tomada
teníamos bares, imprenta, un gimnasio enorme y un sello discográfico". Una artista
plástica argentina, Fabiana Valgiusti, vivió durante siete años como una squatter más
en Milán, dentro del mismo movimiento que integraba María "Sole" Rosas en
Turín. Vivía en una casa ocupada y trabajaba en el centro social Leon Cavallo, una
imponente estructura de una fábrica antigua que había sido recuperada de las palas
mecánicas, reconstruida y utilizada con fines sociales. Los squatters nacieron del '68,
representan la política de autogestión y la contracultura. Una red europea los sostiene.
Tienen apoyo legal, amplia información sobre espacios condenados a la picota, y deciden
todo en asambleas. Alicia Herrero, también argentina y artista plástica, participó en
1993, y volvió tan ilusionada que promovió una organización semejante en Buenos Aires.
El grupo conformado por artistas, llegó a tener entre sus objetivos tomar Puerto Madero,
cuando sólo eran galpones desusados pero, por el momento, no pasaron de las buenas
intenciones.
Leon Cavallo es una calle en Milán. En el '72, se decidió demoler la
estructura de una fábrica ubicada sobre Cavallo. El edificio tenía su historia: había
sido originalmente diseñado por Leonardo Da Vinci, pero la venta del terreno se planteaba
como un negocio interesante. Los squatters, una continuación emblemática de los
movimientos juveniles del '68, se enteraron. Ocuparon la fábrica y durante dos días
resistieron los embates policiales. Finalmente la desalojaron, pero cuando las palas
mecánicas empezaban a triturar paredes, regresaron. Retomaron el predio y lo
reconstruyeron. Trece años después, Fabiana Valgiusti, que había viajado a estudiar a
la Academia de Bellas Artes de Milán, decidió incorporarse al Centro Social Leon
Cavallo.
"Trabajaba en la cooperativa tipográfica, teníamos nuestra
propia imprenta donde editábamos nuestras ideas que luego intercambiábamos por toda
Italia y Europa --dice Valgiusti--. Los squatters viven en casas tomadas y trabajan en los
centros sociales, que es donde organizan las actividades. Esos centros funcionan en
espacios desocupados: fábricas, iglesias, en Roma hay uno en una fortaleza antiquísima.
Hay muchísimos".
Una red de informantes que recorre toda Europa investiga y aporta datos
sobre los objetivos a ocupar. Los squatters dividen Italia en tres zonas: Coordinadora del
Norte, del Centro y del Sur, y periódicamente se reúnen para intercambiar ideas y
estrategias. En los centros sociales, que son los que soportan institucionalmente a los
ocupantes de casas, se organizan jornadas y recitales, hay comedores, bibliotecas. Cuando
la squatter argentina se integró, ya existían las "Madres del Cavallo": Iaio y
Fausto, dos chicos del grupo que hacían una investigación sobre la mafia fueron
asesinados. "Empezaron a reclamar justicia sus madres. Después se les unieron otras.
Se las llamó Madres del Cavallo".
Cada centro social tiene su perfil. Los hay marxistas, anarquistas,
ecologistas, incluso gitanos. El centro El Paso, de Turín, apoya el uso de drogas como
forma de rebelión. En el de Cavallo, las consideran un modo de represión del sistema.
Los integrantes de los centros viven en casas tomadas, en comunidad, y sus representantes
se reúnen semanalmente. Entre las actividades del Leon Cavallo figuró el boicot a las
inmobiliarias y a los productos israelíes por la ocupación de Palestina. "Ibamos a
los supermercados y teñíamos de azul los pomelos. No los podían vender. También
trabajé con el teléfono violeta, un número al que se llamaba para hacer
denuncias por maltrato en institutos psiquiátricos".
"Yo estuve unos meses en la casa de Fabiana --dice Alicia
Herrero--. Me impactó la fuerza y extensión del movimiento contracultural que acá
quedó interrumpido. Era tan alucinante todo que volví a Buenos Aires con la idea de
armar algo semejante. Tres amigas, Liliana Maresca, María Inés Aldaburu y Ana López, se
entusiasmaron y al poco tiempo éramos un montón de artistas reclamando un espacio
propio. Estaban los del Parakultural, las Gambas al Ajillo, y muchos más. Los objetivos
eran alocados. Llegamos a plantear tomar un micro escolar como acción directa, incluso un
ex concejal propuso que ocupáramos Puerto Madero. No quisimos mezclar la política y como
no apareció ningún lugar y no nos poníamos de acuerdo, el grupo dejó de reunirse. Pero
las ilusiones quedan." |
EL ENOJO DE GRUPOS ANARQUISTAS
DESPEDIDAS VÍA INTERNET
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Soledad
Rosas difícilmente podría haber imaginado que su nombre iba a estar en tantas cartas,
mensajes, comunicados o poesías. Pero su muerte disparó en Italia un alud de textos que
pueden leerse en Internet. Radio Black Out --una emisora que simpatiza con los grupos de
squatters-- dispone de un sitio en la red, donde se dirigieron decenas de estas cartas.
Aquí se reproducen algunas. * "Nuestra resistencia contra este
sistema que trata de suprimir con la violencia todas las individualidades que desentonan
en nombre de una globalización que todo devora continuará más fuerte y más viva que
nunca. Combatiremos contra la falsa información, la Justicia no justa, la economía que
mata y margina. Adiós, Sole, estarás siempre con nosotros" (Ernesto y las hormigas
rosas, Laveno).
* "¡Ahora basta! Soledad está muerta. No por su mano, como
aparentemente un suicidio puede hacer creer, sino por mano de quienes, desde hace mucho,
muchos años, disfrutan de su poder para cancelar a cada individuo que no se homologa al
modelo producir-consumir-morir" (sin firma).
* "Otro suicidio que `confirma' la actual inviabilidad de una
sociedad cuyo único credo es la supremacía de la economía y del lobby del poder sobre
el ser humano. Quien no reacciona a esta barbarie es cómplice del sistema asesino que
trata de negar cualquier espacio de libertad y disenso. Chau, Sole" (Club Social El
Molino, Lugano).
* "¡Laudi asesino! Hoy conocimos la trágica noticia del suicidio
de María Soledad. Nuevamente un suicidio de Estado, nuevamente una víctima de la
investigación Laudi sobre los actos de sabotaje contra el tren de alta velocidad. Una
investigación sin grandes pruebas y construida sobre suposiciones dignas de la gran
Inquisición (...). Nuestra ruta será y debe ser distinta, por el fin de las cárceles,
por la liberación de los detenidos políticos y proletarios, por la autoorganización y
la autogestión de la propia vida. Honor a Edoardo y Soledad, caídos por una idea de
libertad (Club Social Gabrio).
* "Felicitaciones, juez Laudi. Por tu honorable tarea como
protector-padre-policía de nuestra sociedad, has hecho que otra peligrosa amenaza
eligiese otro camino. Y así eres mejor que un justiciero, a través de Baleno, atrapado
por una investigación delirante sin pruebas objetivas, a través de Soledad, atrapada
entre el dolor y la rabia. Cuántos pobreCristos habrás lanzado a la cárcel, seguro de
hacer el bien. Felicitaciones, juez Laudi" (ADD). |
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